Siete

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Harry se recostó en la hamaca, también conocida como su cama, soltando un fuerte suspiro desde lo profundo de su ser. Restregó las dos manos en su cara, tapándosela y gimiendo en disconformidad.

No tenía idea si todo había salido bien o era la simple calma antes de la tormenta.

Porque Louis y Harry habían llegado donde la tripulación, todos cachetes sonrojados, ojos brillantes y con una sensación cálida en su pecho -más bien Harry- y sonrisas burlonas, ojos chispeantes y comentarios sarcásticos -más bien Louis-. Sin embargo, cuando llegaron donde la tripulación estaba, todos dispersos, pero juntándose lentamente en un grupo más grande para escuchar a su capitán hablar, Harry sentía que se iba a cagar encima por el miedo.

Y cuando Louis preguntó, explicó todo lo que había descubierto gracias a Harry, y no, lamentablemente no de una manera romántica, el silencio se hizo como un cuchillo cortando los pulmones de Harry.

Pero, para su fortuna, o quizá desgracia, quince personas ofrecieron su presencia en la búsqueda. Algunos emocionados por el oro, tanto como para no trabajar nunca más en su vida, como si trabajaran realmente, y la otra mitad totalmente asustada por la idea.

Porque, la mitad de la tripulación, había escuchado sobre las sirenas. Esa mitad inteligente, evaluadora y sabiendo que el riesgo no valía la recompensa, decidieron no adentrarse a conocer a su familia.

Ahora, si veía el lado positivo, Niall y Liam lo van a acompañar. Pero, ahora, si ve el lado negativo, Niall y Liam lo van a acompañar. Oh, y no nos olvidemos de Tom. Su queridísimo Tom, que cada vez que escuchaba a Louis, mojaba sus calzones.

No hace mucha diferencia que Harry también lo haga, pero eso no significa que otros lo puedan hacer también. No Tom, sobre todas las cosas.

Y ahora mismo, estaba jodidamente asustado.

Porque no sabía qué iba a hacer para poder salvar a estas quince personas.

Louis, sobre todo Louis. Y Niall. Y Liam. Y Zayn, porque o sino Liam está triste. Oh, y también Theo porque le enseñó a jugar cartas. Y, uhm, Gaby, porque es muy bueno escuchando. Y los otros nueve también, menos Tom.

Ugh.

Ya.

Tom también.

Desde que Louis propuso la idea, habían pasado ya dos días, repletos de miradas furtivas y sonrisa nerviosas para Harry cada vez que veía a Louis. Y gracias a todo lo bueno en este mundo, Louis había mantenido su esencia del viaje y lo había perfumado con ella esos dos días, con bromas que esperaba con toda su alma fueran coquetas. Se sentía más liviano, tan desconcertado.

Y, por supuesto, no se había perdido noche para admirar a Louis bajo la luz de la luna, quizá dejando rastros más potentes sobre su dualidad.

Ahora mismo, por ejemplo, estaba esperando que Liam volviera a su hamaca, ya había calculado que Louis se demoraba dos minutos en tomar su guardia y que Liam casi nunca llegaba a su propio lugar de descanso. Sospechaba bastante sobre cierto primer oficial siendo la causa de eso.

Por eso mismo se sorprendió bastante cuando la trampilla que llevaba a cubierta se abrió con un chirrido. Se sentó lentamente, sacándose las manos de la cara y frunciendo el ceño.

Estaba cien por ciento seguro que Liam no iba a llegar esta noche, estaba demasiado caliente con Zayn allá afuera. Se preguntaba, algunas veces, si Liam realmente no tomó esa hora de guardia por lealtad, sino por simple conveniencia de momentos a solas.

Ahora, él no podía culpar al chico, porque Poseidón sabría bien que Harry haría lo mismo con Louis.

Todos estaban profundamente dormidos a su alrededor cuando una voz rasposa bastante conocida para Harry, lo exaltó.

The Weight of The Water (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora