3. Pequeña gatita.

1.3K 60 2
                                    

Narra: Stephen Hendry.

¡Debe ser mía!


Me desconcierta un poco que ella se intente alejar de mí, asique deslizo mis manos hasta su cintura y la sostengo con firmeza, su mirada de asombro de convierte en una de temor.

Muerdo y relamo mis labios al sentirlos secos, sonrió observando cada una de sus expresiones.

Mi sonrisa desaparece cuando intenta alejar mis manos de su exquisita cintura.

¡Espera! ¿exquisita cintura? ¿Realmente pensé eso?

- ¡Señor Hendry! ¿Está bien? - un guardia de seguridad sale del elevador y se aproxima hasta nosotros.

Al parecer venía con ella.

Saca una servilleta de su bolsillo e intenta limpiarme, pero se detiene cuando levanto una mano haciéndole entender que no quiero su ayuda.

Ni siquiera me había dado cuenta de que esa niña me había derramado una taza de café en la camisa, estaba tan embobado que no sentí el café tibio quemando mi abdomen.

Suelto a la rubia y esta se aleja unos pasos de mí.

Parecía estar muy aliviada por la distancia que logró imponer, sin embargo, yo deseo acercarme a ella otra vez.

Quería volver a sentir esa pequeña cintura en mis grandes manos.

Me quito la chaqueta y la cuelgo de mi hombro, pero mi camisa blanca también está manchada.

Genial.

- ¿A dónde crees que vas niña tonta? Acabas de quemar al Señor Hendry- el guardia la toma del brazo bruscamente. -lo siento mucho señor, ya mismo la sacaré de aquí-

-Suélteme- Dice la rubia molesta mientras forcejea por soltarse.

Observé detenidamente el brazo de la pequeña, me molestó mucho que aquel hombre la tocará, sentí unas inmensas ganas de cortarle la mano.

- ¡No la toques! - gritó haciendo que ambos se sobresalten y sorprendiéndome yo mismo por mi actitud.

El guardia la suelta de inmediato y se empieza a disculpar como un niño pequeño que ha hecho enojar a sus padres.

-Ya vete de aquí- digo fastidiado de escuchar su voz. Él se retira de inmediato.

La rubia permaneció mirándome molesta. Yo debería ser el que este molesto. Arruinó me traje favorito. Sin embargo, no puedo, es como si hubiese hecho un gran hallazgo.

-Tu, a mi oficina- señaló el ascensor, ella lo mira y luego a mí. -Ahora-

-No- su dulce voz suena firme y autoritaria.

Sonrió incrédulo por el carácter de esta niña.

-¿Como?- intentó ponerme serio, pero falló.

-No iré con usted a ningún lado- me acercó a ella lentamente, mirándola fijo.

¿Como se atreve a contradecirme?

-Debiste haber pensado eso antes de entrar a mi compañía- digo.

-Entonces me voy- dice y se da la vuelta para irse, pero sujetó su mano y la halo haciendo que se acerque a mí.

- ¿Qué hace? Suélteme- dice intentando soltarse.

Ninguna mujer en su sano juicio me habría pedido eso.

La acorralo contra la pared que está a un lado de la puerta del ascensor y le sujete ambas manos sobre su cabeza.

Perversa Obsecion.Where stories live. Discover now