Capítulo 5: Esencia

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Cada día volvía a su dormitorio, y él estaba allí. Listo para taladrar su cerebro con insultos y quejas, y estaba empezando a succionarle la vida. Ella finalizaría sus clases y volvería a su residencia de delegada a completar sus tareas, sabiendo que la biblioteca estaría demasiado abarrotada hasta las ocho de la tarde, y él siempre estaba ahí. Sólo esperando; humedeciendo su lengua y preparado para provocarla y discutir durante minutos u horas, dependiendo cómo de tercos estuvieran ambos.

Siempre eran las mismas palabras despreciables.

Asquerosa.

Zorra.

Sangre sucia.

Sangre sucia...

A veces dolía, y a veces no mucho. Estaba desarrollando lentamente una inmunidad a ellas, pero de vez en cuando le lanzaba algo nuevo, y la sacudía completamente. Luego, ella se la devolvía tan buena como la había recibido. Iban bastante igualados, pensó, pero después de una semana de dolores de cabeza punzantes y su voz tronando en sus oídos, había tenido suficiente.

En el octavo día de su estancia – un viernes – durante su clase de Aritmancia, Hermione tuvo una epifanía, y le llegó en la voz de su madre.

Nada molesta más a un acosador que no reaccionar. O mejor aún, ser amables con ellos.

Nunca había prestado demasiada atención a esos tontos pequeños consejos que los padres daban, ya que a menudo no eran nada beneficiosos, pero este podía usarlo. Malfoy la estaba acosando porque estaba aburrido, y si ella se negaba a reconocerle nada, o simplemente jugaba a ser amable, lo desconcertaría. Y si se envalentonaba demasiado, podía encerrarlo en la habitación hasta que se calmara.

Nunca había atesorado tanto su varita.

Sólo dos clases más y habría acabado el día. Y él estaría allí. Esperando. Y ella le ignoraría. Sin importar cuánto la hiriese, ella no reaccionaría.

No reaccionaría en la manera que él quería.

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Había cuatrocientas cinco baldosas entre la cocina y el baño. Todas blancas, y cincuenta y seis tenían grietas en ellas. Le había llevado tres días para confirmarlo, con las interrupciones de la maldita Granger y su necesidad de hacer doble comprobación.

Había vuelto a las lamas de la tarima. Había noventa y siete todas juntas, treinta y seis en su habitación y había añadido las de las otras salas. Eso excluía la habitación de Granger, por supuesto. Había intentado entrar en su fuerte hace dos días y recibió la misma sensación de quemazón que había tenido con la puerta principal.

Huellas dactilares reprendidas. Estupendo.

Se había despertado a las dos de la mañana después de una tempestuosa noche. Más pesadillas, y se estaban poniendo mucho peores. Sus ojos habían ido automáticamente al cabecero para estudiar su obra de arte, tal y como lo había hecho cada mañana antes. Tal y como iba, él tenía seis marcas y Granger cinco. Según su memoria, y como recordatorio de que algún día habían discutido más de una vez, supuso que era viernes.

Había llegado un viernes por lo que eso sería su octavo día en el infierno.

Al menos se las había ingeniado para mantener controlado el tiempo. De algún modo...

Habría sido más sensato marcar los días en el cabecero en vez de la cuenta de las peleas. Pero que le jodan. Iba ganando, así que se quedaba como estaba.

Dejó su cama, se cambió y fue directo en busca de algo que hacer. Que contar. Sólo hasta que Granger volviera y puedan tener su usual batalla de ingenio.

ISOLATION | Dramione - TraducidaUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum