𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟔

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El Lunes por fin llegó, Yuta jamás había ansiado por asistir a la escuela, pues sintió que el fin de semana duró toda una eternidad, no poder ver a Megumi por dos días había sido horrible, se sintió vacío al no admirar esos fugazes ojos, ni apreciar las sonrisas tímidas que le dedicaba cuando lo atrapaba observándolo. Apenas sonó la primer alarma, se levantó con entusiasmo y se arregló lo más presentable que pudo; planchó su uniforme, arregló su cabello y se echó una cantidad considerable de loción.

Salió de su casa a buena hora, caminó con parsimonia por el sendero rocoso directo al instituto, no quedaba muy lejos de donde vivía, por lo que mayormente sus piernas para transportarse a su destino. Su serenidad se disolvió cuando un cuerpo fornido y un poco más alto que el de él se interpuso en su camino, si bien se sintió confundido al verlo estancado a su frente, no se lo hizo saber.

—Necesito hablar, no, advertirte de algo. —Habló entre dientes y de brazos cruzados, el aura pacífica de Yuta le ocasionaba una detestable ansiedad al saber que no le temía.

El chico se encogió de hombros y continuó su camino. —Lo siento, voy tarde.

Al pasar por el lado de Sukuna, este aprovechó para tomarlo fuertemente del antebrazo y estamparlo contra la pared de ladrillo más cercana, le daba puntos extra el que la gente no circulara por aquella avenida tan temprano, así podía golpearlo con tranquilidad si es que este acababa con su poca paciencia.

—¿Tarde para qué? ¿Para sentarte con mi novio?

—Exacto. —Yuta no se inmutó, ni cuando le propinó un golpe en su abdomen que lo dejó sin aire.

Quiso sentarse en el pavimento y contraer sus piernas para apaciguar el dolor, más el pelirosa volvió a empotrarlo en la pared tomándolo bruscamente del cuello de su uniforme, Yuta gimió y formó una expresión de dolor.

—Escúchame bien, pedazo de mierda. —Ordenó hostil, acercando su rostro a centímetros del suyo. —No quiero que vuelvas a hablar con Megumi, ni que respires cerca de él, si me entero que siquiera lo miraste por un segundo la cosa se pondrá fea, ¿Entendiste?

—¿Qué pasa si me rehuso e intento acercarme con otras intenciones? No sólo busco una amistad con él, ¿Sabes?

Aquel niñato si que tenía los pantalones bien amarrados como para decirle semejante confesión desde su posición, no se quedó con las ganas de acertarle otro puñetazo directo a su boca y esta vez no lo recogió del suelo, lo miró con supeoridad cuando Yuta escupió un charquito de sangre.

—Entonces obtendrás más que unos simples golpecitos. —Del bolsillo trasero de su pantalón sacó una pequeña cajetilla de cigarros, golpeó un par de veces esta en la palma de su mano y encendió uno con el mechero, se lo llevó a los labios. —Y esta vez irás a parar a un hospital y no en un sucio callejón como este. —Exhaló el humo.

Se dió media vuelta y caminó por dónde vino, dejando tirado a un magullado Yuta, quien se acomodó en el frío suelo intentando calmar el dolor con sólo lentas respiraciones.

Había llegado treinta minutos tarde, supuso que el profesor en turno no lo dejaría pasar por lo que mejor prefirió pasearse por la enfermería para curar sus heridas, la auxiliar se asustó un poco a ver los moretones en su rostro y torso, le pregun...

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Había llegado treinta minutos tarde, supuso que el profesor en turno no lo dejaría pasar por lo que mejor prefirió pasearse por la enfermería para curar sus heridas, la auxiliar se asustó un poco a ver los moretones en su rostro y torso, le preguntaba acerca de cómo se las había hecho a la par que lo iba curando con suma delicadeza, puesto que no quería dañarlo más de lo que ya se encontraba. Okkotsu sólo le respondió que un grupo de vándalos querían asaltarlo, pero al ver que se resistía le dieron unos cuantos golpes, era bueno creando escenas en su mente.

La enfermera le creyó y le dijo que se quedara en reposo mientras ella iba por un reporte médico a la dirección para que no tuviera problemas con sus maestros, Yuta le agradeció y lo dejó solo.

