31- Disculpas y Promesas.

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Hoy cuando me desperté, no imaginé que terminaría mi día en una sala de hospital junto a mis amigos, sin embargo, aquí estoy

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Hoy cuando me desperté, no imaginé que terminaría mi día en una sala de hospital junto a mis amigos, sin embargo, aquí estoy. El olor a medicamentos me da unas horribles ganas de vomitar, pero no pretendo moverme de aquí hasta saber su estado. He perdido la noción del tiempo que llevo esperando, han pasado algunas horas ya.

Me he visto en la obligación de llamar a sus padres, no sé qué explicación les daría cuando lleguen, pero tampoco considero muy ético de mi parte traer a su hija al hospital desmayada y en cierto punto, abusada para entonces no decirles nada.

Golpeteo el suelo con la punta de mis zapatos, me hallo nervioso, necesito fumar un cigarro ahora mismo y eso me tiene desesperado, pero como ya he dicho antes, no quiero alejarme de aquí. Hoseok ha salido por un momento y es Yoongi quien da unas cuántas palmaditas en mi espalda.

—¡Jungkook! —una fina voz que llama mi nombre de lejos me hace subir mi mirada, me levanto por completo cuando veo a la madre de Suni correr hacia nuestro lugar, su esposo, el señor Lee, le acompaña. —Jungkook, g-gracias por avisarnos, ¿Cómo está ella? ¿Te han dicha algo?

Cruzo unos suaves apretones de manos con los señores Lee y les sonrío de lado sin mostrar mis dientes.

—Yo... Uhm, por supuesto que tenía que avisarles —digo, el señor Lee me mira atentamente —Aún no me han dicho nada sobre ella. Llevo un largo rato aquí.

La madre de Suni asiente mientras limpia sus ojos con un pequeño pañuelo blanco, es señal de que ha estado llorando.

—Jungkook, gracias por avisarnos, ¿Puedo preguntar cómo ha ocurrido esto? —el señor Lee coloca su mano en la espalda baja de su mujer, miro a Yoongi por el rabillo del ojo en busca de algo de ayuda, pero el maldito todo lo que hace es girar su cabeza y enfocar su mirada en otra cosa, ese bastardo.

Traidor.

—Bueno, uhm... —rasco mi nuca aún bajo la mirada del señor Lee sobre mí —Estaba tratando de comunicarme con usted, señor Lee, pero no lo conseguí y entonces recordé que tenía guardado el número de Suni en el registro escolar y me tomé el atrevimiento de llamarle para que le diera mi mensaje, era algo de urgencia —miento con la mayor naturalidad que me es posible —Ella tampoco contestó, pero entonces, más tarde, me llamó devuelta y al contestar escuché unos ruidos extraños, entonces supe que ella estaba en peligro.

No me sorprende la naturalidad con la que miento e incluso sin despegar mi mirada de los señores Lee, el padre de Suni asiere y chasquea con algo de alivio.

—Qué bueno que supiste que algo pasaba y actuaste rápido, muchas gracias hijo —el señor Lee dio unos golpecitos en mi hombro —¿Qué era eso tan importante que querías decirme?

Entreabro mis labios para decir algo, aunque nada sale de ellos, pero para mi suerte la señora Lee habla, salvándome por completo.

—Cariño, no es momento para hablar de negocios o cosas así, ¿No te das cuenta?

Director » jjk ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora