Capítulo 2: El encuentro

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La tierra era un lugar que parecía estar lleno de miseria, la felicidad de algunos les causaba dolor a otros, todos parecían lastimarse entre sí apuñalándose por la espalda cada vez que podían. En este mundo hostil vivía una chica, normal ante todas las personas, de cabello castaño oscuro, su piel no era ni muy morena ni muy blanca, ojos brillantes pero que demarcaban tristeza aun así siempre sonreía, su personalidad hacia que todos se sintieran cómodos con ella, pero había algo que siempre la incomodaba, los hombres la miraban con deseo, esto hacia que ella desconfiara de ellos.

Su nombre era Sorame Kureiji, pero no era humana, la propia humanidad la había destruido haciendo que se convirtiera en algo más, pero nadie parecía saberlo pues para todos era una chica normal.

Todos los días ella caminaba por la ciudad hasta llegar a la iglesia donde cuidaba de los heridos y enfermos, así ella ganaba parte de su sustento, pero disfrutaba de ayudar a otros, para los niños ella era como una segunda madre, su calidez hacia que las personas se acostumbraran a ella. Al terminar cada día ella regresaba a su casa la cual se encontraba fuera de la ciudad en lo profundo del bosque, no tenía nadie que le hiciera compañía, al dormir lo hacía con una vela encendida pues le temía mucho a la oscuridad.

Su día empezaba temprano, se alistaba para salir a la ciudad, no iba directo a la iglesia pues tenía algo más que hacer, todas las mañanas iba a la casa de una mujer a la cual ayudaba con la limpieza de su hogar, al llegar el medio día partía a la iglesia para tratar a aquellos que estuvieran enfermos.

–Oye lo escucharon, encontraron otro demonio en la aldea del sur.

Comento una mujer a una de las mojas de la iglesia, Sorame en ese momento ayudaba a un anciano a levantarse, cuando escucho a la mujer hablar sintió un sudor frio recorrer su espalda.

–Pero escuche que escapo pero se llevó a una joven… no encontraron a la chica con vida.
–No puedo creerlo, como pueden dejar que un ser así escapar.
–Esos engendros están por todos lados… pero los soldados los matarían si alguno mostrara su cara en esta ciudad.

Respondió una de las monjas, para Sorame esta conversación se había hecho incomoda de escuchar, a pesar que solo fueron unas palabras.

– ¿Pasa algo hija?

Pregunto el anciano que ella ayudaba mientras este tomaba su bastón.

–Tranquila, los demonios nunca podrían acercarse a una ciudad con una iglesia, nuestro dios nos protege a todos.

Hablo el anciano sacando sus propias conclusiones, Sorame respondió con una sonrisa tranquila, asintió haciendo parecer que estaba más tranquila. Los demonios eran criaturas que atacaban a los humanos de muchas formas. Físicas y mentales eran las más comunes, eran capaces de llevar a una persona hasta su muerte, eso sumados a fuerza sobre humana los hacia una amenaza, los humanos no podían darse el lujo de mantener uno con vida tan cerca. Sorame sabia esto a la perfección había visto como quemaban demonios en las hogueras, temía que esto mismo le ocurriera a ella algún día.

Desanimada continúo su día intentando mantener su sonrisa, como siempre nadie se percató, al llegar el atardecer ella emprendió una vez más su camino a casa, al salir de la ciudad noto que el cielo se había nublado, el viento frio soplaba y nubes negras alertaban que una tormenta podría desatarse en cualquier momento.

–Justo lo que me faltaba… ¡¡AAaaaaahhhh!!

Grito al escuchar un rayo caer a la distancia, sabía que no tenía tiempo que perder, no quería quedar atrapada en el bosque en medio de una fuerte tormenta, empezó a correr atravesando rápidamente el bosque sin detenerse, al ir corriendo sentía como la velocidad del viento incrementaba, las copas de los árboles se movían en dirección al viento, las hojas y ramas eran arrancadas y lanzadas por todos lados, algunos incluso golpeaban a Sorame haciéndole algunos rasguños.

En ese momento se escucharon unos estruendos resonado por todo el bosque haciendo que las aves gritaran levantando el vuelo, el corazón de Sorame latía rápidamente, asustada solo quería llegar a su casa.

Sin previo aviso un destello ilumino el bosque liberando una gran cantidad de viento haciendo que Sorame fuera lanzando al suelo de espaldas, el impacto la hizo retorcerse del dolor, tocio un par de veces recuperando el aliento, al levantar la vista se encontró con algo que nunca pensó ver, los arboles frente a ella habían sido derribados abriendo un claro semi circular junto con extrañas plumas negras en el suelo, al mirar al centro pudo ver un hombre adulto parado a mitad del desastre. Únicamente portaba una túnica negra, su cabello tambien era de igual color, tenía una mirada perdida la cual solo se enfocaba al cielo.

