Simulando

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¿Una buena actuación, cae en una realidad?

Tom no dijo nada, no se le ocurría nada para poder contradecir eso, para él era una posición muy incómoda, era estar expuesto.

Nuevamente se quedaron en silencio. A Tom empezaba a faltarle el aire, habían quedado limitados a un lugar muy pequeño, y todo el espacio que estaba desocupado alrededor de ellos estaba aún cubierto de polvo. De vez en cuando escuchaba una leve tos proveniente de su pecho que rompía el silencio. Tom intentó moverse, pero solo logró que algo más de polvo les cayera en la cabeza.

—Basta —le dijo ella— O lograrás matarnos. No tenemos que movernos, solo esperar a que algún profesor o prefecto venga a ayudarnos.

—Lord Voldemort, no necesita ayuda de nadie —dijo testarudamente Tom intentando liberar su brazo izquierdo y moverlo en dirección hacia donde sabía que podría estar su varita. Tom sabía que con su varita podría con gran facilidad salirse. Logró soltar un brazo, y escarbó entre los escombros con el fin de llegar a su varita. No lo logró. Por el contrario solo logró que el gran estante que majaba parte del cuerpo de April resbalara un poco más.

Tom se detuvo en su afán de buscar la varita, era inútil.

—Empujaremos el mueble —le dijo a April

—Deberías dedicarte a la comedia —respondió ella de mala gana. Tom se sacudió con fuerza con el fin de intentar cambiar en algo el estado en el que estaban. Esta vez tuvo un poco más de éxito, de cierta forma. El movimiento de Tom empujó a April contra el estante, ella soltó un sollozo, él se detuvo.

—¿Estás herida? —preguntó Tom sin importarle en lo más mínimo el estado de April, mas bien era un reclamarlo.

—Creo que me quebré la muñeca, y creo que me incruste algo en la pierna pero no puedo ver —dijo ella, Tom bufó— No fue mi culpa —alegó ella indignada— Todo esto es tú culpa.

—No discutiré contigo —dijo Tom con mucha propiedad.

Él empezaba a preocuparse, seguía escuchando mucho tumulto de pisos inferiores, era evidente que todo el colegio tenía problemas. Necesitaba un plan, tenían al menos 15 minutos bajo los escombros y no sabía cuánto iba a aguantar la estructura. Intentaba pensar como estaría la situación en todo el colegio, tendría que estar todo muy mal, de otra manera alguien ya habría ido en su ayuda.

Pensó en los invernaderos, el gran comedor, las mazmorras, pensó en su propia sala común y dormitorio, pensó en cada punto que conocía del colegio, casi podía visualizar la situación. Posiblemente estarían en caos completo, pensó en estudiantes corriendo por los pasillos buscando ayuda para sus compañeros atrapados o buscando a sus familiares con desesperación, para cerciorarse de que se encontraran bien. Él no habría tenido ese problema, no tenía amigos por los cuales correr, ni familia a la cual proteger.

A pesar de ese razonamiento estaba atrapado por regresar en ayuda de April, si hubiera decidido ir por su varita en vez de por April, habría salido sin problema, aunque seguramente ella estaría aplastada. Tom sonrió y la idea de causarle dolor a April sonaba bastante tentadora.

La primera hora pasó. Tom empezaba a perder la paciencia pero entre más se movía en peor situación quedaban.

—¿April? —preguntó él. Ella no contestó, llevaba un buen rato callada— ¿April? —la respuesta tampoco llegó— ¿APRIL? —grito. Algo de polvo le cayó en el rostro, cerró los ojos y espero la respuesta.

—mmmm —dijo ella en un susurro. Tom dio un suspiro aliviado.

—Pensé que...-

-¿Me extrañaste Ryddle? —preguntó ella con un hilo de voz, al parecer había estado inconsciente.

El Origen del Mal: Tom RyddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora