vi. ¿quién es ella?

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—¿Amelia? Es Scorpius—escuché un golpe en mi puerta. 

El desayuno hubiese sido absolutamente incómodo así que decidí lo saltearía y que me encerraría en mi habitación por el resto del día. Dejé mi libro en la cama, a mi lado, y me dirigí hacia la puerta. 

—Hey, Scorpius. ¿Qué pasa?—pregunté, apoyándome en el umbral. 

Su mano frotó su nuca y comenzó a balancearse hacia adelante y hacia atrás sobre sus talones.

—Yo... um... quería saber si tal vez querrías ir a este pequeño restaurante en el Callejón Diagon conmigo más tarde. También podría mostrarte las tiendas.

Mi rostro se ensanchó por la sorpresa, pero finalmente se convirtió en una sonrisa. 

—¿Como una cita?—ví como un tono de rosa teñía sus mejillas. 

—No... Uh... Quiero decir...—habló con nerviosismo. 

Juguetonamente, le di una palmada en el brazo y me reí entre dientes. 

—Solo estoy jugando. Seguro que iré ¡Suena divertido!—una gran sonrisa apareció en su rostro y me dió un pequeño asentimiento.

—¿Cuándo debería bajar?

—¿Puedes estar lista en una hora?—me preguntó. 

—¡Eso es perfecto!—reí. 

—¡Genial!—exclamó—. Te veré luego.

—Bien. Nos vemos, entonces—dije torpemente. 

Nos miramos el uno al otro por unos momentos hasta que finalmente le di un pequeño asentimiento y cerré la puerta. Apoyé la espalda contra la madera y dejé que mi cabeza golpeara contra ella. 

—Demasiado con ir tras el hijo...—murmuré en voz baja para mí. 

Me levanté y me dirigí a las cajas que todavía no había desempacado, saqué algo cómodo de llevar. Me conformé con un suéter blanco de cuello de tortuga, combinado con leggings negros y un chal marrón por encima. Dejé el atuendo en mi cama mientras me dirigía a mi tocador, poniéndome un poco de maquillaje ligero y rizando mi cabello a última hora. Me vestí en la ropa tendida y agarré mis botas de cuero con tacón fino. 

—Respira profundo y no hagas ninguna estupidez—reí entre dientes. 

Deslicé mi teléfono en mi sostén y con un movimiento de varita, amarré mi cabello. Me paré frente al espejo, alisando mi suéter blanco y volviéndome para ver mi trasero. 

Satisfecha, caminé hacia mi tocador. Tomé mi perfume y rocié un poco. Cerré la puerta detrás de mí. Para calmar los nervios, conté las pisadas de mis tacones hasta el vestíbulo, que resonaban sobre el suelo embaldosado.

—¡Dios mío, Amelia!¡Te ves hermosa?

Ví a la Señora y al Señor Zabini hablando con Scorpius. Volteó hacia mí y, cuando su mirada chocó con la mía, sus ojos escanearon mi cuerpo. Sentí mi estómago revolotear mientras el rosa pálido teñía mis mejillas. 

—Gracias, Señor Zabini—sonreí. 

—Oh, por favor, Blaise está bien Amelia—rió entre dientes.

—Y solo llámame Luna—la mujer rubia sonrió. 

—Amelia, te ves... fenomenal—Scorpius elogió. 

Me volví hacia él y le di una pequeña sonrisa. 

—No sabía cómo era el callejón Diagon, así que opté por algo casual.

underground secrets ─ draco malfoy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora