Muerte de Dumbledore

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Los días habían pasado, las clases con Snape ya eran recurrentes, el jamás creyó que ella fuese tan diestra en las artes oscuras hasta que comenzaron a practicarlas, todo había sido normal y ya se habían echo a la rutina de todos los días en las tardes, clases de defensa y artes oscuras a veces ayudaba al profesor con las pociones que el no acanzaba a terminar antes de su llegada y luego entrenaban.

Hasta ese día, la rutina era normal, desayuno, clases, almuerzo, clases, cena y luego partir al despacho de Snape. Al momento de tocar la puerta, esta se abrió rápidamente y un pocionista serio pero con los ojos plasmados por algo parecido a la pena aparecieron ante ella. Antes de que dijera algo, Snape interrumpió.

-Es el día - ella entendió en ese mismo instante.

Era el día en que debía estar en la misión de Draco, la chica asintió.

-Debe ir con Mafoy, el irá pronto a donde debe y usted debe acompañarlo, yo llegaré minutos después - la rubia asintió y salió en dirección a donde le había indicado.

Se dirigía a la sala común a buscarlo pero lo encontró caminando en el pasillo, apresurado y nervioso.

-Draco... - el rubio frenó de golpe y la miró.

-Elizabeth, creí que te vería luego.

-Ire contigo el señor tenebroso me pidió que estuviera en la misión - el chico asintió y comenzó a caminar otra vez en dirección a la torre de astronomía, ella entendió y le siguió.

Ambos en silencio llegaron al lugar, donde estaba Dumbledore, escucharon que hablaba con alguien y Draco sacó su varita antes de aparecer ante el apuntandolo, el anciano estaba solo, Elizabeth lo miraba atónita y lo seguía por detrás.

-Buenas noches Draco y a ti Elizabeth ¿qué te trae aquí en esta bella noche de primavera?

-¿Con quien está? Lo escuché hablar - Draco se aproximaba más para tenerlo ante él.

-Suelo hablar solo en voz alta, me parece extraordinariamente útil ¿alguna vez se han hablado a ustedes mismos muchachos?... Chicos ustedes no son unos asesinos.

-¿Como sabe lo que somos? - Draco estaba al borde de las lágrimas, estaba nervioso al igual que Elizabeth que no sabía bien que es lo que hacía.

¿Aquella era la misión? ¿Asesinar a Dumbledore? ¿Debía desarmar a Draco? ¿Snape haría algo? No había respuesta a ninguna pregunta, solo podía adherirse al plan y matar a Dumbledore, junto a Draco.

-¿Como sabe lo que soy? - volvió a preguntar Draco - eh echo cosas horrendas.

-¿Como maldecir a Katie Bell, esperando que a su vez ella me entregara un collar madito? ¿Cambiar una botella de agua miel por una adulterada con veneno? Perdóname Draco pero pienso que esas acciones fueron tan débiles que no las hiciste de corazón.

-El confia en mí, fui elegido- Draco mostró la marca tenebrosa a Dumbledore mientras seguía apuntandolo, Elizabeth solo observaba con la varita arriba.

-Dejame facilitartelo - ofreció el viejo director sacando su varita.

-Expelliarmus - gritó el rubio.

-Muy bien, muy bien... oh no estás solo - Draco miró hacia las escaleras había ruido en la planta de abajo, Elizabeth supo lo que debía hacer.

Susurró solo para si misma un hechizo que había creado por ella sola, no sabía si funcionaría pero lo intentó, el director la miró y le sonrió.

-Hay otros ¿cómo? - el director miró interrogante al muchacho.

-El armario evanescente en la sala de menesteres, lo estuve reparando.

Una Grindelwald en HogwartsWhere stories live. Discover now