3. Explorando otros sitios

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—Buceo, esnórquel, bungee, paravelismo, kayak, nado con delfines, avistaje de ballenas en temporada, paseos en lancha, surf, y entre otras cosas se pueden hacer aquí —dijo la señora Hernández, mientras bajaban sus maletas.

—¡Wow! ¡Hay piscina! —la pequeña Laura.

—¿Podemos meternos?

Carla y su marido dijeron que sí a sus hijos, pero primero, debían desempacar.

La familia había rentado una casa para quedarse la semana y media que planeaban. Los niños dormirían en una misma habitación, sus padres en una diferente a la de la señora Hernández , mientras que Wang Yibo y Xiao Zhan en una compartida.

Cuando los muchachos entraron a su habitación, Xiao Zhan brincó a la cama del lado derecho y la reclamó como suya. Wang Yibo ocupó la cama que estaba pegada a la pared.

El primer día no salieron de casa. Los niños y muchachos nadaron en la piscina y comieron de la carne asada que el esposo de Carla había preparado. Por la noche, miraron películas y la pareja de adultos salió a dar un paseo a la playa. Cómo siempre, la señora Hernández se quedó dormida luego de su novela de las nueve y los niños al poco rato después de ella, lo que dejó a Wang Yibo y Xiao Zhan a solas en el jardín.

Ambos miraban el cielo nocturno y sentían el fresco erizar su piel; hablaban de las playas en su país y de cuántas habían visitado cada quien. Se prometieron que al estar de regreso, los dos en China, se buscarían y visitarían todas las que no conocían.

También, aprovecharon ese rato íntimo para nadar un poco. O al menos ese fue su pretexto para cogerse de la mano sin que nadie les viera, sumergirse y darse un beso para compartir el oxígeno. Sus labios se habían extrañado desde la noche que salieron de México y ese momento a solas era su momento.

Ninguno de los dos se percató que comenzaba a existir una necesidad más allá de los besos.

Sintiendo la piel mojada del otro, sus manos buscaban mayor acercamiento, explorar por debajo de la prenda.

—Es hora de dormir —susurró Wang Yibo, rompiendo el beso antes de hacer algo peligroso en plena piscina.

—Es hora de dormir —afirmó Xiao Zhan, mordiéndose el labio.

Salieron del agua y esperaron a que ésta dejara de escurrir, luego, subieron con cuidado hasta su habitación.

El silencio en la casa era notorio. Nada, salvo el frigorífico y la pecera, eran los únicos que hacían ruido. Fueron cuidadosos al momento de dejarse caer sobre la cama, besandose y tratando de eliminar toda aquella distancia que hubiera entre sus cuerpos. Sólo las prendas eran las únicas que impedían más contacto.

—¿Estás seguro? —preguntó Wang Yibo, notando cómo Xiao Zhan se apretaba más y más hacia él.

—Si me lo preguntas no lo estaré.

Abrazó el cuello del menor y se aferró a sus labios, buscando el contacto de las dos lenguas. Su ropa, aún mojada, hacía fricción con la del contrario, elevando el calor de la piel y la necesidad de deshacerse de ella.

—Esperemos un poco más... —dijo de repente Wang Yibo, rompiendo el acto otra vez —quiero que sea... Especial.

Xiao Zhan sonrió. Aquel muchacho (ya no tan desconocido), era un gran tío. Mentiría si dijera que no se sintió conmovido con sus palabras. También mentiría si no dijera que, en el fondo, también quería lo mismo: una primera vez mágica.

—Cambiémonos de ropa, ¿Si? —susurró Wang. Xiao Zhan aceptó.

Se despojaron de las prendas mojadas, sustituyéndolas por playeras de algodón y calzoncillos del mismo material. Se arroparon en la cama seca y durmieron hasta la mañana siguiente.

°•𝑵𝒖𝒆𝒔𝒕𝒓𝒐 𝑫𝒆𝒔𝒕𝒊𝒏𝒐•° | YiZhan °•♡•° [MPreg]Where stories live. Discover now