❝ ３０ ᴅᴀʏs ᴏᴛᴘ (+１８) ˗ ˏ ˋ Byron x Edgar ˎˊ ˗

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· Durmiendo ·

Iban camino a la casa de Edgar después de su "cita", tomados de la mano. Era demasiado tarde como para que alguien los viera, así que podían permitírselo.

Hacía frío y había indicios de lluvia, tiempo perfecto para estar metido en la cama; en este caso, con la compañía de cierto gótico. Y, para conveniencia de sus pensamientos, este habló.

–  Oye, Byron.

Él lo miró de reojo, intentando parecer indiferente, quizás interesante.

–  Uh, ¿si?

–  ¿Crees que pueda... Quedarme en tu casa esta noche? -vio al mayor sonreír- ¡No es lo-lo que piensas! Es-Es que... Ya es tarde y... -se detuvo para pensar- A-Además se me olvidaron las llaves.

–  Oh. -estuvo oyendo las llaves en sus bolsillos todo el día. Susurró- No tienes que usar código, estamos solos.

Edgar ocultó su rostro ruborizado, tratando de responder.

Byron optó por mostrar una expresión de picardía mientras golpeaba levemente su trasero, sacándole un gemido ahogado y haciendo tintinear las llaves en sus bolsillos.

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Al llegar, el de cabello oscuro tiró su sudadera al suelo. Caminó a la habitación de Byron, enojado y hablando entre dientes, soltando todos los insultos que se le ocurrían.

–  ¡Voy a ducharme, no me molestes! -gritó desde arriba.

El albino recogió la sudadera y la colgó en el perchero junto con su chaqueta verde.

Rodó los ojos.

Era bastante difícil salir con alguien mucho menor que él, que además parecía no tener intención en dejar la rebeldía e inmadurez adolescente.

Esperó cerca de diez minutos sentado en el sillón antes de subir. Tuvo la intención de tocar, siendo esta descartada al notar que la puerta estaba abierta. Como era natural, entró.

Edgar lo miró con los ojos entrecerrados, pretendiendo estar dormido, envuelto en una de las camisas de Byron.

A pesar de negarlo mentalmente, buscaba provocarlo.

Vio al viejo quitarse la prenda superior, dejando a la vista su velludo y un tanto musculoso torso, lo que lo hizo sonrojar.

Le dio la espalda para ver como la luz se apagaba y más tarde, sintió como un par de brazos rodeaban su cintura y la barba de su amante en su espalda. Su respiración profunda lo hacía sentir cada vez más somnoliento.

–  Te amo.