𝑷𝒓𝒐́𝒍𝒐𝒈𝒐

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07:35 am

Iba tarde. Sí. Iba treinta y cinco minutos tarde.

Ayer por la noche, antes de irse a dormir, era tanto su nerviosismo por la llegada de hoy que en vez de configurar la alarma de su celular puso la hora con los números de su calculadora, quedándose profundamente dormido con la seguridad de que esta sonaría.

Más idiota no pudiste haber sido. —Se recriminó.

Sin embargo, al llegar a la entrada del Instituto fue cuando dejó salir todo el aire contenido, permitiéndose descansar al ver el gentío de estudiantes parloteando en los pasillos, suspiró con alivio y comenzó a caminar directo a donde estaban la fila de los casilleros, del pantalón de su obscuro uniforme sacó un trozo de papel maltratado; ahí venía anotado su número asignado y la combinación para abrirlo, al hacerlo metió algunos libros en él, quedándose sólo con el libro y libreta de su primera clase; química II.

Detestaba esa materia, y a toda aquella en la que tenía que ocupar fórmulas.

Fuera de eso, su único problema por ahora era encontrar su salón antes de que el timbre sonara, no quería llegar tarde y que todos los ojos de los alumnos ingresados se posaran en él. Dispuesto a preguntarle a la primer persona amable que le regalara una sonrisa fue detenido por el toque delicado en su hombro, al voltear se encontró con un joven delgado, de cabello corto y ojos grandes de color negro.

—¡Hola! —Saludó entusiasta sin darle tiempo para responder el saludo, el chico continuó hablando. —Mi nombre Yu Haibara, ¿Eres nuevo, verdad? Nunca te había visto por aquí.

—Ah, hola. —Respondió sin el mismo entusiasmo del tal Yu. —Soy Yuta Okkotsu y sí, soy nuevo, me acaban de transferir hace un par de días. —Sonrió, le pareció cómico ver lo atento que el azabache estaba a su respuesta.

El timbre sonó y la mayoría de los alumnos iniciaron a caminar tranquilamente hacia sus respectivas aulas.

—Bueno, es hora de ir a clase. —Haibara sacó un par de libros y cerró su casillero, el cual se encontraba alado del de él. —¿Qué tienes ahora?

—Química II, pero...

El chico no le dejó terminar, pues le arrebató el horario que traía en manos, el gesto de concentración que tenía al leer la hoja con coloridas casillas se transformó en una enorme sonrisa como cuando lo saludó.

—¡Genial! Estás en la misma clase que yo, debemos irnos rápido, la profesora Shoko detesta la impuntualidad. —Dicho esto último lo jaló de su antebrazo encaminandolo hacia los escalones.

Se había dado cuenta que Yu era una persona demasiado parlanchina, le salían las palabras hasta por los codos y la enorme sonrisa pintada en su rostro no le podía faltar. A pesar de estarlo mareando por toda la plática, el joven le caía bien, le parecía una persona amable y carismática tal vez pudieran ser muy buenos amigos.

Alcanzó a escuchar que le estaba comentando algún dato sobre la maestra de química, pero no le prestó la suficiente atención que creía merecer, ya que su mirada tropezó con unos irreales ojos azules, los cuales eran rodeados por largas y negras pestañas; los culpables del robo de toda su atención.

El bonito desconocido lo miró por un segundo a la par que le dedicaba una tímida sonrisa, el tiempo se detuvo para él con esa acción, hasta que el pelinegro retiró la mirada y bajó el último escalón, perdiéndose por el pasillo en el que antes se encontraba; llevándose con él los latidos de su corazón. Dios.

Yu seguía hablando como si la belleza del anterior chico no lo hubiera deslumbrado y sólo a él hubiera afectado.

—Y es por eso que la profesora Shoko detest-.

—¡¿Quién era él?! —Exclamó, sosteniendolo bruscamente del cuello de su uniforme.

Lo miró sorprendido y dirigió su mirada hacia donde se había perdido el de iris azules, regresandola hacia su nuevo amigo.

—Ah, era simplemente Megumi Fushiguro.

𝐏𝐎𝐒𝐄𝐒𝐈𝐕𝐎; 𝑺𝒖𝒌𝒖𝑭𝒖𝒔𝒉𝒊Where stories live. Discover now