Capítulo 24: Deslumbrarse.

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—Parece tan raro que ya vayamos a irnos para no volver— suspiro Hermione, con la mirada perdida en los paisajes del viejo Hogwarts, tan maravillosos y repletos de nostalgia, mezclados con el dolor y la perdida si, pero llenos de añoranza.

—Creeme, yo vendré—Ron y Hermione lo miraron curiosos— Los Potter y los Weasley tienen cierta mala imagen en lo que ha romper reglas se refiere, será cuestión de tiempo para que mis hijos enloquezcan a la profesora McGonagall— Hermione rió, pero Ron estaba serio, casi enfadado.

—¿Estas demente? ¿Hijos?— Harry se encogió de hombros.

—¿Preferirías que este con ella eternamente sin casarnos ni formar una familia? Estoy enamorado de tu hermana, nos casaremos te guste o no, y tendremos hijos. Tantos como Ginny quiera tener, sé que mis hijos no sabrán lo que significa la soledad.

—Mi hermana tiene diecisiete, Harry— le recordó Ron, con el ceño fruncido.

—Tengo dieciocho, y no hables como si la estuviese presionando a nada que ella no quiera, sabes que respeto las decisiones de Ginny más que nadie, incluso que tú.

—¿Por qué todo se ha puesto tan serio? Sabes que Ronald es un tonto cuando se pone celoso ¡No pongas esa cara!

—¿Quieres que diga las caras que tú has tenido por Ron y sus celos?— desafió silenciándola al instante. Se miraron entre los tres, tensos por un momento, justo antes de romper a reír. Se conocían de memoria, las debilidades, los defectos, las inseguridades y los anhelos, llevaban tanto vivido que parecía mentira que fuesen solo ese pequeño puñado de años escolares.

—Esto es tan lindo— cortó Hermione— a veces llegué a pensar que nunca sería así ¿Saben? Preocuparme solo por los exámenes, por la vida adulta que hay allá afuera.

—¿Tú preocuparte? ¡Yo debo preocuparme! ¡Si reprobaré todo! — Hermione palmeó el hombro de su novio.

—Si estudiaras conmigo cuando te lo digo, no reprobarías nada Ronald. Y tú tampoco, Harry.

—Hermione estudias hasta los domingos, ni siquiera iría a la cabaña de Hagrid si fuera por ti— negó con la cabeza, resignada.

—Han pasado casi ocho años y seguimos siendo los mismos chicos entrometidos y extraños de aquel entonces— Harry sonrió, después de todos esos años, de demasiadas aventuras, idas y vueltas, seguían siendo los mismos de siempre, aunque habían crecido y muchas cosas habían cambiado, ellos seguían ahí, frente a la imagen del colegio que los había unido para empezar.

—¡Chicos!— la pelirroja venía corriendo, se acercó a ellos tres y dejo un paquete, mientras se detenía a respirar agitadamente— Correo del ministerio, Pig me lo ha dado a mí, ya sabes cómo no tienes lechuza— Harry se quedó mirándola, estaba tan bonita, sonrió al notar que traía su campera puesta, desde que se la había regalado la usaba todos los días de frio. Ginny era tan hermosa que parecía irreal— Y estaba diciendo que las ranas de chocolate tomaran posesión del Ministerio ¿verdad que tengo razón Harry?— comento la pelirroja notando que su novio estaba distraído.

—Si, tienes razón— murmuro sin siquiera saber que había dicho la pelirroja hasta que escucho las escandalosas risas de Ron y Hermione— ¿Qué ocurre?— pregunto saliendo del transe.

—Que aparentemente tú no puedes usar dos sentidos al mismo tiempo y están tan ocupado mirándome que no puedes escucharme— Harry sonrió y se acercó a darle un beso.

—Bueno, ¿vemos que tiene el paquete?— corto Ron intentando no mirar las manos de Harry que seguían en la cintura de su hermana, abrió el paquete sin cuidado y vio dentro— Hay papeles— comento desilusionado.

¿Qué paso en esos 19 años?Where stories live. Discover now