viii. navidad

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La fresca brisa de diciembre golpeó mis mejillas mientras miraba desde el balcón en el ala del salón de baile, mi nuevo lugar favorito para leer.

La Navidad era una de esas fiestas que a mis padres les encantaba celebrar. Me dijeron que no festejaban mucho cuando eran niños. Sin embargo, solían contarme historias sobre bailes elegantes que los padres de sus amigos solían organizar. Podía imaginarme las luces parpadeantes, los vestidos de gala, los pretendientes junto a hermosas doncellas. Fantaseaba con fiestas cuando era niña. A medida que crecí, llegué a aceptar la realidad de que no todos son felices para siempre. Que enamorarse del héroe como en los cuentos de hadas muggles nunca sucedería. No hubo ningún héroe en mi libro de cuentos.

La noche oscura se deslizó sobre mí mientras miraba el cielo vacío. Negro en su totalidad. Ni una estrella en el cielo.

Draco invadió mis pensamientos.

Durante los últimos días, lo he notado actuando de manera extraña. Si Scorpius me tocaba de la más inocente y diminuta forma, o incluso me miraba con ojos coquetos, Draco me llevaría a un lado y me abrazaría y me besaría susurrándome palabras dulces.

¿Es una coincidencia? No estoy muy segura. Pero no puedo dejar que él juegue conmigo. No me lo merezco. No puedo ser la otra mujer, solo apareciendo cuando Draco lo desea.

Pero, ¿por qué lo dejo? Es como si mi mente, mi corazón y mi cuerpo estuvieran en una batalla constante entre sí, siempre mi cuerpo y mi corazón ganando.

—¡Hola, Amelia!—Clara gritó detrás de mí.

Me aferré a la barandilla, sobresaltadas.

—¡Vaya, Clara!—respondí, poniendo mi mano sobre mi corazón—. Me asustaste.

Ella soltó una risita mientras caminaba felizmente, apoyándose en la barandilla conmigo. 

—Así que quería saber, ¿cómo estuvo tu cita con Scorpius?—preguntó con curiosidad. Mi cabeza se asomó a mi libro mientras la inclinaba. 

—Bien, supongo.

Ví como su cuerpo se movía incómodo, dándome una sonrisa contundente. Cerré mi libro de golpe, tomándolo en una mano y dejé escapar un largo suspiro. 

—Está bien, suéltalo, Zabini—dije. 

Sus ojos se abrieron como platos mientras jugaba con los dedos y movía la cabeza hacia abajo. 

—¿Soltar qué?—preguntó en voz baja. 

—¿Qué está pasando entre tú y Scorpius?—pregunté sin rodeos. 

Su cabeza se levantó de golpe y me miró nerviosamente. 

—¡Nada!—habló con rapidez—¡Somos mejores amigos!

—Clara—sonreí inclinando la cabeza—¿Te gust...—se abalanzó hacia mí y cubrió mi boca con su mano. 

—¡Shh!—dijo con brusquedad—. Él podría escucharte—quitó lentamente su mano de mi boca y mis labios se curvaron de nuevo en una sonrisa. 

—Oh, tienes que decírselo—sonreí.

Vi que sus mejillas se sonrojaban un poco. 

—Él... Él no me ve así—frunció.

Puede que duela un poco, pero no creo que Scorpius sienta algo por mí. Cómo actuó cuando salíamos en la "cita", actuó como si estuviera tratando de poner celosa a Clara. 

—Apuesto a que sí—seguí sonriendo. 

Sus ojos me miraron con incredulidad, pero se burló. 

underground secrets ─ draco malfoy Where stories live. Discover now