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CAPÍTULO CINCO
La proximidad de la tormenta

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Cinco días habían pasado desde entonces

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Cinco días habían pasado desde entonces. Cinco días en los que había tenido que fingir que no estaba de los nervios, esperando a que una bruja de sangre pura viniera en nuestra ayuda para tratar de romper la maldición de la tribu. Cinco días en lo que había tenido que ahogar esos pensamientos cuanto entraba en fase lobuna para que los demás no se ahogaran. Y en los que había descubierto que, como alfa, podía bloquear los pensamientos hacia el número de personas que se me antojara.

Papá me había asegurado que se había puesto en contacto con Saleba, pero cuando le preguntaba qué le había contestado ella, siempre hacía lo mismo. Esbozaba una pequeña sonrisa, la mayoría de las veces era ladeada hacia la derecha, mientras se encogía de hombros con un simple movimiento.

Honestamente, había dormido de pena desde que había leído los libros de la abuela. Me atacaba el insomnio cuando Jake no dormía conmigo por hacer rondas. Y cuando él estaba, me quedaba mirándolo dormir hasta que el sueño finalmente me vencía. Al menos, podía observar lo tranquilo que se veía mi marido durmiendo.

Mis ojos se abrieron de golpe y me senté mientras jadeaba. Me había despertado con la sensación de estarme ahogando, aunque si alguien me lo preguntaba, no tenía ni la menor idea de que era lo que había soñado. Ni sabría decir si era un sueño o una pesadilla. Mi mente estaba en blanco, incapaz de recordar porque me había despertado de aquella manera.

Me levanté de la cama, con cuidado de no despertar a Jake y salí de la habitación. Bajé las escaleras y me encaminé a la cocina, mientras trataba de relajar mi respiración. Parecía que había estado sumergida en el agua y que ahora estaba tratando de recuperar todo el oxígeno. Me serví un vaso de agua, mirando de reojo la hora del reloj de la cocina. Apenas eran las nueve de la mañana, pero para mi mente parecían las cuatro.

—¿Amor, estás bien?

Solté un grito asustado, mientras el vaso resbalaba de mis manos y acababa estrellándose contra el suelo de la cocina. Se rompió en miles de millones de trocitos, mientras una pequeña mancha se formaba allí donde había caído. Al mismo tiempo que trataba de tranquilizar mi pulso, giré la cabeza para mirar hacia la puerta.

Jake estaba de pie bajo el umbral, mirándome con las cejas arqueadas. Estaba con el torso desnudo, como siempre dormía, y vestido con los pantalones de pijama más viejos que tenía en su armario. Parecía estar esperando a qué reaccionara y dejara de mirarlo como si fuera un fantasma.

—¿Qué haces despierto a esta hora? —pregunté, con una mano en el pecho al ser capaz hasta de contar mis latidos. —A parte de casi matarme del susto.

SoulMate ↯ Jacob Black ✓Where stories live. Discover now