Sí Sukuna decía que estos era unos simples golpecitos no quería conocer los que eran verdaderos para él, pero por Megumi estaba a nada de descubrirlos, porque la única forma de evitarlos era alejándose de su persona, Yuta no quería eso, no cuando el menor no daba signos de incomodidad al sentarse a su lado, no entendía porque Sukuna le exigía que se apartara si Megumi se veía feliz con él, ¿Ese no era el punto de tener una pareja, desear verla feliz? No lo entendía.

Pasaron los minutos y la enfermera llegó con un papel, se lo entregó y le dió algunas indicaciones, Yuta asintió a todo lo que decía y la auxiliar le ayudó para que pudiera incorporarse, acompañándolo a la entrada del pequeño consultorio, para su sorpresa se topó con Yu; quien lo miró con los ojos abiertos al notar una mancha entre rojiza y morada cerca de sus labios y que caminaba algo encorvado mientras se agarraba con fuerza el estómago, rápidamente se acercó a apoyarlo.

—Por dios, ¿Qué te ocurrió? —Pasó una de las manos de Okkotsu por sus hombros y con pasos pausados lo encaminó hacia ningún lugar en específico. El signo de preocupación se notaba a leguas en su rostro.

—Necesito hablar contigo, Yu, llévame a cualquier lado donde nadie pueda interrumpirnos.

El nombrado asintió e hizo lo pedido sin importarle las siguientes clases.

—¿De qué quieres charlar? —Preguntó mientras lo posicionaba cuidadosamente en un asiento.

Lo había trasladado al salón de arte, aquel cuarto estaba desolado durante esas horas.

—De Ryomen.

Su cuerpo se estremeció y dió un paso atrás sin pensar, Yuta arqueó una ceja ante la reacción de su amigo, ¿Le temía?

—¿Q-qué quieres saber? —Murmuró nervioso, mirando hacia cualquier dirección que no fuera el rostro analizador del azabache.

—Primero me gustaría saber si lo conoces bien.

Yu mordió su labio inferior, dudando. —Un poco, pero... —Pausó. —Me han contado... Cosas.

—¿Qué tipo de cosas? —Okkotsu iniciaba a desesperarse. —¡Habla ya, Yu!

—Sukuna era como un tipo de bravucón aquí, aún así casi siempre estaba rodeado de varias personas; chicas en su totalidad, pero él únicamente cuenta, hasta la fecha, con sus dos mejores amigos; Aoi y Mahito. —Hizo una pequeña pausa y tomó asiento frente al atento chico. —Ya no los ves por aquí porque ellos son mayores que nosotros, actualmente estudian en la universidad pero Ryomen no, su familia tiene una buena posición económica, esa es otras razón por la cual los demás se juntaban con él y por la que lo etiquetaron como el rey; organizaba las mejores fiestas y, según decían, era excelente en otras cosas. —Las mejillas de Yu se tiñeron de carmín, Yuta sospechó a lo que se refería. —Y apenas se graduó del Instituto inició a administrar la empresa de su padre, o eso es lo que se comenta. —Finalizó.

El azabache procesó toda la información.

—¿Y su actitud siempre fue así? ¿Hasta con Megumi?

Yu suspiró cansino, desde su llegada, el nombre del menor papaloteaba por el aire.

—Se podría decir que cambió, anteriormente Sukuna peleaba con todo mundo; no importaba que fuera débil o incluso más fuerte que él, le temían. Con la llegada de Fushiguro las peleas se terminaron y, varios a los que fastidiaba, pudieron respirar tranquilos sin preocuparse por recibir un golpe. —Se quedó en silencio, mirando el suelo, mordiendo su labio con inquietud por la pregunta que iba a decirle a su amigo. —Yuta. —El nombrado lo observó con serenidad. —¿Por qué me preguntas sobre Sukuna Ryomen si sólo lo has visto una vez? —No respondió. —O solamente te gustó Megumi y quieres llegar hasta él a base de los rumores de su novio, ¿Es eso?

No iba a mentir que la pregunta lo tomó desprevenido, si bien sabía la respuesta de ella, tampoco la contestó.

𝐏𝐎𝐒𝐄𝐒𝐈𝐕𝐎; 𝑺𝒖𝒌𝒖𝑭𝒖𝒔𝒉𝒊Where stories live. Discover now