Capitulo 29

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—¿Lo has oído? —preguntó Myrtle.

—Sí... Donde nuestras voces suenan, ven a buscarnos... No sé si me convencen... Espera, quiero escuchar de nuevo. —Y volvió a sumergirse.

Tuvo que escuchar la canción otras tres veces para memorizarla. Luego se quedó un rato flotando, haciendo un esfuerzo por pensar, mientras Myrtle lo observaba sentada.

—Tengo que ir en busca de gente que no puede utilizar su voz sobre la tierra —dijo pensativamente— Eh... ¿quién puede ser?

—Eres de efecto retardado, ¿no?

Nunca había visto a Myrtle la Llorona tan contenta, excepto el día en que la dosis de poción multijugos de Hermione le había dejado la cara peluda y cola de gato. Harry miró a su alrededor, meditando. Si sólo se podían oír las voces bajo el agua, entonces era lógico que pertenecieran a criaturas submarinas. Así se lo dijo a Myrtle la Llorona, que sonrió satisfecha.

—Bueno, eso es lo que pensaba Diggory —le explicó— Estuvo ahí quieto, hablando solo sobre el tema durante un montón de tiempo. Un montón de tiempo, hasta que desaparecieron casi todas las burbujas...

—Criaturas submarinas... —reflexionó Harry en voz alta intentando no imaginar lo que Myrtle canturreaba— Myrtle, ¿qué criaturas viven en el lago, aparte del calamar gigante?

—¡Uf, de todo! He bajado algunas veces, cuando no me queda más remedio porque alguien tira de la cadena inesperadamente...

Tratando de no imaginarse a Myrtle la Llorona bajando hacia el lago por una cañería acompañada del contenido del váter, Harry le preguntó:

—Bueno, ¿hay algo allí que tenga voz humana? Espera... —Harry se acababa de fijar en el cuadro de la sirena dormida— Myrtle, ¿hay sirenas allí?

—¡Muy bien! —alabó ella muy contenta— ¡A Diggory le llevó mucho más tiempo! Y eso que ella estaba despierta... —con una expresión de disgusto en la cara, Myrtle señaló con la cabeza a la sirena del cuadro—, riéndose como una tonta, pavoneándose y aleteando.

—Es eso, ¿verdad? —dijo Harry emocionado— La segunda prueba consiste en ir a buscar a las sirenas del lago y... y...

Pero de repente comprendió lo que estaba diciendo, y se vació de toda la emoción como si él mismo fuera una bañera y le acabaran de quitar el tapón del estómago. No era muy buen nadador, apenas había practicado. Tía Petunia y tío Vernon habían enviado a Dudley a clases de natación, pero a él no lo habían apuntado, sin duda con la esperanza de que se ahogara algún día. Era capaz de hacer dos largos en aquella piscina, pero el lago era muy grande y profundo... y las sirenas seguramente vivirían en el fondo...

—Myrtle —dijo Harry pensativamente— ¿cómo se supone que me las arreglaré para respirar?

Al oír esto, los ojos de Myrtle se llenaron de lágrimas.

—¡Qué poco delicado! —murmuró ella, tentándose en la túnica en busca de un pañuelo.

—¿Por qué? —preguntó Harry, desconcertado.

—¡Hablar de respirar delante de mí! —contestó con una voz chillona que resonó con fuerza en el cuarto de baño— ¡Cuando sabes que yo no respiro... que no he respirado desde hace tantos años...! —Se tapó la cara con el pañuelo y sollozó en él de forma estentórea.

Harry recordó lo susceptible que Myrtle había sido siempre en lo relativo a su muerte. Ningún otro fantasma que Harry conociera se tomaba su muerte tan a la tremenda.

—Lo siento. Yo no quería... Se me olvidó...

—¡Ah, claro, es muy fácil olvidarse de que Myrtle está muerta! —dijo ella tragando saliva y mirándolo con los ojos hinchados— Nadie me echa de menos, ni me echaban de menos cuando estaba viva. Les llevó horas descubrir mi cadáver. Lo sé, me quedé sentada esperándolos. Olive Hornby entró en el baño: ¿Otra vez estás aquí enfurruñada, Myrtle?, me dijo. Porque el profesor Dippet me ha pedido que te busque... Y entonces vio mi cadáver... ¡Ooooooh, no lo olvidó hasta el día de su muerte! Ya me encargué yo de que no lo olvidara... La seguía por todas partes para recordárselo. Me acuerdo del día en que se casó su hermano...

Traición (Libro 2)Where stories live. Discover now