➶ 09

1.3K 228 50
                                    

Toda su ropa estaba mojada en claro signo de que momentos antes se había metido al agua aún con esas bajas temperaturas

Ops! Esta imagem não segue as nossas directrizes de conteúdo. Para continuares a publicar, por favor, remova-a ou carrega uma imagem diferente.

Toda su ropa estaba mojada en claro signo de que momentos antes se había metido al agua aún con esas bajas temperaturas. Tanjiro pensó en lo estúpido que podía llegar a ser o realmente era un ser carente de neuronas. Aunque todo pensamiento se vió opacado cuando vió que el peliazul tenía intenciones de saltar de allí para caer directo a la piscina enfrente suyo.

—¡Inosuke baja de ahí! ¡¿Eres idiota?! ¡Te voy a cagar a trompadas!

Gritó tan fuerte como pudo, llamando la atención innecesaria de varias personas a su alrededor pero le importó poco y un carajo. Tenía las venas de la frente tan marcadas que por un segundo pensó que le explotarían con todas las abrumadoras situaciones que estaba soportando desde que puso un pie en esa maldita casa.

—¡Monjiro!

Inosuke sonrió tan pronto como lo vió y balanceándose en sus pies inestables logró bajar del techo, raspándose los brazos y el estómago cuando se deslizó por las tejas y la remera mojada se le despegó de la piel húmeda.

Se acercó a Tanjiro tan rápido como las personas que se cruzaban le permitieron y le dedicó una mirada cargada en expectación cuando notó la moqueta fastidiada del pelirrojizo.

Tanjiro bufó molesto.

Inosuke, por su parte, esperó que Tanjiro se preocupase por él como solía hacerlo o que, al menos, le revolviese el cabello mojado y le reprendiese a su forma amable. Por lo que cuando Kamado chasqueó la lengua y continuó en completo silencio, con la cara larga y enojado, Inosuke se quedó con una expresión desencajada en su rostro.

—¿Qué...

Tanjiro agarró su muñeca antes de que pudiese decir algo más que, estaba seguro, terminaría por sacarlo de sus cabales. Lo arrastró por todo el lugar, intentando encontrar la entrada de nueva cuenta a la casa y tuvo que hacer una parada y negarse cuando un pelado con mala pinta y tatuajes en el rostro le ofreció algún tipo de sustancia desconocida. Inosuke saludó al hombre como si fueran amigos de toda la vida y rápidamente fue jalado por Tanjiro una vez que divisó la puerta cuando vió que tenía intenciones de aceptar lo que aquél tipo les ofrecía.

Rebuscó un largo rato por toda la casa el baño, abriendo puerta por puerta sin ningún resultado positivo y no fue hasta que Inosuke se dignó a indicarle donde estaba el cuarto que, finalmente, pudieron entrar allí y acallar un poco la música.

—¿Qué hacemos acá? — indagó.

Tanjiro se abstuvo de responderle y de mala gana buscó entre los cajones alguna toalla que le sirviera.

—No me ignores. — atacó frunciendo el ceño.

Lo obligó a voltearse frente al espejo y con la toalla comenzó a secarle el cabello aún con su expresión enojada. Inosuke, para sorpresa de Tanjiro, se mantuvo callado por unos cortos minutos en los cuales Kamado utilizó para calmar su humor de mierda.

Derrotado, Inosuke se quedó tieso como una roca viendo el reflejo de Tanjiro concentrado en lo que hacía. Aunque comenzó a sospechar que, más que ayudarlo, estaba desquitándose con él cuando comenzó a jalonearle el cabello de forma brusca.

—¿Acaso quieres dejarme calvo, Monjiro?

Kamado lo observó por el espejo y le dedicó una mirada de silencio. Inosuke rodó los ojos y, aburrido, comenzó a observar las gavetas del mueble frente a él, tocando y desordenando las cosas.
Una vez que su cabello estaba lo suficientemente seco, le pegó un manotazo al dorso de su traviesa mano que continuaba desacomodando todo a su paso.

—Quédate quieto.

Fue lo primero que escuchó de Tanjiro después de aquella reprimenda que le había pegado cuando lo vió colgado del techo cual mono.

—No me ignores. — reiteró con clara molestia cargada en su voz.

Odiaba ser ignorado y más si se trataba de Tanjiro.

Mientras que él hacía un sobre esfuerzo inhumano para contener las inmensas ganas de patearle el culo, cruzó los brazos por encima de su pecho y se apoyó en el lavamanos.

—Quiero que me lleves a mi casa. — declaró de manera corta y concisa.

Hashibira sonrió y se sentó en el inodoro con la tapa baja, jugueteando con una esponja de baño que había encontrado. —¿Por qué? ¿No te estas divirtiendo?

El tono jocoso que usó para decir aquello le causó dolor de cabeza.

—Nunca quise venir a esta fiesta de mierda. Tu me obligaste a subir al auto.

—Pero tu no nos dijiste que no querías venir, Monjiro.

Estiró las comisuras de sus labios en una sonrisa burlona que Tanjiro se obligó a ignorar si no quería terminar tirándole uno de los jabones de la repisa, aunque se lo mereciera.

—Es Tanjiro. — le recordó entornando los ojos, incluso que no lo llamase correctamente por su nombre comenzaba a molestarle. — Solo dime donde estamos así pido un taxi o me voy caminando, no me importa, quiero irme. No me gusta este tipo de ambiente y lugares. Tampoco te conozco lo suficiente para estar acá, Inosuke.

Hashibira soltó un suspiro, echando la cabeza hacia atrás, recargándose en la pared.

Un silencio sepulcral reinó el lugar y él no supo que hacer, el sueño comenzaba a atacarlo y la adrenalina que había sentido minutos atrás cuando intentaba saltar a la piscina se había esfumado apenas tomó asiento. Los ojos le pesaban y con un deje de culpabilidad comenzó a hablar en voz baja.

—Perdón... — pronunció aquella palabra como si le pesara decirla. — Pensé que sería divertido.

Tanjiro lo observo encogerse de hombros con los ojos rojizos clavados en el techo color crema. Parecía completamente inmóvil y Tanjiro se preguntó si Inosuke realmente estaba consciente o comenzaba a tener una ensoñación producto del alcohol.

—Sé que no nos conocemos, pero me gustaría que lo hagamos.

Confesó bajito, casi como si no quisiera que el pelirrojizo lo escuchara. Tanjiro lo miró de reojo y se pasó la mano por la nuca con algo de incomodidad.

Al parecer de Inosuke no había dicho nada fuera de lo común, el alcohol lo mantenía en un estado de sedación que lo primero que se le venía a la mente lo decía y pronto se arrepintió de lo que dijo seguido de eso. Aunque no fuese ninguna mentira a los ojos del peliazul.

—Eres lindo.

—Eres lindo

Ops! Esta imagem não segue as nossas directrizes de conteúdo. Para continuares a publicar, por favor, remova-a ou carrega uma imagem diferente.
lays ➶ 𝐢𝐧𝐨𝐭𝐚𝐧Onde as histórias ganham vida. Descobre agora