𝐏𝐎𝐒𝐄𝐒𝐈𝐕𝐎; 𝑺𝒖𝒌𝒖𝑭𝒖𝒔𝒉𝒊

𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟗

𝑷𝒂𝒓𝒕𝒆 1/2

Su respiración estaba agitada y su cuerpo fatigado por el intenso entrenamiento que llevaba realizando desde hace una hora, una ligera capa de sudor cubría parte de su ancha espalda, logrando que las líneas tatuadas de sus hombros resaltaran en una deliciosa vista.

Sus nudillos, apesar de que eran protegidos por las vendas y guantes de boxeo, los sentía abrirse cada que acertaba un golpe a su contrincante, si bien ninguno podía mantenerse de pie; uno por el agotamiento físico y el otro por lo lastimado que estaba, seguían moviéndose por el ring gracias a la insistencia de su entrenador por terminar la pelea.

No importaba que su cuerpo pidiera a gritos un break, Sukuna seguía moviéndose con elegancia y esquivando como una gacela los torpes y flojos golpes de su rival; quien lucía un rostro hinchado y amoratado, mientras que él apenas llevaba un corte en su labio inferior.

Un sólo puñetazo contra su mejilla hizo que el joven cayera boca arriba al suelo, provocando que el entrenador sonara el silbato, indicando que el entrenamiento —por fin— había concluido.

—¡Buen trabajo, Ryomen! —Felicitó el viejo con una enorme sonrisa, orgulloso de ver lo mucho que su discípulo progresaba cada día, olvidándose por completo de su otro alumno. —Tomen un descanso.

Los ojos del pelirosa brillaron al oír las ansiadas últimas palabras, se desamarró los guantes uno por uno para proceder a quitárselos a la vez que miraba con pena a su derrotado compañero —el cual seguía tendido con los brazos abiertos—.

Muy en el fondo, Sukuna Ryomen podría demostrar que no era un joven tan malicioso, aunque su apariencia maleante y mirada carmesí no ayudaran en mucho, tenía sentimientos y una debilidad a la que amaba más que a su propia vida. Él era un humano, un buen contrincante que le extendió su mano al chico malherido, era de esperarse que después de la pelea este lo mirara con temor, pero, aún con el destello de la duda atravesando sus ojos, la tomó.

Luego de ayudarlo a ponerse de pie, bajó del ring de un salto y se dirigió hacia el área de casilleros, durante su camino recibió varias miradas lujuriosas de las chicas que iban hacia los aparatos del gimnasio, aún con la intensidad en la que plocamaban pasar una noche con él, su indiferencia logró hacer que, desilusionadas, siguieran con sus ejercicios.

Al llegar a su taquilla sacó su celular y una pequeña botella de agua; de la cual bebió al instante, su garganta se sentía seca y aquel  líquido hizo que reviviera.

El tono de que un nuevo mensaje le había llegado provocó que inconscientemente sonriera al ya saber de quien se trataba, como tenía el aparato en su mano izquierda rápidamente lo desbloqueó. Su sonrisa se fue convirtiendo en una mueca y su entrecejo se frunció por cada palabra que leía, alojando en su pecho un sentimiento de malestar que incrementaba por cada idea que su cabeza creaba. Sin cambiar la seriedad de su rostro, agarró su bolso y se encaminó hacia las regaderas con los nervios carcomiendo su interior, los ánimos que mentalmente se daba no eran suficientes para combatir la ansiedad que sentía, no era la primera vez que le llegaba un mensaje así, sin embargo, esta vez era diferente, como si le estuviesen advirtiendo que algo malo se avecinaba.

—Todo estará bien, todo estará bien... —Susurró varias veces para alejar los pensamientos negativos que le atormentaban, aún así el nudo en su pecho no lograba desaparecer.

Esperaba que las frías gotas de agua, aparte de llevarse su sudor, también se llevara sus preocupaciones.

«Necesitamos hablar, te veo en tu casa en media hora»

Gummi❤️

...

Cuando salió del gimnasio fue recibido por el torrente de agua que del cielo caía, una ventisca arrasaba con las hojas de los árboles y Ryomen maldijo cuando en un mal momento, el motor de su coche dejó de funcionar, dejándolo varado a un par de kilómetros de su edificio, por lo que tuvo que andar entre las calles inundadas arruinando su costoso calzado, tiritando de frío por la corriente de aire que se colaba en sus húmedas prendas.