004 ⋆ how to save a life.

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HOW TO SAVE A LIFE
capitulo cuatro

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and you'll begin to wonder why you came

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UNDERGROUND : YEARS AGO
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La sociedad siempre iba a manejarse por una sola cosa: el poder.

Existirían lo fuertes y los débiles; los ricos y los pobres; los cazadores y las presas. Era indudable que mientras existiera vida humana la cadena de mando siempre se mantendría, y parecía tan sencillo: si eres fuertes, ganas; pero, si eres débil, serás condenado al peor de los infiernos.

Mirai había escuchado todo eso durante una noche, cuando el hombre, con el que había sido obligada a estar, fue bastante amable como para darle una pequeña charla antes de arrancarle la ropa. Lo recordaba tan bien que odiaba el hecho de hacerlo: su voz era ronca y tenía un tono cansado, su cuerpo era grande y la aplastaba con todo su pecho, no era delgado, pero tampoco tenía un cuerpo tan descuidado como otros hombres con los que había estado; aunque, tampoco era de su agrado. No recordaba su rostro, puesto que se obligaba a si misma a mantener la cabeza baja y los ojos cerrados, nunca quería ver la cara de aquellas bestias que la lastimaban. No siempre era posible el evitar mirarlos, por lo que cuando sus ojos se conectaban con los orbes del contrario, veía a una bestia, al mayor de sus temores.

Ella siempre iba a ser una presa: débil e incapaz de defenderse. Abusada y acorralada por todo aquel que fuera más fuerte y poderosa que ella.

Aquellas palabras resonaban en lo más profundo de su cabeza en ese momento. Corría tan rápido como sus delgadas piernas le permitían, y hasta ese punto le sorprendía que sus débiles extremidades soportaran la fuerza con la que aterrizaba en el suelo. Estaba aterrada, al borde de un colapso y sentía que la muerte le respiraba en el cuello, por lo que ni siquiera se atrevía a mirar hacia atrás.

«Huye sin mirar atrás» —Dijo en su mente.

Su corazón golpeaba contra su pecho con vigor, a tal punto que se volvía doloroso. Sentía como si su garganta estuviera quemándose, en realidad todo su cuerpo se encontraba en llamas. El cabello le azotaba el rostro, que estaba manchado de lágrimas, mocos, saliva y un poco de sangre. No podía dejar de llorar, pero tampoco se permitía detenerse a tomar un descanso. Corría porque su vida dependía de ello.

AFTERGLOW / levi ackermanWhere stories live. Discover now