AMORES QUE MATAN

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Sé que este amor me va a matar. Por que cada día me atrapa más, y cada día es más imposible, y lo peor de todo, es que jamás existirá la más mínima posibilidad de que se haga posible.

Conozco a Adrián desde siempre, nos hemos criado juntos, y juntos descubrimos el mundo. Siempre supe que le gustaban los hombres, pero eso no impidió que me enamorara de él. Supongo que el amor no tiene condiciones, no entiende de razones; que nuestro corazón es el que manda y dirige sus sentimientos hacía la persona menos adecuada a veces. Por eso, cada día a su lado, es como estar en el paraíso y a la vez es un infierno. Y lo peor de todo es que, por primera vez en su vida se ha enamorado locamente, y yo soy su confidente. Me habla de Néstor constantemente, me cuenta todo lo que hacen y mi corazón se muere de celos. Siento que quiero morir cuando me cuenta como fue su primer beso. O cuando se debate nervioso, porque lleva dos días sin llamarle.

Pero lo peor, lo que más me ha dolido, lo que de verdad me hace pensar en que este amor me va a matar, es lo que Adrián me contó ayer.

Habíamos quedado, como cada domingo, a las 12 del mediodía. En la Cantina que hay junto a mi casa. Como siempre, yo llegué primero; así que busqué una mesa vacía, pedí una coca-cola y me senté a esperarle. Cinco minutos más tarde apareció por la puerta. Me buscó con la mirada y se acercó a mí. Me dio un beso en cada mejilla y se sentó en la silla que había a mi derecha.

— ¡Buenos días!

— ¡Buenos días! — le contesté. — ¿Qué tal tu cita con Néstor?.

— Bien, muy bien — me respondió él.— Fantástico.

Y entonces empezó a contármelo. Su voz se tornó un cuchillo en mis oídos, que a cada palabra se clavaba un poco más en mi corazón. Tuve que oír como Néstor lo había llevado hasta su casa, y allí empezaron a besarse.

"Mis manos empezaron a recorrer el cuerpo de Néstor al igual que las de Néstor recorrían mi cuerpo", mientras me contaba como Néstor le había amado, su cuerpo se revolvía en la silla. La imagen empezó a formarse en mi imaginación. "Néstor me besó, y sus labios empezaron a descender por mi cuello, haciendo que me estremeciera". Mi cabeza daba vueltas. "Nervioso trataba de despojar a Néstor de su camiseta. Cuando lo logré, un torso perfecto apareció ante mis ojos, lo acaricié. Mientras Néstor me chupaba el cuello haciéndome gemir y estremecerme. Mi polla estaba más tiesa de lo que nunca había estado. Deseaba a aquel hombre más que nada en el mundo. Por eso busqué el cinturón y se lo desabroché, mientras Néstor me desabrochaba la camisa blanca que llevaba y al descubrir mi pecho lo besó con ternura. Fue tan tierno". Me dijo mirándome fijamente a los ojos. Yo quería morirme, pero él siguió contándome.

"Conseguí desabrocharle el pantalón a Néstor y metí la mano en busca del ansiado pene. Lo palpé por encima del slip, estaba tieso y palpitaba de deseo. Metí la mano dentro del calzoncillo y lo cogí firmemente. Néstor se agitó excitado al sentir aquella caricia sobre su miembro viril. Y decidió buscar también mi erecto pene, desabrochándome el pantalón, mientras nos besábamos". Mi corazón se iba deshaciendo en mil pedazos mientras escuchaba aquellas palabras.

"Su mano tocó mi sexo y me estremecí sin remedio. Lo había deseado durante tanto tiempo, y por fin sucedía. Su mano cálida alrededor de mi sexo, creí que iba a correrme sin remedio, pero traté de mantener la calma. Mi mano masajeaba su sexo, y la suya el mío. Ambos empezamos a gemir, sus labios buscaron los míos, nos besamos". Me sentía cada vez más pequeña ante aquel hombre al que tanto amaba, pero en el fondo de mi corazón algo me decía que debía ser feliz, porque él era feliz.

Mis relatos eróticosWhere stories live. Discover now