Capítulo 7: Llanto.

3 0 0
                                    


Sorame caminaba por la calle principal regresando a casa, los puestos de los vendedores yacían cerrados, al igual que ella muchos se encontraban de regreso a sus casas después de una jornada de trabajo, ella estaba visualmente cansada, pero sabía que debía llevarle comida a Lapsis y tambien llevar los ingredientes para el desayuno de mañana.

–Lapsis creo que te morirás de hambre sin mi… me pregunto si al menos sabes cocinar.

Hablo algo molesta mientras caminaba saliendo por la puerta principal y dirigiéndose al bosque, en ese momento miro hacia la bolsa que traía entre sus manos abriéndola levemente.

–Gracias a dios mi jefa me permitió llevarme algunas pechugas de pollo a la plancha, así al menos podre ir a dormir sin preocuparme por él.

Bostezo mientras seguía el camino a su casa, a mitad de este se encontró con el claro en el que había conocido a Lapsis, ya había pasado un mes desde ese entonces.

–Desde ese momento me has protegido dos veces, pero me da miedo que me hagas algo.

Hablo mientras miraba al claro colocando su mano sobre su pecho, en ese momento vio como una pluma negra paso frente a ella siendo arrastrada por el viento en dirección a su casa. Ella suspiro avanzando hacia su casa, al llegar sus cejas se arquearon, la ropa estaba fuera aun colgada, la puerta estaba abierta a pesar que ya era tarde.

– ¡Lapsis! ¿¡Por qué no metiste la ropa!?

Exclamo Sorame entrando a la casa de golpe, sin embargo, al buscarlo lo encontró sentado en una esquina con su cabeza entre sus piernas ocultando su llanto.

– ¿Lapsis? ¿Qué ocurre?

Pregunto ella acercándose lentamente dejando la bolsa en la mesa.

–No te acerques… por favor no quiero lastimarte…

Hablo Lapsis ocultando su cara entre sus piernas, Sorame se detuvo por un instante, pero siguió avanzando hasta estar frente a él, ella se arrodillo viendo la cara de Lapsis, estaba llena de lágrimas con sus ojos rojos, su expresión hacía notar una profunda frustración.

–Lapsis… ¿Qué paso?

Le pregunto preocupada por él, pero el solo empuño sus manos haciendo que estas sangraran enterrándose sus uñas.

– ¡No te lastimes!

Grito Sorame tomando las manos de Lapsis intentando hacer que dejara de lastimarse, poco a poco logro hacer que sus manos se abrieran, sus heridas no eran tan profundas. Verlo de esta forma hacia parecer solo un niño indefenso, no era el mismo hombre que la salvo anteriormente.

–Tranquilo, no pasa nada…

Susurro ella mientras abrazaba a Lapsis, aún tenía miedo de él además de no estar acostumbrada al contacto físico, pero al tocarlo no sentía repulsión. Al sentir el cálido abrazo de Sorame, Lapsis perdió todas sus fuerzas, se aferró a ella colocando su cabeza sobre su pecho, en un inicio ella se paralizo al ver esta acción, aun así no retrocedió, Sorame lo abrazo con mucho cariño acariciando su pelo intentando tranquilizarlo.

–Yo…yo…

Lapsis intento hablar, pero su propio dolor no se lo permitía.

–Yo soy un monstruo…solo daño a las personas que están cerca de mi…

Dijo entre llanto aferrándose, Sorame abrió mucho los ojos ante estas palabras, la verdad él no le había hecho daño todo lo contrario, la había protegido incluso había resultado herido, nadie había arriesgado su vida de esa forma por protegerla.

–No quiero dañarte a ti tambien… quiero poder ser tu amigo y protegerte…

Lapsis no pensaba sus palabras, solo sacaba aquello que tenía miedo, las lágrimas de Sorame empezaron a hacerse presentes, todo este tiempo lo había juzgado tratándolo como alguien peligroso. “¿Y si es mi culpa? ¿Si es mi culpa por verlo con miedo? ¿Acaso él pudo percibir lo que yo sentía?” se preguntaba Sorame mientras intentaba mantener el control de sus lágrimas, después de todo lo había juzgado sin conocerlo realmente.

– ¿Por qué quieres protegerme?

Pregunto Sorame intentando contener sus lágrimas.

–Porque eres lo único que tengo… eres la única persona que conozco… la única que me deja estar con ella.

Aunque entre cortada, la respuesta de Lapsis era clara, él estaba solo en este mundo. Ya no era un hombre fuerte que podría lastimarla, ahora solo era un niño asustado y perdido. Sorame ya no podía contener su dolor se sentía culpable por su estado, él no era alguien violento, pero se había enfrentado a los demonios que asediaban a Sorame.

– ¡Perdóname Lapsis! ¡Yo tengo la culpa de que te sientas así!

Exclamo Sorame abrazándolo con fuerza su llanto no se hizo esperar más, la culpa la carcomía ya no podía contenerlo más.

–Es solo mi culpa… no importa que tan fuerte sea… pierdo el control, no me gusta lastimar a otros y más si son a los que quiero…

Lapsis hablaba de sí mismo como si una bomba de tiempo se tratase, Sorame apretó sus manos mientras seguía abrazándolo, si él seguía con ella, ella lo destruiría poco a poco, ahora solo quería alejarlo no para estar segura, si no para que él no sufriera.

–Aun así… déjame quedarme contigo… no soportaría estar solo… no soportaría saber que esos demonios vienen por ti…

Al escuchar esas palabras Sorame perdió la voz, en el pasado había habido personas que se quedaron con ella e intentaron protegerla, pero al final todos ellos se fueron. “No seas hipócrita… tu tambien me abandonaras… en especial cuando venga el” pensaba mientras lloraba sobre el hombro de Lapsis.

–Pero tampoco quiero estar sola… tú no eres un monstruo para mi… tu eres mi angel guardián… ¡no me vayas a dejar sola!

Exclamo, ella no se dio cuenta de las palabras que había dicho, creía que solo estaban en su mente, pero sus ojos se abrieron al sentir como Lapsis dejaba de aferrarse a ella cambiando a un tierno abrazo.

– ¿De verdad aceptas a este monstruo como tu angel guardián?

El volvió a aferrarse, sus palabras iban a ser otras pero su miedo aún estaba presente, sin embargo, Sorame sonrió entre sus lágrimas, suavemente respondió.

–Si quiero que seas mi angel guardián, no me importa lo que hayas hecho… solo quédate a mi lado.

Ninguno quería seguir estando solo, Sorame estaba consciente de lo fuerte que era Lapsis, pero al verlo así su forma de pensar acerca de él cambio, sus dudas se habían disipado aunque no conocía todo de él ya lo consideraba un amigo. Lapsis se sentía aceptado pero, estaba arrepentido por ocultarle lo que era a Sorame, ya no tenía importancia, estar para ella, protegerla, ayudarla, apoyarla, era lo que su corazón le decía.

Con esto la semilla comenzaba a germinar, su relación ya no era de desconocidos todo lo contrario, ahora eran amigos, la confianza entre ellos solo seguiría creciendo, al igual que el cariño que ambos sentían por el otro.

Castigo divinoWhere stories live. Discover now