Capítulo 3; Sentimientos emergentes

363 43 4
                                    

Capítulo 3; Sentimientos emergentes 

Tanto había deseado estar enfermo para faltar el lunes a la escuela que finalmente, cuando el lunes llegó, estaba realmente enfermo. Su piel ardía, sentía su cabeza como un tanque de gas sobrecargado a punto de explotar y tenía la frente perlada de sudor. La madre de Jonathan había revoloteado alrededor de la cama de su hijo ansiosamente.

 —Jony…mi amor, ¿cómo te sientes? —preguntó ella por enésima vez. Si hubiera podido escuchar lo que su hijo pensaba, se habría enterado de que lo único que podría hacerlo sentir mejor era que ella se fuera.

 —Mamá…—la voz de Jonathan era lastimera—. Tengo sed—aquello lo dijo para que su madre se fuera y lo dejara aunque sea un minuto asolas, un minuto en el cual tendría que enfrentarse a sus demonios internos.

La mujer salió disparada a la cocina, feliz de poder complacer a Jonathan en algo. Cuando se quedó a solas, se mordió la lengua hasta que el sabor metálico inundó su boca, quería provocarse dolor, algo más eficiente que un simple dolor de cabeza, algo que lo despejara de todos esos sentimientos que de pronto salían a la superficie.

Recordó todas esas veces en que la compañía de los chicos era más emocionante que la de las chicas. Recordó también el momento en que su novia inglesa terminó con él porqué dijo que no se le notaba interesado en la relación. Notó muchas cosas que quizá sin ese beso nunca las hubiera advertido.

 De pronto la puerta se estrelló contra la pared, él volteó exaltado. Desde el día del beso esperaba a que alguien entrara a su cuarto y le dijera que merecía ser castigado porque había hecho algo muy malo, pero simplemente se trataba de su padre, que con una muleta se arrastró hasta allí y habiéndose apoyado en la puerta hizo mucho ruido.

 —¡Jonathan, mi muchacho! ¿Qué haces allí acostado? ¡Que un pequeño resfriado no te venza! ¿Cómo planeas ser mochilero si no resistes un resfriado? —y caminando con dificultad se sentó en el borde de la cama y planeó el hombro de su hijo.

 Jonathan se limitó a fulminarlo con la mirada. Lo último que él quería era ser un mugroso mochilero. Odiaba que su padre se hiciera falsas ilusiones con él, que quisiera cumplir sus sueños frustrados en él.

—¡Mira a tu padre, aun con una pierna rota no está fuera de combate! —continuó el hombre golpeando su pierna herida con la muleta.

—No hagas eso…—lo regañó Jonathan con voz suave tomando su mano.

 Se quedaron un momento más en silencio, en el que Jonathan todo lo que quería era que su padre se fuera.

—Bueno, hijo, espero que mañana estés listo para la escuela —comentó su padre golpeándolo en el hombro con más fuerza de la necesaria y se marchó de allí. Ni bien salió entró nuevamente su madre con un gran vaso con agua, él lo tomo rápidamente y esperó a que ella se fuera. Cuando por fin lo hizo, suspiró de alivio. 

***

Cuando Jonathan abrió los ojos, su visión aún era borrosa en los bordes, pero pudo ver algo, blanco y plateado, que se movía desde la puerta hasta su lecho. De pronto sintió una fresca mano en su frente que le movía los cabellos negros a un lado. Se revolvió entre la delgada sábana de color blanco e hizo un ruidito. Aquella fresca mano, que se sentía como la sombra de un árbol en mitad del desierto, resbaló por su rostro hasta su mejilla donde se quedó. El pulgar rozaba insistentemente su mejilla acalenturada. Jonathan puso su mano encima y entrelazó los dedos, la otra mano se ajustó.

 —Me gusta tu cabello negro —dijo Oscar que estaba sentado en el borde de la cama.

 Al tiempo en que terminaba de oír eso, Jonathan se levantó disparado de la cama y vio, con ojos desmesuradamente abiertos, a Oscar. Pero el hecho de que se levantara tan repentinamente le produjo vértigo y sintió que todas las paredes se le venían encima. Como pudo corrió al baño de su habitación y cerró la puerta tras él. Allí metió la cabeza en el inodoro y vomitó lo poco que había comido.

Solo AmorWhere stories live. Discover now