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EL FUERTE AROMA A CHOCOLATE AMARGO Y A MENTA inundó sus fosas nasales haciéndola perder el control de sí misma rápidamente. El omega retrocedió un par de pasos antes de que sus piernas empezarán a flaquear y comenzarán a fallar dejándola caer al suelo. Casi por instinto, su mano se plasmo sobre su rostro tapando su nariz y boca, mientras que trataba de retroceder lo más que podía hasta que chocó contra la pared. Sus ojos se abiertos en par en par y le dirigió una mirada temerosa a Yūji. Él no pareció reaccionar demasiado rápido ante la presencia de su celo, al contrario de ella quien sintió que todo pasó muy de golpe.
Poco después de eso, las feromonas de Yūji comenzaron a contagiar aún más el lugar provocando que la pobre omega sintiera aquella sensación de que estuviera apunto de entrar en celo también. La nariz del Alfa comenzó a aspirar repetidas veces al sentir un débil aroma —que poco a poco comenzaba a crecer— a chocolate blanco con un toque de vainilla el cual era proveniente a la Omega que se encontraba en el suelo. No era como si pudiera verlo, pero Yūji estaba seguro de que el Omega ya estaba secretando para poder crear el nudo.
Apenas Yūji dio un paso hacia ella recibió una respuesta negativa, como su brazo —de la omega— se estiraba a su dirección con la palma abierta avisándole que se detuviera. Yūji reaccionó deteniendo su caminar, pero al minuto volvió a dar otro paso ignorando por completo al aviso de la Omega. Entre más se acercaba a la Omega era más fuerte el aroma a chocolate blanco con toques a vainilla y se volvía más difícil mantener el control. Sus ojos poco a poco se fueron oscureciendo, perdiendo aquel brillo en los ojos que usualmente tenía el Alfa.
Al notar como el Alfa no detenía su caminar, tuvo que tomar sus propias medidas y huir del lugar con mucha dificultad. Sus piernas no fueron de tanta ayuda como sus manos al levantarse, sin embargo fue lo suficiente como para lograr crear algo de distancia con el Alfa. Incluso trato de pedir ayuda, no obstante a duras penas salía un chillido de ella. Las feromonas del Alfa eran tan agresivas que le impedían hacer algo por si misma, era como si todo su cuerpo le jugará en contra. Su respiración se volvió desigual, demasiado agitada como para poder recibir algo de oxígeno en sus pulmones.
El Omega miraba por sobre su hombro cada tanto para saber si el Alfa aún lo seguía, el cual aún lo seguía. Cada que volteaba se encontraba con un Yūji muy distinto, respiración agitada, mejillas enrojecidas, boca entreabierta, mirada perdida, un bulto creciente entre sus piernas, feromonas cada vez más fuerte, y un aura que gritaba peligro para ella. Y cada que lo veía de esa manera, su corazón se estrujaba de dolor.
