1. ¡Debe ser mía!

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Narra: Stephen Hendry.

Otro día normal en mi trabajo.

Detengo mi auto frente a un enorme edificio.

-Buenos días, señor Hendry- dice el portero abriéndome la puerta del auto.

Salgo de mi auto y acomodó la chaqueta de color azul oscuro cerciorándome de que no se halla arrugado en el auto.

Observó detenidamente el enorme edificio que tengo en frente, me pongo unas gafas oscuras y camino hasta la entrada, donde el portero se apresura para abrirme la puerta.

Tan pronto entró dos de las recepcionistas se levantan de su asiento, ambas me saludan cordialmente mientras una toma mi portafolio y otra me despoja de mi chaqueta.

Caminó hasta mi oficina con ambas siguiéndome a una distancia prudente, cuando entró ellas acomodan mis cosas y se van.

Me quito las gafas y me siento en mi escritorio y enciendo mi laptop para revisar unos documentos finales para la reunión de esta tarde.

Usualmente mi hermana dirige las compañías de esta zona del país y por el momento yo me encargo de las del extranjero, excepto cuando hay un negocio de suma importancia como en este caso.

Alguien entra a mi oficina sin avisar, bufo al ver al idiota de mi primo.

John Hendry.

-Hasta que al fin llegas, Stephen- dice sentándose frente a mí.

-Soy el jefe, puedo llegar a la hora que se me dé la gana- digo divertido.

Amo ser el jefe.

-De seguro te estabas divirtiendo con Melisa- dice John subiendo los pies sobre mi escritorio.

Sonrió recordando mi último encuentro con aquella mujer. Melisa es una de mis mejores clientas, la conocí en una reunión en el extranjero.

Desde el momento que la vi decidí que tenía que follarmela, y efectivamente así fue, porque siempre consigo lo que quiero.

-Tengo mejores formas de perder el tiempo- digo mirando fijamente sus zapatos. -Baja tus sucias patas de mi escritorio o haré que te las corten- el ríe ignorando mi petición.

-Se me olvidaba contarte... Tu hermana estuvo aquí- dice sonriendo como un idiota.

Siempre que habla de mi hermana hace lo mismo, me dan unas ganas de golpear a este maldito imbécil.

- ¿Y? - dije sin interés.

-Pues llegó como toda una jefaza y dio la orden de que contratarán a una mujer-

- ¿Otra? ¿Acaso pretende llenar la empresa de mujeres o qué? - niego varias veces ante esa idea.

-Le dije que no te gustaría, pero ya la conoces, me mando al diablo- río recordando el carácter de mi dulce hermanita.

-Hablaré con ella luego, tengo otras cosas que atender- digo mirando la pantalla de mi laptop sin interés.

-Aunque no todo es tan malo ¿sabes?- aquí vamos de nuevo. -Con tantas mujeres aquí últimamente el trabajo me resulta es más divertido-

Sonrió sabiendo a lo que se refiere.

Mi secretaria entra despues de tocar y me informa que los socios llegaran a las 3pm tal como yo lo ordene.

-Okay, puedes retirarte- digo sin ni siquiera mirarla.

-Si quieres puedes quedarte conmigo, primor- dice John coquetamente.

-Si señor Hendry- me responde ignorando a John, su voz suena un tanto seductora.

-Espera...- levanto la vista, frunzo ligeramente el ceño al ver el provocativo atuendo de la señorita, mi vista va directo a sus largas y brillantes piernas y se detiene en su rostro el cual tiene una sonrisa coqueta. -Tráeme una taza de café-

-A mi tráeme un poco de leche... Pero la quiero en biberón-

Golpeó mi frente con la palma de mi mano, un día de estos demandarán mi empresa por los acosos sexuales de John.

-Si señor- dice ignorando a John y dándose la vuelta para retirarse.

-¿Esa belleza es tu nueva secretaria?- dice mirándome sonriente.

-Es una de las amigas de mi hermana- digo rodando los ojos.

- ¿Y qué esperas para tirártela? - susurra sonriendo de lado.

-Hace días lo hice y ahora no me la puedo quitar de encima- susurró lo último para mí, aunque sé que el también escuchó.

-Préstamela por una noche- dice bajando los pies de mi escritorio y relamiendo sus labios mientras observa la puerta por donde la chica se retira.

-Mejor ponte a trabajar o te despido- digo viendo cómo se levanta para ir detrás de la chica.

-Es lo que pensaba hacer- dice sonriendo pervertidamente. -Haré el sacrificio para que se olvide de ti- cerrando la puerta después de salir.

Ese idiota es mi mejor amigo. Sonrió negando con la cabeza.

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Cierto la laptop de golpe.

Han pasado unos 20 minutos y mi secretaria no llega con mi maldito café.

Maldito de John.

Respiró profundo un par de veces intentando controlar las ganas de salir de la oficina y gritarles a estos malditos inútiles.

No funciona.

Me pongo mi chaqueta y mis gafas.

Salgo de mi oficina hecho una furia y camino hasta el ascensor, presionó el botón 26 un par de veces, el ascensor empieza a bajar hasta llegar a dicho piso.

Cuando las puertas se abren salgo y camino hasta la oficina de John, ese idiota siempre lleva a las mujeres a su oficina.

El mundo sería un lugar mejor si John no perdiera tanto el tiempo.

Abro la puerta aun cuando su secretaria me advirtió que él no estaba, no lo encuentro, gruño molesto y camino por los pasillos para ir yo mismo por mi café y luego ir a dejarle las cosas claras a los inútiles que se supone trabajan para mí.

-El maldito dueño de este lugar debe ir a buscar su propio café- gruño y maldito entre dientes mientras me dirijo al ascensor.

Dobló la esquina sin fijarme por dónde voy, algunos empleados se quedan mirándome asustados y nerviosos a la vez que se hacen a un lado para quitarse de mi camino.

Presionó el botón de ascensor y espero a que este llegue, cuando las puertas se abren siento como un pequeño cuerpo se estrella contra el mío, empujándome contra una pared.

Uno jovencita rubia ha chocado conmigo, la sostengo de los hombros para alejar su rostro del mío y así poder verla.

Siento mi corazón palpitar más rápido, mis manos empiezan a sudar y juraría que mis pupilas se han dilatado.

Su pelo rubio tiene manchas platinadas que hacen ver su pelo más brilloso. La combinación claro y oscura de su maquillaje le da look emo muy atrevido y sensual, sin mencionar los accesorios que ratifican esa teoría.

Muerdo mis labios mirándola descaradamente. Esta chica tiene algo...

Esos ojos... Ese pelo... Ese rostro... Esos labios...

¡Joder!

¡Debe ser mía!

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¡Hola queridos lectores!

Acá les dijo una nueva historia, espero que la disfruten tanto como yo la disfrute escribiéndola.

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Perversa Obsecion.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora