Capítulo 10: Conversaciones incomodas.

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—Chicos han llegado cartas de Hogwarts— anuncio Hermione, Ron bajo y la abrazo por detrás para ver las cartas mientras Harry y Ginny bajaban las escaleras de la mano, Molly, que estaba cocinando también se acercó— dice que el curso comenzará normalmente el 1 de septiembre, que todos los alumnos darán un examen y que todos los de séptimo que no concluyeron por la guerra rendirán unos exámenes especiales para terminar el año.

—¿Debemos hacer el séptimo año? No es que la idea de volver a Hogwarts me moleste, pero después de todo, tener que usar uniforme y dar exámenes suena algo tonta— Harry no iba a admitir delante de sus amigos y Molly que su molestia tenía que ver con algo mucho más profundo que dar o no un examen frente a McGonagall. No.

Volver a Hogwarts era volver a un lugar donde Dumbledore ya no daría discursos, donde Fred ya no haría bromas, donde la capa de Snape ya no se vería por los rincones. Habían pasado solo un par de meses de la guerra, pero el mismo castillo de hace siete años parecía haber cambiado tanto que era irreconocible.

—No iremos a la escuela como todos, Ronald leyó un tercio de la carta. Estaremos solo tres meses, rendiremos un examen para ver nuestro nivel y después exámenes finales antes de Navidad. Estaba esperando esto de hecho, no querría dejar mi educación sin terminar.

—Claro que no querida, ¡Y tu también irás Ronald Weasley!— Molly le apuntó con la cuchara de madera, sacudiendo un poco del estofado.

—¡No he dicho que no fuera a ir, Mamá! ¡Eso era mío!— se quejó cuando Ginny le arrebató la carta.

—Si leyeras bien no tendría que quitártela— Hermione no podía creer que con dieciocho años Ron aún se comportara como un niño cuando a Ginny se refería— Miren, hay una invitación, es un baile de reinauguración ¡Que bonito! Harry por fin podremos ir a un baile juntos.

—Claro que si, Gin – respondió con una sonrisa, para luego sonrojarse un poco bajo la mirada de Molly.

—Entonces en unos días deberían ir al callejón Diagon a comprar los útiles, los libros ¡Oh por las barbas de Merlín, los uniformes! Si es que todos han crecido muchísimo, ¡Estos muchachos han crecido una enormidad! ¿Dónde meteremos esas espaldas? ¡Si es que tendremos que mandar a hacer todo a medida!— Harry agachó la cabeza mientras las orejas de Ron se ponían rojas como su cabello. Hermione y Ginny reían. No es que realmente hubiesen crecido demasiado, pero ya no tenían la característica figura desgarbada de adolescente.

—Me alegra tanto volver a Hogwarts, espero no haberme olvidado todo lo que aprendí, seguramente me ira horrible en los exámenes.

—Hermione, te irá excelente, si yo no estoy preocupado, tú tampoco niña Leviosá.

—No puedo creer que aún no lo digas bien, es Leviósa.

Ginny hablaba feliz sobre el baile, mientras Harry la escuchaba con una sonrisa. Molly se alejó de aquella postal inofensiva para acercarse a su esposo.

—Arthur, habla con tu hijo ¡Arthur!— El patriarca leía El Profeta se sobresaltó y dejó caer sus lentes.

—Molly querida, no creo que sea necesario que... Ya mismo— aceptó al ver el rostro redondo de su esposa adquirir un tono más de rojo y sus brazos en jarra. Había muchas cosas que después de tantos años lo enamoraban de su esposa, Molly era aguerrida y fuerte como pocas personas, pero eso venía acompañado de un carácter que no todo el mundo era capaz de soportar.

Dejó el periódico y se dirigió al sofá donde Hermione intentaba zafarse del abrazo de Ron.

—Ron, hijo, debo hablar algo con ustedes. Algo relacionado a lo que esta sucediendo por las noches y debes elegir si prefieres tener esta conversación conmigo ahora o con tu madre luego.

¿Qué paso en esos 19 años?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora