Capítulo 27

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La mañana del sábado llegó y con ella los nervios de lo que pasaría luego de decirle a Taemin que no quería seguir aquello. Ni siquiera había hablado con él para quedar, sólo... dejaría que las cosas cayeran por su peso. El cielo al otro lado de su ventana se encontraba nublado y la temperatura descendía más y más con el paso de los días. Eso le recordaba que dentro de una semana sería su cumpleaños. Vaya que el tiempo había volado.

Tras cepillar sus dientes y hacer sus necesidades fisiológicas, decidió tomar la ducha que la noche anterior declinó. Ajustó la calefacción para que saliera agua caliente y se regocijó en la sensación de cómo sus músculos se relajaban ante el calor; regó su gel de baño con olor a duraznos por todo su cuerpo, lavando cada parte de él, y luego se quedó bajo la ducha masajeando con tranquilidad su cuero cabelludo para liberar tensiones. Al salir, se envolvió por completo en una toalla gruesa y procedió a hacer su rutina de skincare.

Y ni siquiera la concentración que ésta tomaba lograba quitar su atención del tema principal: ponerle por fin un punto final a su noviazgo. No entendía cómo sus manos no estaban temblando para ese punto. Ni siquiera sabía cómo abordaría el tema o lo que le diría a Taemin —aparte de la verdad—, tampoco si el rubio tenía planes ya pautados para ese día que lo obligaran a postergar aquello, todo era incierto... menos la decisión que tenía para hacerlo. Su norte fijado y no se echaría hacia atrás.

Se vistió con un par de vaqueros clásicos, una camiseta blanca y un suéter gris para protegerse del frío, y bajando las escaleras llamó al rubio.

Mochi, buenos días. —saludó risueño al otro lado de la línea.

—Hola, Min, buenos días. —respondió con una leve sonrisa—. Oye... ¿tienes planes para hoy? —quizás y el muchacho pensara que la duda en la voz del castaño era por nervios para invitarlo a hacer algo cuando la cruel realidad era que estaba nervioso porque rompería con él.

Nada importante, ¿tienes algo en mente? —dijo con galantería.

—Uhm... ¿pu-puedo ir a tu casa?

Sabes que mi casa es tu casa, mochi.

—D-de acuerdo, e-entonces voy saliendo. —su corazón ahora latía más acelerado y los nervios, poco a poco, lo abrazaban más.

Aquí te espero.

La llamada finalizó y el castaño se aseguró de tener todo a la mano antes de partir finalmente a casa de los Jeon...

Un momento. Pensó Jimin, cayendo en cuenta de la situación. Allí estará Jungkook. Cerró los ojos con fuerza y quedó estático sobre el asiento del auto. Claro, porque lo que necesito es ver al idiota del que me enamoré precisamente hoy. Rió sin gracia. Si tenía suerte, a lo mejor el mayor no estaba en su casa sino donde Yoongi o quién sabe dónde.

Con un suspiró encendió el motor del auto y tomó camino, tardando poco menos de 10 minutos en llegar frente a la casona. Y como un mal chiste, mientras estacionaba, otro auto muy conocido llegó. La vida tiene un sentido del humor muy gris. Pensó con hastío. Bufó resignado y se bajó del vehículo para ver cómo segundos luego Jungkook y Yoongi bajaban del auto del mayor.

Sus ojos hicieron contacto y los corazones de ambos latían ansiosos, con sus dedos picando por tocar al contrario. Se extrañaban y negarlo era absurdo. Dos semanas sin verse luego de haberse acostumbrado a compartir todos sus días les pegaba y morían por fundirse en un abrazo. Pero ese no era ni el momento ni el lugar, y la voz de Yoongi fue la que se encargó de dejarlo en claro.

—Un desfile sería más discreto que ustedes dos. —murmuró el pálido.

Jimin y Jungkook, sin nada de ganas, rompieron el contacto visual y se recompusieron en sus sitios. El castaño carraspeó y alisó su abrigo. ¿Qué se supone que debía decir?

Corazones Mentirosos | kookmin 국민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora