- Hola, ya estoy en casa -, grite cerrando la puerta.
- Hola, cielo ¿qué ha pasado, por que llegas tan tarde? - preguntó mi marido, asomando por la puerta de la cocina.
- Un apagón, me quedé encerrada en el ascensor.
- ¿Otra vez?
- Sí. ¿Qué hay para cenar?
- Tortilla de patatas
Cenamos todos juntos y tras la cena acosté a la niña como cada noche y me senté en el sofá junto a mi marido para ver una película. La misma rutina de siempre.
Durante los siguientes días, traté de evitar a Víctor tanto como pude, pero a veces, era difícil, así que cuando coincidíamos, en algún pasillo o en la sala de descanso, ni siquiera le miraba a los ojos. Hasta que tras una semana de esquivarle a todas horas, era ya la hora de cerrar, como cada día hice el repaso por todas las clases revisando que no quedara nadie, hasta que al llegar a la de informática me lo encontré a él, aún sentado en su mesa.
- Hola - me saludó.
- Hola, tengo que cerrar.
- Sí, ya lo sé, pero me gustaría hablar contigo - me dijo levantándose .
Esta vez no podía escapar, por mucho que quisiera hacerlo y sabiendo que era lo más fácil, pero tenía que armarme de valor y afrontar lo que él tenía que decirme.
- Sí, lo siento - fue lo primero que fui capaz de decirle.
- ¿Te crees que eso es suficiente? - cogió una de mis manos con la suya, haciéndome sentir esa corriente eléctrica que me hacía desearle tanto - Llevas toda una semana evitándome, esquivándome. ¿Acaso te arrepientes de lo que pasó en el ascensor?
- Bueno, no es algo de lo que me sienta orgullosa tampoco, estoy casada, tengo una hija, entiéndelo.
- Lo entiendo y yo no te he pedido nada, pero tampoco quiero que pases por mi lado y no seas capaz ni de mirarme a la cara. Tú me gustas mucho y esperaba que fueras... no sé, por lo menos que fueras capaz de tratarme como a alguien con quien te lo has pasado bien. Alguien que te importa.
- Tú me importas y quizás por eso he estado esquivándote. Lo siento, de verdad, tú me gustas mucho - le dije cogiendo su cara entre mis manos y mirándole a los ojos - y te deseo, más de lo que nunca he deseado a nadie, me gustó mucho, tanto lo que pasó entre nosotros...pero...
- No puede volver a pasar ¿Es eso?
- Sí, no sé, no sé, estoy hecha un lío.
Y entonces me rodeó por la cintura con su brazo, me acercó a él y me besó apasionadamente, haciéndome sentir su virilidad creciendo entre ambos. Cuando rompió el beso, musité:
- No, Víctor, otra vez no.
- Pero lo deseas tanto como yo - dijo él, y tenía razón, me moría de ganar por sentirle, por tenerle de nuevo dentro de mí.
Pero a la vez sentía que había tantas cosas que nos separaban y que me decían que no debía seguir, que no podía seguir. Sentí sus manos acariciando mi culo por encima de la ropa. Aquel día me había puesto una falda y una blusa blanca. Volvió a besarme y yo correspondí al beso. Subió mi falda poco a poco, para acariciar mi culo por debajo de la ropa. Le deseaba y no podía evitar acariciarle, corresponder sus caricias, desnudarle, desabrocharle el pantalón que llevaba.
- Sara, si no paras ahora, te voy a tumbar sobre la mesa y te voy a hacer mía otra vez. ¿Es lo que quieres?
- Sí, quiero que lo hagamos otra vez, sí, joder, quiero que me folles y que me hagas sentir que soy la mujer más sexy del mundo - le confesé finalmente.
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Mis relatos eróticos
RomanceAlgunos de mis relatos eróticos, en los que podrás encontrar mucho erotismo e historias románticas. El primero NO TE ARREPIENTAS, trata sobre como Víctor y Sara se enamoran a pesar de la diferencia de edad entre ellos.