Algo muy Diferente.

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Existen magias con las que nadie se debería meter y Tom está apunto de conocer una peor que los horcrux.

—Tardaste demasiado —le reclamó Tom a April mientras esta se sentaba junto a él en clase de pociones.

—Me retrase —dijo ella sin darle mucha importancia apresurándose a sacar sus ingredientes, libro de pociones y poner al fuego su caldero.

—¿Con qué? —preguntó Tom, no había olvidado aún su charla en el gran comedor. Ella sabía que él había estado leyendo su mente. ¿Pero cómo? Era poco probable que pudiera pretender que ella fuera de su grupo si sabía que él tenía gran ventaja sobre ella y sobre su mente. April era su igual, tan buena como él. Era lista, aunque a diferencia de Tom cometía el simple pecado de confiar más en la gente de lo que se debería confiar.

—Que te importa —respondió algo atareada intentando ponerse al día con la poción, había llegado por lo menos 5 minutos tarde, por lo que se perdió las instrucciones— ¿Qué página del libro es?

—Que te importa —respondió Tom siguiendo el ejemplo de ella, aunque le pasó su propio libro abierto en la página adecuada. Era un libro muy desgastado, como casi todas las cosas de Tom, que pagaban el fondo de ayuda del colegio.

Las mazmorras estaban tan frías como siempre, en ella se encontraban 10 diferentes estudiantes con sendos calderos, que sudaban y se enfrascaban en grupos de 3 y 2 personas en complicadas pociones. Tom, que era en sobresaliente, trabajaba solo, él no necesitaba prestar mucha atención en clase de pociones, de hecho, en ninguna otra, era francamente hábil.

El profesor Slughorn se pasaba elogiando las pociones de su club y buscando entre los presentes a personas con talentos mágicos destacables de todo tipo. Tanto Tom como April pertenecían a su club.

Se acercó a la mesa de April y Tom echando un vistazo a ambas pociones:

—Tom francamente magnífica, sin duda la mejor de la clase —lo loaba— y la mejor que he visto en varios años sin duda.

—Su modestia es muy grande profesor —contestó Tom— Estoy seguro que cualquiera de sus pociones dejaría muy por lo bajo a las mías.

April puso los ojos en blanco. Tom no notó, o simplemente fingió no notarlo.

"Tom siempre había tenido una estrecha relación con el profesor Slughorn, pero no era común verlo halagar a alguien si no buscara nada a cambio" pensó April.

—Oh señorita Tyler, se encuentra algo retrasada —dijo el profesor Slughorn con una enorme sonrisa, y sujetándose su enorme barriga, mirando el caldero de April que aún no hervía.

—Lo siento profesor, llegué un poco tarde —se excusó la chica apresurándose a ponerse al día aún con la mirada fija en Tom, meditando que se tendría entre manos.

—No te preocupes. Se que esta poción la puedes hacer con los ojos cerrados. No hay problema —nuevamente rió de forma escandalosa, provocando que su enorme barriga vibrara. April sonrió sin detenerse en la preparación de la poción. Ninguno de los chicos dijo nada, así que el profesor continuó:

—Pero si tendremos problemas si no asisten a mi fiesta de inicio de clases. En el tren se han podido librar por esa reunión de prefectos —dijo Slughorn quitándole importancia con un movimiento de mano, quedaba claro que pensaba que estar en su club era mucho más importante y tenía mucho más futuro que ser prefecto— Pero si me rechazan esta vez pensaré que me huyen.

—Estaré encantado en asistir —añadió Tom, sin sonreír o mostrar en su tono de voz ni la más mínima gota de alegría por asistir. Pero estaba claro que no quería que Slughorn pensara que él lo despreciaba. Slughorn dedicó una gran sonrisa. Y se volvió a April, que tenía cara de pena, y preguntó:

El Origen del Mal: Tom RyddleWhere stories live. Discover now