El caos previo a la calma

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—Son momentos como este los que nos llevan a reflexionar sobre las decisiones que hemos tomado y cuál será el camino que seguiremos. Instantes fugaces, los cuales si se tiene la fortuna, se comparten con nuestros seres amados —Keane exclamaba esto de pie y con una copa en la mano, todo mientras observaba a Harumi y luego al bebé que Yuzu traía en brazos—. Quizá algunos ya no estén presentes en cuerpo, pero en alma siempre prevalecerán. Y sabiendo que nosotros mismos no somos eternos, debemos disfrutar y aprovechar cada segundo. Con eso en mente, les deseo a todos un próspero año, ha sido un honor compartir con ustedes el que está por terminar. Y por cierto, les invito a acompañarme en la cuenta regresiva...

En esa pequeña reunión donde a pesar de sus agendas cada vez más apretadas, cada uno de los que asistieron se había hecho tiempo para recibir el año con su familia y amigos más cercanos.

Luego de llegar a cero y que el barullo de los fuegos artificiales se hiciera presente, todos besaban a su pareja; Sho levantaba del suelo a Ume mientras la besaba enérgicamente, Maruta sostenía el rostro de Mitsuko capturando sus labios con fuerza, Himeko y Suzuran compartían un tierno beso sentadas lado a lado, Nene estaba de color rojo al ser sorprendida con un beso robado por la chica que la acompañaba, Yuzu quien aún tenía en brazos al pequeño Taniguchi estiraba su cuello para que Mei pudiera besarla y, Harumi luego de besar apasionadamente a Matsuri (su esposa), tiraba del cuello de la camisa de Keane para así besar la mejilla del padre de su hijo.

Realmente todos estaban disfrutando de la celebración, pues en un largo tiempo no habían contado con un momento de quietud y alegría como este. Y para entender porque, hará falta que regresemos poco más de un año previo a este momento de tierna calma. Se los prometo, esta será la última vez...



Harumi llevaba algunas semanas trabajando con Mei para ponerse al corriente y ayudarla a tener más tiempo para cuidar de su abuelo.

Si bien las cosas entre ellas se habían calmado, de vez en cuando se suscitaba alguna discusión lo suficiente fuerte para ponerle los pelos de punta a Tara. Pero ya que le habían prometido a Maruta no llegar a los golpes (cuando menos no estando en el trabajo), ninguna de sus riñas iba más allá de los gritos.

—Tienes que ver el panorama completo Taniguchi, no puedes llegar a hacer cambios de noche a la mañana y sacar todo de equilibrio.

—Por favor Aihara, ¿cuál equilibrio? Sólo es un reloj, no sé cómo puedes aguantar el sonido constante de las manecillas, me saca de quicio.

Aunque claro, a veces también discutían por cosas insignificantes.

—A mí me gusta, creo que tiene más carácter que ese ridículo reloj digital que estás colgando.

—Sí te gusta tanto deberías llevártelo, podría servirte ahora que vas a redecorar la oficina de tu abuelo.

—Tienes razón, seguro a él le gustaría —Mei sostenía el reloj mientras en su rostro se dibujaba una expresión abatida.

— ¿Otra noche difícil? —preguntaba Haru al darse cuenta de lo afligida y cansada que Mei se veía.

—Sí y cada vez es peor. Pero ya no quiere ver a más doctores, dice que está cansado de todo eso.

—Sabes, puedo apañármelas yo sola. Deberías descansar un poco, despejar tu mente.

—No sé si podría.

—Bueno, entonces usa el tiempo para pasarlo con él. O que hay de Yuzu, ¿por qué no sales a comer con ella? Tal vez esta ocasión... todo resulte mejor.

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