𝐗

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· En Cuatro ·

Edgar se dedicaba a buscar algo con lo que entretenerse frente al televisor de quizá setenta pulgadas, con nada más que ropa interior y una de las camisas de su novio.

Casi parecía vivir ahí, pero prefería dar ese tipo de impresión antes que pelear (y seguramente, perder) contra Colette para ver quién tiene más derecho a usar el control remoto.

Giró la cabeza para ver al amor de su vida pasando la aspiradora tranquilamente, esperando a que el postre específico que le había pedido Edgar estuviese listo.

El azabache sonrió con malicia. No estaba recibiendo ningún trato que no se mereciera. Oyó el temporizador del horno y preparó la mejilla para recibir un beso junto con un pequeño plato de lasaña caliente sobre sus manos.

- Ya era hora.

- Habría sido más rápido pedirla.

- Me gusta como la haces tú.

Byron soltó una risa.

- La haré las veces que quieras. -dijo acomodándose la chaqueta.

- Pensé que estarías conmigo todo el día. -cruzó los brazos.

- No exageres, solo diez minutos y estaré todo el fin de semana contigo. -besó su frente- Te amo.

No se quejó más y lo vio salir con una mueca de disgusto. “Solo diez minutos”; sí, claro.

Antes de darse cuenta, se había terminado la lasaña en un intento por calmar su injustificado mal humor.

Dejó el plato a un lado en el sillón y se dispuso a buscar el control remoto. Bufó al verlo detrás de la mesa de centro, ¿en qué momento había llegado ahí?

Para matar un poco el aburrimiento, decidió no ponerse de pie y recogerlo (como una persona normal), sino que se metió en el pequeño espacio bajo el mueble para intentar alcanzar el aparato.

Miró el objeto con enojo y se dispuso a volver al sofá, encontrándose ¿atorado? Intentó salir por donde había entrado y de repente era como si la apertura se hubiese achicado. Paseó la mirada en busca de su bufanda, logrando verla a pocos metros frente a él. Si conseguía mover la mesa aunque fuese un poco.

Paró en seco cuando cayó en cuenta de que esta estaba atornillada al suelo.

Y ahí estaba. En cuatro, atorado bajo una estúpida mesa de centro.

Pronto, la imaginación comenzó a volar: ¿Y si algún extraño entraba? O peor: Algún conocido lo veía así y en casa de Byron, con su ropa.

Suspiró.

Rogó que llegase de una vez. Miraba la puerta con una pequeña esperanza, tratando de calmarse. Tenía que llegar pronto, diez minutos no era nada, ¿verdad?

(˶′◡‵˶)爻

Edgar iba a estar furioso.

Ya lo podía imaginar gritando y amenazando con irse, cosa que muy probablemente, no terminaría haciendo.

Encajó la llave en la cerradura y se preparó para lo peor.

- Edgar, lo siento. Se me hizo un poco—

Se quedó helado cuando, en lugar de los gritos que esperaba, oyó un leve llanto en la oscuridad. Encendió la luz, extrañado para encontrar a Edgar bajo la mesa del salón, sollozando.

- ¿Edgar?

- ¡Cállate, estúpido! -dijo, rompiendo en llanto- ¡¿Cómo puedes preocuparme de esa manera?!

- ¿Estabas... Preocupado?

- ¡Claro que sí! ¡Dijiste diez minutos y ya es de noche, pensé que te había pasado algo! -se cubrió la cara, avergonzado- Ya... Sácame de aquí...

Byron asintió, aún un tanto sorprendido. Se colocó detrás de su novio, consiguiendo una posición bastante comprometedora. Sujetó los muslos de Edgar firmemente con la intención de retirarlo y, justo a segundos de tirar hacia atrás, le quitó las manos de encima y se quedó mirando mientras comenzaba a jadear.

- ¿Byron?

- Te ves muy lindo usando mi ropa.

- ¿A qué viene eso? Solo ayúdame y haz lo que quieras después.

- ¿"Después"?

Masajeó su trasero con ambas manos, terminando por acariciar su esfínter. Edgar cubrió su boca.

- Amor. Quiero escucharte.

- N-No...

El sonido del zíper bajando no tardó en llegar a sus oídos. Casi pudo escuchar con total detalle la lengua de Byron paseándose por sus dientes.

- ... Pervertido... -susurró.

- Ahora que lo pienso. -dijo Byron- ¿Para qué te meterías aquí si no es para provocarme?

Lo hizo gemir cuando empezó a frotar su pene entre los muslos. Por su parte, el emo podía sentir el músculo, venoso y enorme, palpitaba como nunca antes lo había hecho.

- Y-Yo...

- No te gusta aquí, ¿verdad? -tocó “con dulzura” una de sus posaderas antes de golpearla sin piedad, arrancándole un gemido- Entonces, dime. ¿Dónde te gustaría?

Edgar se quedó inmóvil, temblando. Mordía su labio inferior. No iba a hablar. Solo necesitaba esperar hasta que Byron terminara y lo sacara de ahí.

No podía ver la cara del viejo, pero estaba seguro que se lo comía con la mirada, al tiempo que embestía el espacio entre sus piernas. Era tan lento que el joven pensaba que no acabaría nunca. Sabía exactamente lo que pensaba el albino: Iba a torturarlo hasta que Edgar suplicara incluso con gritos.

Pero se negaba. Prefería quedarse ahí toda la noche antes de darle gusto a ese viejo estúpido.

(๑´ㅂ'๑)

- ¡Más! ¡Más fuerte, ve más rápido!

Casi arrancaba la alfombra con las manos mientras babeaba, aparentemente fuera de sí.

- E-Espera, Edgar. -dijo Byron, ya exhausto- Aprietas demasiado y me duele... La espalda...

- ¡No me importa, muévete! ¡Te necesito, Byron! ¡Dame-Dame donde me gusta!

El mayor lo miró bajo el cristal de la mesa, gimiendo desesperado, con las caderas bien arriba, moviéndolas a propósito para enterrarse aún más en el miembro de su amante.

Jadeó antes de sacarlo bruscamente de la mesa para apoyarlo sobre esta. Tiró de las dos manos del contrario hacia atrás, buscando dejarlo sin escapatoria.

Edgar borró su sonrisa cuando sintió el pene de su novio golpeando cada vez más fuerte.

Edgar borró su sonrisa cuando sintió el pene de su novio golpeando cada vez más fuerte

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aaa tengo miedo de que me borren la cuentaa ( ˶-́ ‸-̀˶ )

para el que lo denuncia: CHUPAME LA CORNETAAA

❝ 30 ᴅᴀʏs ᴏᴛᴘ (+18) ˗ ˏ ˋ  Byron x Edgar ˎˊ ˗Where stories live. Discover now