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Al momento en que se sentó al lado de Inosuke, los focos de luz pública se encendieron y Tanjirō pudo ver finalmente a Inosuke sin dejarlo ciego en el intento

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Al momento en que se sentó al lado de Inosuke, los focos de luz pública se encendieron y Tanjirō pudo ver finalmente a Inosuke sin dejarlo ciego en el intento.

Notó que llevaba una camisa blanca semiabierta, jeans negros y zapatillas de igual color, pero, lo que más le llamó la atención es que tenía su cabello recogido en una media cola algo despeinada.

—¿Qué tanto me ves? — preguntó sonriendo burlonamente. — ¿Tienes algún problema con mi cara?

Tanjirō abrió los ojos y rió apenado mientras negaba para luego voltear la mirada a otro lado que no sea el inquieto joven de cabellos azulados.

—¿Qué haces aquí? — preguntó luego de un rato sumergidos en un silencio algo incómodo.

—Estaba en la fiesta de Shinobu pero me aburrí así que vine a verte Monjiro. — sonrió mientras se rascaba la mejilla.

—¿A las once de la noche? — preguntó incrédulo.

Notó como el peliazul se encogía de hombros mientras hacia una rara mueca con sus labios. Tanjirō sonrió inconscientemente y volteó a observar el cielo estrellado.

—Sabes me recuerdas al sol... — comentó de repente Inosuke tomando algo desprevenido al pelirrojizo el cual rápidamente lo observó fijamente.

—¿Por qué? — preguntó curioso.

—Porque el sol es muy reluciente, tiene una luz muy bonita y te brinda un sentimiento... cálido. Además nunca se apaga o deja de resplandecer, solo en las noches cuando la luna y las estrellas aparecen.

Tanjirō no sabía que decir exactamente, no podía creer que Inosuke tuviese esa parte en su personalidad ya que parecía lo opuesto a lo que ahora mismo le demostraba. Lo veía como una persona torpe, efusiva, orgullosa y algo egocéntrica, bruto y sobre todo caprichoso. Pero esa noche parecía un Inosuke completamente distinto al que había conocido antes y en cierta forma le agradaba.

—No se por qué estoy diciendo estas cosas... — agregó después de un rato riendo fuertemente. — Estoy en pedo.

Tanjirō observó como el peliazul batallaba con su cabello jalando con brusquedad la gomita que recogía sus mechones.

—Tsk... maldita cosa. Tengo que cortarme el pelo.

Kamado sonrió de lado y agarró la mano del azabache alejándola de su cabello para evitar que lo siga dañando.

—Date vuelta. — ordenó pacíficamente.

Los ojos esmeralda del joven lo observaron con enojo. —¡No me digas que hacer!

Tanjirō entrecerró sus ojos advirtiéndole que no lo desafiara e Inosuke, entre quejas, acató las ordenes del menor y se volteó dándole la espalda.

El pelirrojizo se acercó hacia él, apegando sus piernas al costado del cuerpo de Inosuke y comenzó a peinar su cabello con sus manos, teniendo cuidado de no jalarle demasiado para que el revoltoso joven no se enojara.

El cabello de Inosuke era demasiado suave y, sorprendentemente, estaba bien cuidado, desprendía un tenue y rico olor a manzana y coco.

Tanjirō siguió peinando su cabello con delicadeza y, aunque ya había terminado y solo debía de atarlo con la gomita negra, siguió peinándolo un rato más sintiendo la suave respiración de Inosuke. Notó que al joven le relajaba que lo peinara ya que se había calmado completamente y no había vuelto a insultarlo o quejarse.

—Tu cabello es lindo, no te lo cortes... — murmuró mientras seguía acariciandolo suavemente.

Solo se podía escuchar el pasar de los autos por la calle de la otra cuadra y la respiración pausada de ambos.

—Gracias por lo que dijiste recién... — agregó sutilmente con un leve calor en sus mejillas. — Fue muy lindo.

Era completamente extraña aquella situación, apenas conocía a Inosuke pero se sentía a gusto con él. Su compañía era demasiado grata, siempre lograba sacarle alguna sonrisa o hacerlo reír con sus ocurrencias. Hasta comenzaba a acostumbrarse a que no lo llamase correctamente por su nombre, le parecía demasiado adorable como soplaba por instinto los mechones que caían sobre su rostro o como se enojaba y fastidiaba sacando a flote su personalidad enérgica.

Podría decir que comenzaba a considerarlo como un gran amigo.

—Listo. — sonrió al terminar de peinar su cabello y atarlo con la gomita.

Inosuke se volteó y lo observo fijamente, Tanjirō sonrió y ladeó su cabeza viendo la media cola que había hecho en su cabello con algunos mechones sueltos en la parte de su frente. Se veía demasiado lindo.

—Creo que será mejor que me vaya. — comunicó mientras se ponía de pie.

Inosuke desvió la mirada, apoyó sus brazos en sus rodillas y suspiró sin levantarse o decir algo.

Tanjirō dudó por un momento si era buena idea marcharse ya que Inosuke parecía algo deprimido de repente.

—Mmmh... — murmuró incómodo sin saber qué hacer. — Hasta luego.

El pelirrojizo observó una última vez a Inosuke para luego comenzar a caminar a casa.

Cuando iba a menos de mitad de cuadra, volteó nuevamente notando que Inosuke seguía en el mismo lugar y en la misma posición que momentos atrás.

Tanjirō se acomodó la bufanda y siguió caminando, intentando ignorar aquél extraño sentimiento que repentinamente se había asentado en su pecho.

Y siguió caminando, dejando a Inosuke atrás hasta que ya no pudo verlo más.

Y siguió caminando, dejando a Inosuke atrás hasta que ya no pudo verlo más

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lays ➶ 𝐢𝐧𝐨𝐭𝐚𝐧Where stories live. Discover now