¿Te acuerdas de cuando....?

3 1 0
                                    

By Toriiak

A base de locuras

¡Madre mía! ¡Aún estoy temblando!

Procuro invocar la calma y respirar hondo, en un vano intento de asegurarme de que no se trate de un error, que es lo más posible.

El resplandor azul de mi portátil se inocula en mi mirar, proyectando como un espejo el reflejo del mensaje que no he parado de releer.

Bueno, si se tratase de un error ya se hubiese dado cuenta, ¿no? ¿Cuánto tarda uno en percatarse de esas cosas? Seguro que le respondo y confirma mis temores.

¡A mí! ¡Me ha enviado un mensaje a mí! Entre los millones de fans que tiene, yo he sido la elegida. ¡No me lo creo!

El sonido del segundero de mi reloj de muñeca se clava en mis oídos como un eco constante, hasta conseguir que sea lo único que escuche. Me quito la sudadera de andar por casa que llevo puesta y me abanico la cara con la mano. De repente, me noto sofocada, retengo calor en la cara y en mis axilas parece que haya desembocado una lluvia torrencial. Al menos, ahora voy a juego con mi moño despeinado, mis ojeras marcadas, de haberme pasado la noche en vela delante del ordenador, y mi atuendo cómodo, que consta de una camiseta tres tallas más grandes, con algún agujerito, sinónimo de que ha visto tiempos mejores; unos pantalones de chándal, cuyo elástico ha cedido y tengo que colocarme cada poco. Por no mencionar, que si me miro ahora mismo en el espejo de aumento que tengo al lado, hay inicio de un bigote que juraría que no hace tanto que me depilado. Arrugo el ceño al analizarme mejor. ¡Vale!, también le tengo que dar un repaso a las cejas. Pero yo qué me echo en la cara, ¿crema o crecepelo? Resoplo, recordándome que los estereotipos que la sociedad marca para que una mujer encaje en los cánones de belleza no deberían afectarme, estoy por encima de ello; no obstante, las palabras que tengo ante mí quiebran esa determinación.

Una ducha. Eso es todo lo que necesito.

Me levanto con urgencia, poso las gafas de pasta que llevaba puestas sobre el escritorio y corro hacia el baño. Poco después de abrir el grifo, el agua caliente empieza a manar por la alcachofa de la ducha y las volutas de vapor ascienden llenando el lugar. Me desvisto, dejando las prendas a mis pies, en tiempo récord; me deshago el moño, dejo la goma sobre el lavabo, entro y cierro la mampara a mi espalda. Lo primero en ser recibido por el calor son mis pies, que por cierto parecían estalagmitas de lo entumecidos que los tenía, así que se agradece el cambio. Soy de extremidades frías, ¡qué le vamos hacer! Eso incluye la punta de la nariz, a veces parezco Rudolf.

Después de asearme como corresponde y que mi piel rechine como un vidrio al que le pasan un limpia cristales, me resigno a abandonar el calor de este cubículo.

Camino y desempaño el amplio espejo del lavabo con una mano, y decido observar de manera crítica mi cuerpo desnudo. Estrías, celulitis, flacidez en barriga, caderas y piernas, inicio de patas de gallo, alguna que otra cana... Suspiro y me envuelvo en un albornoz, colgado en un tirador de la pared. ¡La treintena! A pesar de todo, veo belleza en lo que miro cada día, ¡y pensar que alguna se deprime por ello! Supongo que se trata de priorizar según qué cosas.

Regreso a mi habitación y cojo lo básico para vestirme.

Una vez más adecentada y con un conjunto que se ciñe mejor a mi cuerpo, vuelvo a enfrentarme a ese «ominoso» mensaje.

will_parfitt:

No me perdono haber desatendido por tanto tiempo tus mensajes, y menos, desde que leí todo el amor que me profesas. Sé que lo que te voy a pedir a continuación es una locura, pero estoy desesperado. ¿Tendrías una cita conmigo la noche antes de San Valentín?

SaintVals' Anthology 2021Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum