Capítulo 1

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En una tranquila noche en la calle de Little Whinging, Harry se encontraba sentado al lado de la ventana de su habitación admirando el cielo estrellado que resplandecía esta noche, no había ninguna emoción en su rostro, pero sus ojos eran tristes y opacos, hace mucho tiempo que los demás que vivían en esa casa se habían dormido, los ronquidos ahogados de Dudley se escuchaban a través de las paredes, los de tío Vernon que parecían más a los de una morsa, resonaban por toda la casa. Era sorprendente que los vecinos que tenían jamás se hallan quejado del ruido. En cambio, los de su tía Petunia se escuchaban ahogados. Harry siempre se ha preguntado desde que lo cambiaron al segundo piso (cuando recibió su primera carta para asistir al colegio Hogwarts) si el verdadero motivo de su ronquido ahogado era por el peso aplastante que debía sufrir en la noche al dormir con su esposo en esa pequeña cama matrimonial que compartían.

Una sonrisa traviesa surgió de su boca al solo imaginar a su tía aplastada sobre el colchón por el inmenso cuerpo de su tío Vernon ocupando casi toda, o si es que verdaderamente la ocupaba en su totalidad y su tía durmiera en la esquina sin pasar frio por el caluroso y enorme cuerpo que estaba encima de ella, eso tal vez explicaría el largo cuello que posee por estar siembre colgando de su cama al dormir, aparte de su actividad diaria de espiar a los vecinos sobre las cercas y ventanas.

Un sonoro suspiro salió de sus labios al contener la risa, y su mirada se volvió melancólica de nuevo en solo un instante, no había recibido ni una carta de sus amigos, si siquiera de su padrino en todo el verano, sintiendo que lo habían olvidado.

Se levanto con un poco de dificultar al sentir como sus músculos protestaban al repentino movimiento, había estado sentado junto a ventana por horas que era normal sentirse así, se recostó con lentitud ocultándose bajo sus sabanas, intentando dormir lo que quedaba de la noche, sintiendo como lagrimas silenciosas escurrían por su rostro mojando su almohada y mejilla, cayó dormido cuando la luna estuvo en su punto más alto y las estrellas resplandecían en su totalidad con el deseo de que mañana fuera un mejor día, aunque después de haber pedido lo mismo desde que regreso del colegio, estaba comenzando a perder esperanzas de que fuera diferente y mejor que el día que vivió.

Repentinamente se encontraba enfrente una entrada casi completamente cubierta por la hiedra, no sabía en donde estaba, pero era de noche y el frio viento causo que su cuerpo se estremeciera, sacó una vieja llave de su suéter, la introdujo en la cerradura y abrió la puerta sigilosamente. Penetró una cavernosa cocina. Harry se dio cuenta con horror que ese no era su cuerpo porque sin importar en donde quisiera mirar o caminar su cuerpo seguía caminando en la casi total oscuridad, abriéndose camino a tientas, mientras percibía el olor a decrepitud y aguzaba el oído para captar cualquier sonido de pasos o de voces. Llegó a un vestíbulo, un poco más iluminado gracias a las amplias ventanas divididas por parteluces que flanqueaban la que creyó era la puerta principal, y comenzó a subir por la escalera. En el rellano, Harry torció a la derecha y vio de inmediato al final del corredor que había una puerta entornada, y una luz titilante brillaba a través del resquicio, proyectando sobre el negro suelo una línea dorada. El cuerpo se fue acercando pegado a la pared, con el cayado firmemente asido. Cuando se hallaba a un metro de la entrada distinguió una estrecha franja de la estancia que había al otro lado. Pudo ver entonces que estaba encendido el fuego en la chimenea. El cuerpo se quedó inmóvil de nuevo pegándose más a la pared negándole la vista al interior de la habitación y escuchó con toda atención, el interior de la estancia al reconocer la voz de un hombre que parecía tímido y acobardado.

— Queda un poco más en la botella, señor, si seguís hambriento.

—Luego —dijo una segunda voz. También ésta era de hombre, pero extrañamente aguda y tan fría como una repentina ráfaga de viento helado. Algo tenía aquella voz que erizó los escasos pelos de la nuca de Harry —. Acércame más al fuego, Colagusano.

Traición (Libro 2)Where stories live. Discover now