Ella observo al hombre aterrada, sentía una extraña energía recorrer el ambiente mientras la tormenta seguía comenzado a caer gotas de lluvia, ignorándolo ella corrió rodeando el claro intentando esquivar los árboles y ramas caídas, pero en ese momento llego a ella una sensación asquerosa, alguien la estaba mirando con ojos pervertidos, inmediatamente miro a su izquierda deteniéndose, sus ojos se paralizaron, a unos metros frente a ella se encontraba un ser extraño de ojos rojos los cuales brillaban, parecía una masa negra y roja con extremidades regordetas, una cabeza hundida es su grotesco cuerpo, una lengua que salía de su boca la cual ocupaba gran parte de su estómago, de altura duplicaba a Sorame, ya no parecía haber tiempo para escapar.

Mira que chica más jugosa me he encontrado en este bosque.

Hablo el monstruo mientras lamia sus labios de forma pervertida, su mirada ya estaba sobre Sorame, ella sentía asco solo con verlo, quería correr, pero su cuerpo se había paralizado, su voz se había escapado, las espadas oxidadas, flechas y hachas enterradas en su cuerpo dejaban en claro que este era un monstruo resistente, pero el olor a sangre que desprendía le advertía que no saldría de esta situación.

–No… no puede…… es…un demonio…

Dijo Sorame con mucha dificultad su rostro amigable había sido remplazado por una desesperación que ya no podía contener, sabía que no podría escapar de este ser.

– ¿No vas a correr? Entonces será una presa fácil.

Sonrió el demonio mientras empezaba caminar en dirección a Sorame, ella solo daba lentos pasos hacia atrás, pronto tropezó con una de las ramas que habían caído, golpeando el suelo con fuerza. El demonio no se detenía solo se reía al ver que ella seguía intentando escapar pero su miedo no le dejaba moverse.

– ¿En serio crees que podrás escapar? Jajaja, creo que mejor hare que te diviertas conmigo un rato.

Pregunto el demonio colocándose detrás de Sorame tomándola de su vestido con sus regordetas y grotescas manos, sus garras desgarraron su vestido revelando su ropa interior, el demonio sonrió al ver la figura desarrollada de Sorame, su lengua se extendió empezando a lamer su cuerpo, ella alcanzo su límite, su miedo y su desesperación alcanzaron su punto más alto.

–¡¡NOOOOOOOOOOOO!! ¡¡¡ALEJATEEEE!!! ¡¡¡¡AYUDENMEEEEE!!!!

Grito con todas sus fuerzas intentando hacer que su voz fura alcanzada.

(Lo había olvidado, no hay nadie aquí, vivo sola en este bosque… nadie vendrá a ayudarme), recordó.

Sus esperanzas se terminaron, no había nada que hacer, ella se rindió, su fuerza no era suficiente para alejar a ese monstruo, únicamente cerro sus ojos empuñando sus manos hasta que estas casi sangraran.

–¡¡Aaagggrr!!

El demonio grito, después de eso Sorame sintió como algo pegajoso salpico su cuerpo, haciendo que sus ojos se abrieran, lo que vio, no fue saliva o algo más, era negro, viscoso y con un olor repulsivo, era la sangre del demonio, cerca de ella se encontraba la punta de la lengua mutilada del monstro. Al levantar la mirada sus ojos se abrieron de par en par, su voz había sido escuchada, alguien había venido en su ayuda, el hombre que había aparecido en medio del claro ahora estaba frente a ella confrontando al demonio con sus propias manos.

– ¿Quién…?

Susurro Sorame mientras observaba al hombre, este sostenía la lengua del demonio con su mano izquierda mientras aquel monstro se encontraba en el suelo con sus ojos llenos de furia.

Sin previo aviso el demonio soltó un puñetazo directamente hacia el hombre en un intento soltarse de su agarre, el impacto hizo que un ventarrón sacudiera los árboles, lo que vino después fue un grito de dolor de parte del demonio, su brazo se encontraba doblado de forma antinatural, cubierto de sangre y con algunos huesos saliendo, solo la mano del hombre había sido suficiente para detener el golpe.

–Débil.

Susurro el hombre mientras empuñaba su mano derecha preparando un golpe retrayendo levemente su mano mientras aun sostenía la lengua del monstruo con su mano izquierda, entonces soltó el golpe hundiendo su puño en el estómago del monstro con un fuerte gancho, sus ojos se abrieron de par en par mientras estos se llenaron de sangre negra, su boca se llenó de sangre, sus latidos cesaron y el monstruo cayó de espaldas sin vida.

Sorame no podía creer lo que había visto, con mucho cuidado se levantó para ver al hombre quien lucía muy cansado.

–Oye…

Susurro pues no confiaba en él, pero este no respondió, únicamente se desplomo mientras respiraba con mucha dificultad, solo entonces las nubes liberaron su furia haciendo que la lluvia torrencial diera inicio.

Sorame y Lapsis, diferentes pero más parecidos de lo que cualquiera podría imaginar, ¿Qué les deparara el futuro en este mundo cruel y despiadado?

Castigo divinoWhere stories live. Discover now