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Si nos poníamos a analizar, Tanjirō estaba más que harto de su vida y sobre todo de su trabajo, pero tampoco es como si pudiese renunciar a él ya que necesitaba el dinero más que nadie y no tenía el derecho a quejarse

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Si nos poníamos a analizar, Tanjirō estaba más que harto de su vida y sobre todo de su trabajo, pero tampoco es como si pudiese renunciar a él ya que necesitaba el dinero más que nadie y no tenía el derecho a quejarse.

Ese día realmente no podía empeorar, es decir, se levantó con un humor pésimo bajo los gritos del abuelo Urokodaki diciendo que ya era tarde. Trabajaba todos los días a las siete y media de la tarde, era más que obvio que dormía siesta... ¿Quién en su sano juicio no lo haría?.

Llegó al supermercado con la remera puesta al revés, los pantalones chuecos y los cordones desatados, sin mencionar la tremenda cara de muerto que tenía. Mitsuri pegó el grito en el cielo al ver su rostro como los zapallos secos que habían en la zona de la verdulería.

Zenitsu lloriqueó un rato diciendo que su pollito -como lo apodaba él- había tenido un mal día, aunque después se olvidó y comenzó a preguntar por Nezuko, y Giyū... bueno a Tomioka le importaba tres mierdas.

Ese día estaba siendo como una patada en el culo.

Aunque todo empeoró con la llegada de ciertas personas que había visto el día anterior.

Nuevamente habían llegado en el mismo auto de alta gama color negro, con las ruedas chirreando a causa de la frenada que habían pegado antes de estrellarse contra el vidrio del local. Tanjirō pensó a cuantas personas habían matado antes de llegar allí.

El conductor era un joven de cabellos rubios y puntas rojas con unas enormes y puntiagudas cejotas negras. Aunque lo que más le llamó la atención, fue el extraño Hulk que salió de la parte trasera del auto, ese hombre medía fácil dos metros y pensó en cómo había logrado meterse en el automóvil sin hacer un agujero en el techo.

De allí salieron cinco personas más, entre ellas aquel extraño salvaje de cabellos negros y puntas azules que, cabe mencionar, sólo tenía puesto una chaqueta y su torso al descubierto.

—Tanjirō~ estas personas son muy raras. — dijo Zenitsu con los ojos lagrimosos y los mocos colgándole de la punta de la nariz.

—Son adolescentes hormonales igual que tú, ¿qué esperabas?. — comentó Giyū con flojera mientras se recargaba en su silla giratoria.

—Pues yo opino que están buenos. — sonrió Mitsuri con los ojos en forma de corazones y una extraña aura rodeándola.

Después de hacer un leve escándalo a las afueras del local se dignaron a entrar sin dejar de hacer sus clásicas escenas ruidosas. Nuevamente se dispersaron entre los pasillos y luego de unos minutos, extrañamente, no se escuchó ningún ruido.

—Creo que deberíamos ir a ver que sucede. — sugirió Tanjirō con una mueca de preocupación plasmada en su rostro.

Los tres estuvieron de acuerdo y se dividieron en grupos de a dos para recorrer dos pasillos distintos.

lays ➶ 𝐢𝐧𝐨𝐭𝐚𝐧Where stories live. Discover now