𝗜𝗡𝗦𝗔𝗡𝗘 𝗣𝗔𝗥𝗔𝗗𝗜𝗦𝗘 ⭑

𝗩𝗨𝗟𝗚𝗔𝗥 . naoya zen'in

JUSTAMENTE ESE DÍA NO SE SENTÍA de muy buen humor para soportar más insultos de parte del hombre bestia que se ocultaba en su habitación, por esa misma razón hizo su mejor esfuerzo por tratar de no hacer el más mínimo ruido que pudiera delatarla. Ella estaba convencida de que lo único que necesitaba era un descanso de todo y por ello quería salir de casa, pero sin que Naoya se diera cuenta porque sabía que el mencionado trataría de evitarlo, negándole la salida.

Su trabajo la mantenía ocupada todos los días de la semana con largas jornadas de atender a personas que la trataban con hostilidad y que para colmo su jefe la trataba de la misma manera, y en ocasiones trataba de salir con ella. Por supuesto, ella es lo suficientemente inteligente como para saber que no debía salir con un hombre tan violento como él y menos si se trataba de su jefe de trabajo. Lo peor llegaba después, porque al terminar con sus turnos debía regresar directamente a casa para atender al hombre bestia que se hospedaba ahí.

Su único deseo por estos cinco años que han pasado era poder tomarse un descanso de todos aquellos que siempre estaban siempre sermoneando a ella. Y al parecer, era demasiado pedir solo unos cuantos minutos de descanso.

⎯⎯¿Adónde crees que vas y con el permiso de quién? ⎯⎯cuestionó el hombre, entonando una voz demandante y una mirada filosa acompañada con un aura que gritaba peligro para ella.

Un suspiro desesperanzado abandonó sus labios rosados simultáneamente dejaba caer sus hombros, estuvo tan cerca de poder salir de este infierno, el cual llamaba hogar. Lamió sus labios, tragó saliva forzosamente, giró sobre sus talones para confrontarlo y comenzó a idear una mentira que fuera lo suficientemente creíble e incuestionable para él. Aunque no tenía muchas esperanzas en que él creyera o siquiera escuchara una sola de lo que ella dijera, después de todo, para él, ella era una sola e insignificante mujer.

⎯⎯¿Y bien, piensas responder mi pregunta? ⎯⎯preguntó de nuevo, golpeando con su pie el suelo y de esto modo creando una atmósfera amenazante. Ya casi podía sentir como su mirada penetraba su cuello.

⎯⎯Necesito unas toallas femeninas, verás se acerca mi periodo y yo no quería decírtelo, porque creí que sería mejor no molestarte con mis cosas de mujeres ⎯⎯balbuceó la mujer, avergonzado por tener que contarle tales cosas a un hombre y a la vez que trataba de cubrir su rostro con sus pequeñas manos para evitar que sus miradas se cruzaran. Mientras que por sus adentros, ella le suplicó a los dioses que Naoya creyera lo que acababa de decir.