Capítulo 12: Tortura.

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– ¡Que hermoso esta mi Killer bonito!

Exclamo Sorame acariciando uno de sus perros con mucha alegría, pues hace mucho que no lo veía y mucho menos le daba cariño, el perro movía su cola rápidamente mostrando gran alegría.

El día empezaba temprano en su aldea como de costumbre, los dos hijos más grandes se preparaban para limpiar una de las laderas para iniciar un nuevo cultivo, los más jóvenes alimentaban a las aves de corral, hacía poco el desayuno había terminado, todos se preparaban para comenzar el día.

–Me pregunto si a Lapsis le gustaría jugar con ustedes.

Pensó Sorame mientras suspiraba lanzando un palo para que sus perros lo persiguieran, aunque pronto se uniría a su familia para ayudar en su vida diaria quería aprovechar para jugar con sus mascotas, aun así Lapsis se mantenía en su mente.

En ese momento Saikan se acercó a Sorame, mostrando una cara preocupada abrió sus labios.

–Sorame, no creo que sea bueno que regreses hoy a la ciudad.

Hablo seriamente, lo cual hizo que Sorame prestara atención a su hermano menor.

– ¿Por qué lo dices?

–Los mercaderes que llegaron a la aldea temprano avisaron que ayer un demonio ataco la guardia, y al parecer encontraron algo más fuerte que mato al demonio de un solo golpe, ahora está en la ciudad...

Los ojos de Sorame se abrieron de par en par, una gran preocupación invadió su corazón, ¿Qué era esto que sentía? Se preguntaba, únicamente quería correr a la ciudad para ver si Lapsis estaba a salvo. Después de todo solo conocía a algo capaz de acabar con un demonio de un golpe.

***

Lapsis despertó abriendo lentamente los ojos, estaba en una fría celda aun con la misma ropa que llevaba la noche anterior, la celda tenia barrotes oxidados incrustados en las paredes de piedra, en las celdas de adyacentes se encontraban otro par de prisioneros, estos tenían la ropa rasgada y vieja, completamente sucios y con barba.

Lapsis suspiro mientras miraba hacia los alrededores hasta dar con una pequeña ventana por la que entraba algo de luz, intento subir alcanzando la ventana viendo hacia el exterior, apenas estaba amaneciendo, en ese momento sujeto de los barrotes de la ventana moviéndolos un poco.

–Podría salir fácilmente... pero pondría en peligro a Sorame.

Pensó en voz alta mientras se sentaba contra la pared, no podía causar sospechas o pondría en peligro a aquella persona.

En ese momento escucho como una puerta rechino seguida por varios pasos y el rechinar de un manojo de llaves, en poco tiempo llegaron tres soldados frente a su celda abriéndola con las llaves.

–Es momento de tu juicio.

Dijo uno de los soldados mientras otros dos entraban a la celda esposando a Lapsis. Los sonidos de las cadenas de las esposas resonaban una y otra vez, para muchos prisioneros anunciaba la muerte de un criminal.

Los soldados llevaron a Lapsis hasta la sala de torturas la cual emanaba un potente olor a sangre.

– ¿Qué piensan hacerme?

Pregunto Lapsis mientras arqueaba sus cejas, en ese momento un monje salió de las sombras.

–Aquí descubriremos que eres.

Hablo el monje respondiendo a la pregunta mientras hacía una señal a los soldados, estos obedecieron colocando a Lapsis en una mesa de tortura con sus brazos y pies encadenados.

–Levanten la mesa y aprieten las cadenas para que no se caiga.

Ordeno el monje, los soldados rápidamente colocaron la mesa de forma vertical y ajustaron las cadenas causando que Lapsis sufriera.

–El general me dijo que tenías mucha fuerza, solo veo dos posibilidades... que seas un demonio o el hijo de uno, pero la única manera de comprobarlo es esta.

En ese momento tomo una jarra de una mesa frente a él, Lapsis inmediatamente abrió los ojos, sabía lo que era.

–Parece que lo reconoces, esta es agua vendita, a los demonios y seres no muertos les causa un gran daño.

El monje sonrió tomando un poco entre sus manos para luego salpicar a Lapsis con esta, el agua simplemente empapo su rostro y ropa pero al no ser mucha cantidad solo quedaron como gotas, el agua no lo lastimo, ni siquiera hubo mueca alguna.

–Eso elimina el demonio... pero lo siguiente siempre funciona.

Pensó el monje dejando la jarra en la mesa y tomando una daga de plata, eso hizo que Lapsis se resistiera.

–Jajá hasta aquí llega tu farsa, soldado, entiérrale esta daga en su hombro, luego revisa la herida.

Exclamo el monje entregándole la daga al soldado, este obedeció y clavo la daga en el hombro derecho de Lapsis, causando que este gritara de dolor y se retorciera intentando soltarse, en ese mismo instante el soldado retiro la daga entregándosela al monje procediendo a revisar la profunda herida.

–Es normal, atravesó la carne limpiamente, no hay nada más que reportar... solo que tardara en curarse.

–Tsk...

El monje chasqueo su lengua mientras miraba la daga cubierta por la sangre de Lapsis, era roja como la de cualquier humano, inmediatamente clavo la daga en la mesa tomando el ultimo objeto, un libro completamente blanco.

–Me has llevado a extremos sin iguales, ahora ¡mismo veremos si eres un monstruo!

Sosteniendo el libro con su mano izquierda y extendiendo su mano derecha hacia Lapsis.

–Purga...

Exclamo el monje, en ese momento el libro se abrió liberando una poderosa luz blanca, después de eso una luz rodeo a Lapsis causándole mucho dolor al mismo tiempo que su cuerpo comenzaba a liberar pequeños hilos de oscuridad, Lapsis se esforzaba por contener su propio dolor y oscuridad. Pero en ese momento el monje se detuvo cerrando el libro de golpe y apretando sus manos.

–Libérenlo... regrésenlo a su celda... y díganle al comandante que este chico es humano.

Dijo el monje con mucha seriedad caminando hacia la puerta, al escuchar esas palabras Lapsis suspiro dejándose caer, se había esforzado mucho para no revelar su verdadera naturaleza, no pudo mantener el conocimiento por más tiempo, en cuestión de segundos cayo inconsciente.

***

– ¿Segura que te debes ir tan pronto?

Pregunto la madre de Sorame, ella empacaba las cosas que llevaría de al regresar a la cuidad, apenas había pasado la hora del almuerzo, aun así Sorame ya quería volver. Aunque no le decía a su familia, estaba preocupada por Lapsis, quería asegurarse que estaba bien.

–No te preocupes madre, regresare para la semana próxima si se puede.

Respondió mientras tomaba su maleta, para después abrazar a su madre, tras despedirse de su familia y de sus mascotas, Sorame regreso a la ciudad sin saber lo que había ocurrido.

Castigo divinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora