Irse

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Él la miró a los ojos antes de besarla. Sus labios se unieron con firmeza, juntando sus lenguas.

Severus le acarició la mejilla y la oreja antes de sujetarla por la nuca. Mientras le aprisionaba la boca con la suya, le acariciaba la piel, para tranquilizarla.

Elizabeth era llevada a otro mundo al sentir su aliento, que la consumía junto al olor que emanaba de él a yerbas y licor.

Snape le acarició el labio inferior con la lengua antes de tirar de él y penetrar en su boca otra vez.

El primer contacto fue tímido, como si sus lenguas fueran viejos amigos que se reencontraban pero la segunda vez se volvió tan salvaje y fantástico.

Fue mucho mejor de lo que ambos podrían haber imaginado. Mucho mejor que cualquier sueño, sobre todo para Severus Snape. Porque ella era real. Beatriz era real. Y mientras sus labios estaban unidos y le exploraba la boca con la lengua, ella era suya, en cuerpo y alma. Aunque sólo durara unos momentos.

Tiró de él para acercarlo más. Le enredó las manos en el pelo y quedó aprisionada entre su cuerpo y la puerta.

En ese momento nadie ni nada existía, ni Hogwarts, ni la diferencia de edad, ni Dumbledore, ni John, nadie ni nada. Sólo ellos.

Estaban tan juntos que el pocionista habría jurado que podía sentir el corazón de ella a través de la levita.

Liz empezó a respirar entrecortadamente. Le faltaba el aire. Snape no quería detenerse. Quería seguir, llevarla hasta el cuarto adjunto y tumbarla encima para acabar lo que habían empezado. Quería explorar cada centímetro de su piel.

Mirarla a los ojos mientras su cuerpo le revelaba sus secretos. Pero la prudencia ganó la batalla y fue deteniéndose lentamente, aunque todo su ser protestaba a gritos ante el dolor de la separación.

La abrazó con fuerza, sin dejar de protegerle la cabeza y le dio tres castos besos en la boca.

Le acarició los brazos de arriba abajo y le apoyó las manos en las caderas, donde trazó intrincados dibujos con los pulgares, animándola a abrir los ojos. Casi podía oír el corazón de ambos latiendo frenéticamente pero al unísono, en el silencio de la habitación.

La rubia lo afectaba hasta ese punto. Le hechizaba la carne y la sangre. Bajó la vista hasta sus labios y volvió a besarlos con reverencia. Ella no reaccionó. Severus la examinó, empezando a preocuparse.

-Elizabeth, cariño, ¿estás bien?- ella aún no respondía, estaba un poco absorta ante todo.

Le acarició la cara con las yemas de los dedos y al no obtener respuesta, le besó la frente.

-¿Beatriz?- susurró.

Ella volvió en sí.

-¿Por qué me llamas así?- preguntó la chica.

-Porque es tu nombre - murmuró Severus, acariciándole el cabello -¿Estás bien?- Elizabeth respiró hondo.

-Sí, eso creo - le dedicó una pequeña sonrisa y Severus volvió a darle un casto beso en los labios

De pronto, ella se acordó de su enfado y de como la había tratado aquella vez.

-Esto está mal. No deberías estar aquí. Soy mala persona, soy una Grindelwald ¿recuerdas? - Trató de liberarse de su abrazo, pero cuando Snape no se lo permitió, se apoyó contra la puerta.

-La e cagado, la e cagado Elizabeth, con todas sus letras y te puedo asegurar que no a habido día en el que no me arrepienta de lo que te dije, me importa una mierda si eres Grindelwald, si eres Malfoy, si eres Weasley o si eres descendiente del mismísimo Voldemort ¿quieres saber lo que siento? ¿Lo que yo siento Elizabeth Grindelwald?- le preguntó el hombre mirándola directamente a los ojos para que viera su sinceridad.

Fue interrumpido por el tocar de la puerta.

-¿Elizabeth? Elizabeth soy John, ábreme por favor, el concierto terminó y quise venir a ver como estabas - ella miró a Severus.

Sabía que si su amigo lo veía, lo más seguro es que ambos comenzarían un duelo en la misma sala, el notó que ella estaba preocupada y la observó de cerca, tomando su rostro entre sus manos.

-Ven conmigo - le pidió él 

-Severus, John... no puedo dejarlo- Snape la miró con una ceja alzada y receloso.

-Que se joda- contestó el mago 

Ella parpadeó.

-Pero si prefieres quedarte con el...- se separó de ella con la mirada gacha y se dio la vuelta para desaparecer de ahí.

-Severus el es mi amigo, es como un hermano para mí.

-A mí me gustaría ser tu amigo - Severus volvio a mirar hacia sus ojos- Y voy a hacer todo lo que esté en mi mano para protegerte y no vuelvas a irte de mi lado- Severus estiró su mano para ver si ella lo acompañaba.

-¿Elizabeth estas ahí? - sintió que aun la llamaba su amigo.

Debía decidir, irse con Snape, el hombre a quien amaba o quedarse con John, el chico que era como su hermano.

Severus seguía con la mano estirada esperando por ella.

-No lo sé... - Liz estaba entre ambos hombres a quien quería muchísimo.

-Entiendo - Severus quitó su mano y esperaba salir por la ventana en forma de mortifago yendo a donde estaba la más cercana.

-Espera, espera un segundo - buscó un lápiz y un pequeño papel en donde dejó una nota para John y antes de abrazar a Severus para marcharse juntos, movió la varita en un hechizo para que la puerta fuese abierta para el chico.

Severus estaba feliz, la había encontrado, la había recuperado y ahora no dejaría que volviera a irse, la amaba, la amaba tanto que le dolía.

La llevó hasta la Hilandera, era diciembre, época de invierno y el hogar de Snape era bastante frío.

-Estamos en la Hilandera - susurró más para ella.

-Así es, quería traerte para que charlaramos.

-Aun sigo molesta contigo.

-Lo se, al igual que yo pero por ahora cada vez que te miro solo puedo pensar en besarte- Elizabeth se sonrojó ante aquella revelación.

Al entrar la llevó hasta el sofá y la hizo sentarse, levantándole los pies con delicadeza y colocándoselos sobre el mismo lugar.

- No hace falta tanta amabilidad - le miro la muchacha.

Snape en tanto, le dedicó una mirada firme pero cariñosa mientras encendía la chimenea. Luego le acarició la cabeza, apartándole el pelo de la cara.

-Se que aquí es frío y bueno la verdad es horrendo, pero es bueno para hablar, es tranquilo y me encantaría invitarte a cenar.

-¿Que hacemos aquí entonces? - Elizabeth levantó una ceja. 

-¿Crees que no puedo preparar algo? - eso le había echo entender a Snape, quien le respondió de la misma manera, con una ceja alzada.

-No lo se, jamás te vi preparar la comida - levantó los hombros.

-Solo relájate y lee un poco - dijo apareciendo un libro en su mano y dándoselo.

-Esta bien - asintió y tomó el libro, Snape le dio un beso en la frente- prométeme que no te iras a escondidas - le miró a los ojos.

-Lo prometo - le devolvió el besó pero esta vez en la mejilla y el partió hacia la cocina.

Una Grindelwald en HogwartsWhere stories live. Discover now