Capítulo 46: Piedad

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Hermione solo pudo ver como Madam Pomfrey y varios otros levantaban cuidadosamente a los muertos y llevaban a los heridos a la antecámara detrás de la mesa alta, fuera de peligro. Cuando el último cuerpo, el de Colin Creevey, desapareció detrás de la puerta, la oleada de mortífagos inundó el Gran Comedor y comenzó a atacar a todo el que pudo. Fue entonces cuando se dio cuenta de que Charlie Weasley, Madam Rosmerta y Ambrosius Flume estaban cerca, y al escudriñar la sala, vio a otros cientos de nuevos combatientes, principalmente familiares de sus compañeros y residentes de Hogsmeade. Y entonces, desde el vestíbulo de entrada, irrumpió un enjambre de elfos domésticos, liderados por Kreacher.

Los mortífagos estaban en inferioridad numérica. Debía de haber al menos tres combatientes de Hogwarts por cada mortífago, pero la victoria estaba lejos de estar asegurada; su repertorio de magia oscura era un problema. Los hechizos oscuros estallaban y crepitaban a su alrededor como fuegos artificiales. A pesar de todo, el Ejército de Dumbledore parecía tener la ventaja, e incluso el propio Voldemort parecía saberlo, con sus rasgos de serpiente estirados por el pánico y sus ojos recorriendo la sala. Pero aun así, disparó maldiciones en todas las direcciones posibles, derribando a dos combatientes de Hogwarts con una horrible ráfaga de su varita.

En su visión periférica, Hermione vio un cambio en la sala; McGonagall, Slughorn y Shacklebolt parecían cambiar de dirección a la vez y moverse entre la multitud hacia Voldemort. Levantando la cabeza y tratando de entender el caos de la sala, vio a Ron, Neville y Katie Bell luchando contra Dolohov. Cerca de allí, Lee y Seamus se enfrentaban al padre de Goyle, y no muy lejos de ellos podía ver a Blaise, Miles y Dean luchando con Rookwood. Mientras sus ojos escudriñaban la zona, se encontró con los de Narcissa al otro lado de la habitación, pero la bruja apartó la mirada para reanudar su duelo contra el mortífago Macnair. Algunos de los combatientes de Hogwarts que estaban cerca la miraron con una mezcla de expresiones de sorpresa y respeto, pero todos estaban demasiado ocupados luchando por sus vidas como para prestarle demasiada atención.

''¡Cuidado, Hermione!''

Se agachó instintivamente, y una maldición ardiente chamuscó las puntas de sus rizos. Dándose la vuelta, apuntó su varita y aturdió a Jugson antes de que pudiera intentarlo de nuevo. Volviéndose, asintió con la cabeza en señal de agradecimiento a Fred por haberla advertido, pero él y George estaban ocupados derrotando a Rowle.

Hermione miraba a un lado y a otro, abrumada por todos los duelos que se desarrollaban a su alrededor. ¿Por dónde debía empezar? ¿A qué mortífago debía enfrentarse primero?

Detrás de ella, se oyó un gruñido de dolor, seguido de la inconfundible y siniestra risa de Bellatrix. Hermione se giró para ver a Luna limpiándose la sangre de la barbilla y levantando la varita hacia Bellatrix, que también se estaba batiendo en duelo con Ginny. Con una mirada de suficiencia, la bruja oscura lanzó una maldición a Ginny y luego otra a Luna. Ambas lograron desviar los hechizos, pero Bellatrix fue tan rápida que apenas tuvieron oportunidad de contraatacar con magia ofensiva.

Hermione no dudó; se abrió paso entre la multitud hacia ellas. Esa voz siempre presente en su cabeza la advirtió de que usar la propia varita de Bellatrix contra ella sería problemático, pero, por una vez, ignoró esa voz. Sus amigas necesitaban ayuda y, aunque lo negaría si le preguntaran, había un tirón de venganza en sus entrañas que la empujaba hacia Bellatrix. Alimentada por el resentimiento y el odio que había estado supurando en su interior desde la noche que Bellatrix la torturó hasta casi matarla, Hermione pudo sentir el calor de su ira en las mejillas.

Levantó la varita de Bellatrix como si fuera la suya propia y entrecerró los ojos, preparada para la batalla.

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ISOLATION | Dramione - TraducidaWhere stories live. Discover now