𝐝𝐫𝐮𝐠 𝐝𝐞𝐚𝐥𝐞𝐫 ✧ boris pavlikovsky.

Capítulo 6

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Tal y como pensé, todo iba mejor. Después de un par de días, ya podía caminar tranquilamente por los pasillos. Era de esperarse que las miradas cayeran en otra persona al transcurso del tiempo.

Por otro lado, Amanda había estado brindándome su apoyo incondicional, como nunca antes. Me estaba aconsejando respecto a las acciones que debía tomar respecto a lo que ocurrió en la fiesta. Ella me había ayudado a sentirme un poco mejor conmigo misma después de todo.

"Ugh, crees que pueda hacer? Me duele mucho"

Amanda, quien estaba a mi lado, se quejaba de su dolor de útero. Ahora teníamos Educación Física y ella haría lo posible por evitarla.

"Si le dices al profesor que tienes problemas femeninos, quizás sí" me encogí de hombros mientras abría mi casillero para sacar mi bolso.

Respecto a Boris, no sabía nada. Muchas personas se quedaron con la idea de que el le había reventado los neumáticos a Kyle, pero nadie lo ha confirmado. Boris estaba completamente fuera del radar.

Había escuchado muchas cosas, muchas más de las que quería. Kotku asistía a diario a la escuela, con una cara de culo, maldiciendo a quien le preguntara por Pavlikovsky. Por supuesto ya no caminaba con el infame Boris a su lado como solía hacerlo. Se había cumplido una semana desde que alguien supo algo de él, y era cada vez más la curiosidad de saber que le ocurría. Tenía entendido que era común verlo desaparecer por días.

"Tienes que entender, tienes que quitarte esa idea de la cabeza.." Amanda me hizo volver a tierra, sin entender nada de lo que estaba diciendo.

"Qué?" Le pregunté, girándome hacia ella. Amanda puso sus ojos en blanco y suspiro, "perdón, estaba pensando"

"En Boris. Deja de pensar en el, sé que lo estás haciendo"

Por alguna razón, a Amanda se le había metido la idea de que yo estaba profundamente enamorada de Boris Pavlikovsky. No, no era así. Sentía una dominante curiosidad, pero podía dar por sentado que no habían sentimientos de por medio.

"Amanda, ya te dije, no pasa nada"

"Sé que sí pasa algo" remarcó el sí como si fuera sorda.

"No, no pasa nada" insistí y le sonreí sarcástica, avanzando y tomando distancia. Desde mi posición escuché un suspiro proveniente de ella, y cuando me volteé a ver si seguía detrás mío, había desaparecido. Afirmé mi bolso a mi hombro y caminé hasta el campo.

El campo era gigante, muy. Las Vegas, al ser una ciudad tan centrada, toda la parte residencial era un puto desierto. Los institutos podían llegar a ser inmensos. En este caso, nuestro colegio estaba ubicado en una de las zonas más solitarias de la ciudad, por lo que el porte era inimaginable. El campo de fútbol americano era donde hacíamos todo tipo de deporte.

Al final del campo estaban las gradas, donde el público yacía a la hora de los partidos. El equipo competitivo de fútbol americano era, probablemente igual de importante que el de béisbol. Era muy común venir un Viernes en la tarde a presenciar un partido del equipo.

Cuando me adentré al campo me dí cuenta que no había nadie ahí. Me abracé a mi misma intentando cubrirme del viento, que chocaba sin piedad en mi piel. Sacudí mi cabeza varias veces intentando quitar los cabellos que se cruzaban por mi rostro, pero era imposible. Con mi bolso colgando de mi brazo, me pregunté dónde estaba todo el mundo.

Decidida me giré y caminé de vuelta al Insituto, también tomando en cuenta que no quería llegar tarde. Podía sentir la piel desnuda de mis piernas congelarse, aún más que la de mis brazos. Intenté caminar —o más bien correr— hasta la salida del campo, no podía soportar ni un segundo más parada en medio del frío adormecedor.