Soñado

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Una de la mañana

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Una de la mañana.
Dormitorio.

Katsuki había vuelto de su castigo a altas horas de la noche, cuando entró a su habitación Izuku no notó sus nudillos rotos y rastros de sangre en las botas. Desconocía que acababa de dar una brutal paliza a un ladronzuelo que se cruzó en su camino. Por el otro lado Katsuki no notó el calor que tuvo Izuku al verlo, desconocía que su criado acababa de masturbarse y arrojar deliberadamente su semen en su cama.

Minutos después Katsuki ordenó a su criado que leyera en voz alta el libro que llevaba en las manos.

-Una única idea dulce le quedaba: que ella le había amado, que su mirada se lo había dicho, que no conocía su nombre pero conocía su alma, ¿Quién sabe si no pensaba en él, como él pensaba en ella? -Una hora pasó e Izuku leía a bostezos, ya eran las dos de la mañana y en cuatro horas debían iniciar si rutina y sus ojos cada vez pesaban hasta cabecear entre párrafos -De vez en cuando, sobre todo en esa hora del atardecer que más entristece a los soñadores, dejaba caer en un cuaderno en el que no había otra cosa, el más puro, el más impersonal, el más ideal de los sueños con que el amor llenaba su cerebro...

Izuku leyó hasta caer dormido y Katsuki lo escuchó hasta el final y se acostó a dormir con la voz de Izuku en su mente leyendo ese último párrafo.

Ambos se desparramaron cada uno en su cama, Katsuki dormía boca arriba con los brazos abiertos cubierto en ese edredón violado que cubría su cintura hacia abajo, del lado izquierdo el perpetrador de cabello verde dormía en forma de ovillo a la orilla de la cama, lucía inocente con sus pestañas rastrilladas y sus infantiles pecas.

Ambos tuvieron sueños muy sugestivos...

Sueño de Izuku.

Izuku arrugó su pijama de rayas verdes ante la presencia de su Dios del éxtasis, la orgía y de la embriaguez, el dios de su locura. Su cabellera rubia coronada de hiedra y vid lo hacía ver más apetecible como un platillo refrescante que comer, Izuku salivó y apretó sus piernas al ver esa estola blanca amarrada a su cadera ocultando su entrepierna.

-¿Quieres beber de mi copa, Deku? -interrumpió su voz rasposa y cruel que lo hizo temblar por todas partes.

Tenía la boca jugosa, el rubio caminaba de manera sugerente hacia a él mientras sonreía divertido a su expresión de deseo. Estaba descalzo, con el torso descubierto y enseñando las piernas gruesas y duras. Izuku sintió un hormigueo hirviente, el sudor empapó su cabello y algo empezó a crecer dentro de su pijama. Sabía que Katsuki como un dios griego en paños menores era un sueño y lo iba a disfrutar.

ᴜᴠᴀs ᴀɢʀɪᴀsWhere stories live. Discover now