Capítulo 8: El tiempo que nos queda.

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Capítulo 8: El tiempo que nos queda. 

Ya habían pasado tres días desde que sus padres le informaron a Jonathan lo del viaje, y aunque él intentó por todos los medios decirle a Oscar no pudo hacerlo. Apenas abría la boca se quedaba pasmado y sin poder pronunciar nada, como si fuera el orador de una ceremonia al que de pronto se le olvidó el discurso.

—¿Jonathan, quieres que hagamos algo esta tarde? —llamó Oscar, que estaba sentado en el pupitre continuo al de Jonathan. Ahora cuando le hablaba lo hacía con una gran sonrisa, orgulloso de él, eso desde que Jonathan les había dicho a su padres que era gay, solo que no lo había hecho, pero había dejado a Oscar asumir que sí.

—¿Qué? —preguntó Jonathan sobresaltado ahora que volvía a la realidad. Había estado sumergido en sus pensamientos.

—Que si quieres que hagamos algo esta tarde... —repitió y lo miró extrañado.

—Ah, sí, lo que tú quieras —dijo con una mueca disfrazada de sonrisa. Pero eso no convenció a Oscar.

—¿Qué te pasa? —inquirió Oscar ahora preocupado e inclinándose al asiento del otro.

—Nada, en serio—respondió Jonathan y esta vez le brindó una sonrisa más auténtica, tanto que Oscar creyó que solo había imaginado el pequeño ceño fruncido preocupado de su novio.

—Ok.

Entonces continuaron haciendo sus deberes de la escuela. Al salir del salón se encontraron juntos, y sin miedo alguno se tomaron de la mano, porque ¿qué más daba hacerlo? Todos en la escuela ya lo sabían. Unos los miraban aún muy raro, y aunque eso le molestara de sobremanera a Jonathan, a Oscar lo hacía sumamente feliz, así que por mucho que le disgustara lo hacían.

—¿Y a dónde quieres ir? —preguntó Jonathan mirando Oz con todo el amor que le tenía y éste se sintió feliz.

—A donde sea...sólo caminemos...

Entonces lo hicieron, caminaron tanto que cuando se detuvieron en un parque para niños Jonathan no sabía en donde estaban, pero Oscar sí. Fueron bajo la sombra de un frondoso árbol.

Jonathan se dejó caer inmediatamente y se sentó con las piernas abiertas e inclinado hacia adelante. Oscar cayó a su lado exactamente igual.

—Oscar... —lo llamó Jony, pero no lo miró. Tenía la vista clavada en un grupo de niños que corrían y gritaban alegres a lo lejos. Los envidiaba, él quería poder reír tan ampliamente como ellos —¿Tú me cuentas todo lo que pasa en tu vida?

—Claro—respondió Oscar sin vacilación—. Todo lo importante...

—Genial... —dijo sintiéndose menos que un gusano bajo el zapato.

—¿Tú? —Oscar lo miró con los ojos entrecerrados a causa del sol, y sus pestañas brillaban como el oro mismo, para Jonathan fue algo hermoso de ver.

—También —dijo, y se acercó para besarlo, fue un beso corto pero lleno de amor, solo para recordarle que él era importante.

Ya en la noche, mientras Jonathan estaba a punto de caer dormido, solo podía pensar en Oscar, en lo mucho que lo quería, en todas sus sonrisas, en su cabello rubio brillando al sol, en su voz que era apenas más grave que la suya misma, en las veces que se enojaba y sus ojos azules perdían vida, en su forma de expresarse, todo lo que él representaba, entonces se sintió morir, porque no podía imaginar simplemente ya no verlo. Oscar era más que solo su novio, eran amigos, confidentes...todo, y lo que más le molestaba era el poco tiempo que habían estado juntos, solo nueve meses, eso era tan poco. En su cabeza había muy pocos recuerdos, y la mayoría de ellos estaban teñidos de algo oscuro; de vergüenza y miedo. Había realmente muy pocos recuerdos buenos, y solo tenía menos de un mes para crear más recuerdos buenos...

Solo AmorWhere stories live. Discover now