Capítulo 5 - La psiquiatra

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Es un día hermoso hoy, las araucarias parecen bailar con el viento bajo un cielo azul que se refleja en el lago con todos sus matices. Veo aproximarse la chica de gorro verde con una inmensa sonrisa en la cara, No le importa que no sea invierno, sigue con su gorro favorito que tanto la identifica. Hoy trae flores en sus manos, Un ramillete de copihues, esa florecita roja que parece una campanita y es representativa de este país. Cuando saca la carta de la latita, deja algunas flores allí, Por eso las trajo, Qué tierna fue en pensar en un detalle así, Espero que la chica de polera negra no tarde en venir para que las flores no se marchiten antes. Mientras lee la carta ella queda muy pensativa, hoy también tiene un lápiz y un papel en el bolsillo de su jardinera, pero no escribe nada, parece querer meditar bien en lo que dirá, Se acuesta en el suelo y usa la lata como una especie de almohada, y queda observando la araucaria y esos rayos de sol que se filtran entre sus hojas tan distantes, tan altas.

Es difícil saber qué estará pensando esta chica, pero me acuesto también en el suelo a mirar las copas de las araucarias y todo lo bello viene a mi mente, Pienso en la primera vez que viajé a Valdivia, cada araucaria que veía por la ciudad era fotografiada por mi cámara, Había una araucaria bebé que fue plantada por unos amigos y era especialmente hermosa porque medía exactamente lo mismo que yo y creo que tenía unos 20 años, porque allí ellas crecen muy lentamente y por lo mismo los chilenos la valoran mucho. Cuando viví en una ciudad de Paraguay que se llama Katuete, me encantaba pasar por una calle donde había en una esquina unas araucarias, Era la parte más hermosa de la ciudad, Hasta un día que pasé por allí y las habían cortado, Ese día sentí que cortaban una parte de mi corazón. En serio me dolió muchísimo. Todas las sonrisas que ellas pintaban por mi cara estarían extintas. El lugar donde vi más araucarias juntas fue en Curitiba, en el sur de Brasil, Allí hay bosques repletos de ellas, y es bellísimo, Pero las de Chile son de otra especie un poco diferente, son araucarias araucanas, y aunque me gustan todas las especies, estas son mis favoritas.

Pero estoy segura que la chica que está a mi lado ahora no estaba pensando en nada de esto. La miro de reojo y veo que sigue sonriendo, Ahora se sienta y agarra el lápiz y el papel, lo apoya en la latita y empieza a escribir. Las letras se van uniendo y formando sílabas, las sílabas se transforman en palabras y las palabras en frases. Ya está, Es una carta muy larga. Antes de meter la correspondencia en su sitio, saca un copihue y lo huele, parece disfrutar de cada detalle que la rodea con total felicidad.

Ahora ya está parada y la epístola ya descansa en su sitio secreto, Veo que empieza a marcharse lentamente, observando los pájaros, las mariposas, la hormigas, y todo lo que encuentra por su camino, Yo suspiro empapada con esta felicidad que ella irradia. La carta, claro, ustedes quieren saber qué dice, verdad, Yo también.

Querida amiga,

Qué hermosa carta me has dejado, me hiciste muy feliz. Luego de leerla me acosté un poco aquí bajo esa bella araucaria y me sentí muy cerca de ti al imaginarme que también estuviste  en este mismo lugar hace poco tiempo. Qué bueno que te gustaron mis consejos, espero que la escritura te pueda abrir algún camino hacia un futuro mejor, Pero estuve pensando en lo que te dije sobre tu situación y tengo una novedad para ti. Anteayer muy temprano caminé hacia la ciudad, Sé que está muy lejos pero una señora que pasaba por allí en auto se detuvo y me dijo que me llevaría, Mi idea era buscar en la ciudad algún psicólogo o algo por el estilo y contarle lo que te pasaba pero fingiendo que la víctima del maltrato era yo no tú, y de esa manera podía averiguar algo que te pudiera ser útil sin involucrarte. Pero empecé a conversar con la señora del auto y era bastante joven, creo que tiene máximo unos 30 años y es muy simpática. Ella enseguida me dijo que era psiquiatra y trabajaba en otra ciudad, pero vive por aquí cerca de mi casa y se sorprendió al ver que no me conocía. Quería hablarle de ti, pero no podía decirlo como si fuese yo misma porque ella vive cerca y podría intentar averiguar si mi historia era real, así que me callé. Creo que ella se dio cuenta que quería decirle algo ya que me dijo que en media hora volvería a su casa y si yo quisiera me podría devolver con ella. Yo acepté y volvimos juntas en auto. En esa media hora estuve en la plaza de la ciudad pensando en una manera de hablar de ti sin hablar de ti, y entonces me ocurrió la idea de decir que eras una prima mía que vivía cerca de Santiago y que a veces me escribía cartas, Aunque no me gusta mentir me decidí por decirle esto, y así lo hice. Ella escuchó muy atentamente lo que yo decía, incluso detuvo el auto por un instante para que pudiéramos conversar más tranquilas. Me felicitó por interesarme en ayudar a esta prima y me dijo que si esta prima no tenía manera de pagar una consulta ni ir a un hospital público, ella podía intentar ayudarla. Me dijo que ella debe sí o sí hacer una consulta con un psiquiatra y que aunque yo la intentara ayudar, la única ayuda definitiva sería esta. Así que estoy aquí con la tarjeta en mis manos y no sé qué decirte sobre esto. Quiero que estés bien y pienso que si el único modo es hablando con esa psiquiatra debieras de intentarlo. Sé que tu padre no te dejará salir de tu casa, pero si me dices que quieres hacerlo, prometo encontrar la manera para que esto sea posible. No podré descansar hasta lograrlo. Por favor contéstame lo más pronto posible, No quiero que te pase nada más malo en tu vida, Estoy aquí para ayudarte, Confía en mí.

Un abrazo muy grande,

tu amiga que te quiere mucho.

La araucaria  Where stories live. Discover now