Capítulo 3: El miedo de Sorame.

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Lapsis despertó abriendo lentamente sus ojos, su vista estaba nublada y borrosa acostumbrándose lentamente a la iluminación del lugar, podía escuchar el sonido de una fogata cerca al igual que oler el aroma de una cena preparándose.

Al aclararse su vista se percató que estaba dentro de una casa, algo vieja pero bien cuidada, aparentemente estaba en sala recostado en el suelo, inmediatamente se levantó sentándose sobre el suelo, dándose cuenta que el sonido de la fogata provenía de una chimenea aun lado de él, fuera de la casa podía escuchar como una tormenta sacudía los árboles mientras las grandes gotas golpeaban el techo sin parar.

-Parece que ya has despertado

Escucho desde atrás suyo haciendo que diera media vuelta, al ver a Sorame su vista se congelo, ella le sonreía tranquilamente irradiando un aura cálida que hacia calmar a cualquier bestia o al menos eso sentía Lapsis.

-Gracias por dejarme quedar aquí...

Respondió Lapsis mientras observaba a Sorame, pero aunque ella parecía mostrarse tranquila miraba a Lapsis con desconfianza, aunque hacia poco la había salvado aun no conocía sus intenciones.

-Dime, ¿de dónde eres? Si eres de la ciudad te llevare mañana para que regreses con tu familia.

Hablo Sorame con un tono cálido y sonriente, pero eso provocó que Lapsis bajara su cabeza un poco triste.

-...No tengo a donde volver, no tengo adonde ir.

Contesto Lapsis con gran tristeza, pero se mantenía fuerte por alguna razón, Sorame era desconfiada por naturaleza pero también era alguien amable, siempre intentaba ayudar a quien lo necesitaba.

-Parece que no hay remedio... puedes quedarte aquí, por ahora cuida de la casa, sé que eres muy fuerte......

Sugirió Sorame con gran amabilidad manteniendo una máscara la cual parecía surtir efecto en Lapsis, aun así un pensamiento recorría la mente de Sorame, (es peligroso dejarlo aquí... podría hacerme algo esta noche, y si no lo hace nada me asegura que no lo intentara otra noche... espero que se aburra y se vaya, seguramente sabrá que no tengo nada que ofrecerle... no puedo ofrecerle nada a nadie). Inconscientemente apretó sus manos haciéndolas un puño.

Lapsis no sabía lo que ella pasaba pero había algo que llamaba su atención.

-Gracias por dejarme quedar... espero que nos llevemos bien.



Al escuchar esas palabras Sorame oculto levemente tu pecho cruzando sus manos mientras desviaba la mirada hacia la cocina.

-Bueno, la cena esta lista ¿vas a comer?

Aquellas palabras las dijo con naturalidad como si hubiera volteado para mirar la comida, Lapsis sonrió asintiendo tranquilamente.

No solo Sorame ocultaba sus sentimientos, Lapsis también lo hacía, pero este a diferencia de ella sentía más tristeza por lo que había hecho arrepintiéndose de sus emociones.

En poco tiempo Sorame le sirvió un tazón a Lapsis el cual lo probo sin esperar mucho, su tristeza le impidió imaginarse lo que ocurriría, tomado por sorpresa el sabor de la comida lleno su alma recorriendo su lengua, para el parecía la combinación perfecta de ingredientes, simplemente quedo sin palabras bajando la cuchara el plato, esto alerto a Sorame quien lo observaba.

- ¿Te disgusto? Creo que mi comida no es muy buena.

Hablo Sorame mostrando una sonrisa un poco triste.

-Nada de eso... sabe muy bien eres una buena cocinera.

Respondió Lapsis sonriendo un poco mientras empezaba a comer llevándose una cucharada tras otra, Sorame simplemente rio un poco, cocinar para ella era solo algo más que debía saber así que no le tomo mucha importancia, aun así le alegro saber que le había gustado.


La cena termino sin ningún problema, Sorame se había mantenido fuerte en presencia de Lapsis aguantando el sonido de los rayos que caían lejos de la casa, pero ahora estaba en su habitación cerrada con llave sin poder dormir, con Lapsis durmiendo en la sala temía que en cualquier momento entrara y le hiciera algo.

-...Parece que aun sigues temiendo...

Escucho una voz la cual Sorame reconoció al instante, su cuerpo se paralizo sintiendo como el terror se apoderaba de su cuerpo.

-... Crees que escaparas de mi...

No era Lapsis, esta presencia ya la había sentido antes.

- ¿...Acaso no olvidas que me perteneces solo a mi...?

Sintió como sus brazos fueron inmovilizados al igual que sus piernas como si hubiera alguien arriba de ella, la luz de la vela no mostraba ninguna entidad en la habitación, pero esta no duraría mucho, en ese momento la ventana de su cuarto se abrió de repemte apagando la vela en un instante.



Todo estaba oscuro, solo sentía como una lengua asquerosa recorría su cuerpo, sentía gran repulsión, quería escapar pero no podía moverse.

-...No te desharás tan fácilmente de mi... siempre te perseguiré.

En ese momento un rayo ilumino la habitación revelando a un hombre sonriéndole pervertidamente, este estaba completamente desnudo, Sorame sentía que sus pesadillas estaban cobrando vida, sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.

(¿Cómo me encontró? No... esto no es real, deja de tener miedo Sorame), pensaba pero no lograba diferenciar si era verdad o solo un sueño, su noche sería una pesadilla su cuerpo profanado sin ser escuchada, esto hizo que despertara abruptamente, había sido una un sueño, la ventana estaba cerrada, la vela aún estaba encendida, pero su cuerpo estaba sudado y temblaba, su llanto no se hizo esperar, por suerte nadie la escucho, por suerte tambien la tormenta había terminado permitiéndole dormir un poco mas tranquila.

Pronto la noche llego a su fin, Sorame se levantó de su cama como si nada hubiera pasado sonriendo y esperando mantener su máscara, abrió la ventana de su habitación, aún era muy temprano pero ya era el momento de prepararse.


Para Lapsis el día comenzó más tarde, cuando él se despertó Sorame ya había barrido la casa, había lavado su ropa y la había dejado colgado dejando que los primeros rayos del sol se encargaran de secarla, tambien había preparado el desayuno.

-Ya está acostumbrada a esta vida.

Hablo Lapsis mirando como Sorame había mantenido esta casa en buenas condiciones ella misma, aunque tampoco la encontraba por ninguna parte, pero el desayuno seguía sin servirse lo que indicaba que aún no había desayunado.

-Qué bueno que despiertas, Lapsis, te diré que deberás hacer hoy, primero, mete la ropa cuando se seque y acomódala, segundo, corta algo de leña que ya se me está acabando... el tercero......lava los platos y barre la casa, si no haces eso te quedaras sin cenar hoy.

La voz de Sorame era más seria que el día anterior aunque no parecía estar enojada, con esto dicho no había razón para que Lapsis se negara, trabajar para poder comer no le parecía un mal trato. Pero aquella pesadilla había hecho que Sorame desconfiara aún más de Lapsis, su temor hacia que ella quisiera alejarlo permanentemente, algo que nunca lograría en realidad.

Así Sorame partió hacia la ciudad reanudando su trabajo mientras Lapsis se quedó en casa obedeciendo las indicaciones de Sorame, una mañana que parecía diferente para los dos sería algo común en unos días, por ahora ambos desconocían el corazón del otro, pues ambos tenían temores que el otro podía curar.


Castigo divinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora