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-Bienvenue dans la ville de l'amour- dijo el conductor del taxi que nos llevaba a nuestro hotel en París.

Abracé a Daniel más cerca de mí y le di un ligero beso en la sien, él miraba deslumbrado por la ventana.

Y pues como no se viene a París todos los días, reservé en uno de los mejores hoteles del lugar, en la mejor suite que tenían disponible.

Abrí la puerta y dejé pasar primero a Daniel, quien no dudó ni un segundo en entrar. Comenzó a dar pequeños saltos por todo el lugar. Tenía una vista perfecta de la ciudad y de lo que no podía faltar, la Torre Eiffel. En un momento a otro Daniel se arrojó mí, enrollando sus piernas en mis caderas, y me besó impacientemente, cedí de inmediato.

Aunque solamente tengo 32 años, y soy consciente que aún me queda mucho por vivir, nunca tuve muchas expectativas, sentía que había vivido lo necesario hasta ahora, lo necesario para entregarme por completo a lo que conllevaba un matrimonio. Creía que siete años de relación eran más que suficientes para dar ese paso. Pero no se trata de los años, se trata de los momentos.

Y eso lo confirmaba hoy, donde todo era perfecto y nada podía estar mal.

Solo pasaríamos dos noches ahí, y no podíamos desaprovecharlas.

La noche empezaba a caer con la luna y las luces de la ciudad se encendían. Teníamos todo eso a nuestros cuerpos, quienes yacían desnudos sobre la cama. Era de sueño, era mágico, era duro e intenso. Por primera vez me atreví a dar todo de mí. Quería que esto fuera inolvidable ante la vista de cualquiera. Pero sobre todo ante la vista de Daniel.

Quería marcar cada centímetro de su cuerpo, dejar una huella difícil de borrar, pero más que nada, marcar interiormente. La idea me volvía loco, quería estar dentro de él lo más profundo posible, en todos los sentidos.

Ni siquiera me moleste en callar sus gemidos, quería que el mundo entero se enterara lo que estaba haciendo con Daniel LaRusso, que él era mío y yo era suyo. No había intermedios, no había vuelta atrás.

Él pedía más y yo se lo daba, nada sería suficiente para cansarnos del otro.

Lo quería todo, quería todas las posiciones, todos los segundo, todo él. Y me los dio; y los tomé.

Finalmente acabamos y completamente cansados del viaje y de la reciente ejercitación, caímos dormidos.

Desperté dos horas después, eran las once de la noche, sabía que el hotel tenía 24 horas de servicio así que ordené comida a la habitación. Fue solo hasta que la comida llegó que desperté a Dani. Coloque la comida a un lado de él, en una posición que no pudiera botarla si hacía un movimiento brusco. Me arrodillé junto a él en el suelo y puse una mano en su cabello mientras nos acercaba más para depositar besos esparcidos por su rostro.

Sonrió al despertar poco a poco.

- ¿Ya es de día? - preguntó aún sin abrir los ojos.

-No, pero debes comer. Lo necesitas.

Se incorporó y empezó a comer, yo le daba en la boca y él me daba a mí.

El siguiente día siguiente fue totalmente ocupado para explorar. Daniel parecía un niño emocionado arrastrándome de la mano a todos lados. Habíamos quedado en encontrar algo en que me ayudara a inspirarme para la campaña francesa, de perfumes masculinos.

Viajamos en bicicleta y nos deteníamos cada segundo porque Daniel quedaba asombrado por cualquier cosa. Igual yo no dije nada, estaba fascinado viendo como aquel pequeño castaño se encantaba hasta con un simple muro.

Me limite a tomarle algunas cuantas fotos sin que se diera cuenta, era tan adorable que tenía que plasmarlo para la eternidad.

Esa noche cenamos en el restaurante del hotel, era tan elegante que tuvimos que ponernos nuestros mejores trajes para no desentonar.

Sin embargo, el ambiente estaba apagado, música jazz de fondo y cada quien sumergido en sus propios mundos.

Daniel y yo, ya habíamos llamado un poco la atención al reír demasiado fuerte durante dos ocasiones, por lo cual nos habíamos limitado a comer en silencio.

Nosotros estábamos sentados junto a una pared y las mesas estaban cubiertas por enormes manteles blancos, por lo cual me atreví a hacer lo siguiente; me quité el zapato derecho y comencé a guiarlo desde la pantorrilla de Daniel, subiendo poco a poco por su rodilla hasta su pierna.

Él me agarró el pie con una mano.

-Detente-No obedecí -Johnny- dijo con advertencia.

Finalmente llegue a su parte íntima y masajee circularmente. Un pequeño gemido se escapó de sus labios, pero puso su mano sobre su boca e intentó cubrirlo con una tos fingida.

- ¿Te escaparías conmigo esta noche?

- ¿Ahora?

-Si; tú, yo, la luna, París. Piénsalo.

Me sonrió pícaramente y con miradas cómplices nos levantamos y nos fuimos.

Pasamos toda la noche corriendo y jugando por las calles, sin ningún rumbo fijo.

Hasta que comenzó a llover y tuvimos que ocultarnos bajo un edificio oscuro sin ningún alma a nuestra vista.

Me recosté en un pilar y Daniel se recargó en mi pecho, simplemente observando la lluvia caer sin decir nada.

- ¿Aún no tienes una idea para tu campaña? - pregunto rompiendo el silencio.

-Mmm creo que sí.

- ¿Qué es? - me miró con sus ojitos brillantes. Yo solo acaricié sus cabellos mojados.

-Te la mostraré cuando esté lista, aún tengo que capturar el momento Perfecto.

Frunció el ceño como si no entendiera nada. Así que antes que dijera más, cerré su boca en un beso. Un beso que se volvía más intenso con los segundos.

Lo tomé de la mano y arrastre hasta una esquina aún más oscura, detrás de unas escaleras.

-Johnny- dijo con la voz cortada.

-Shhh-Lo volví a besar.

Quite su chaqueta y la dejé en el suelo, luego comencé a desabotonar su camisa.

-Johnny, si nos atrapan iremos a la cárcel.

-Sería una gran historia, encarcelados en París por tener relaciones sexuales en vía pública- apenas sabía lo que decía, estaba cegado por la lujuria.

En un tiempo atrás seguro hubiera sido quien recordara que debíamos ser responsables y Daniel quien me alentara a tomar el riesgo, pero esta vez era lo contrario.

En un dos por tres nuestra ropa había desaparecido. Y luego de prepararlo, ya tenía a Dani empotrado contra la pared empujado una y otra vez, una y otra vez.

- ¿Te imaginas nos caiga un rayo?

Casi río con las cosas que Daniel se le ocurrían en este momento.

-Estaría feliz de morir así.

Cambie repentinamente la posición de Daniel, le di vuelta y puso sus manos sobre un pilar. Me coloqué sobre sus espaldas y embestí más rápido.

El choque de nuestros cuerpos era opacado por la tormenta.

Daniel luchaba por inclinarse más para que lo golpeara más profundo.

No tardamos mucho tiempo en dejarnos venir.

Mojados. Pero no por la lluvia, sudor en nuestros poros.

Perdona... si te llamo amor - LawRusso [Adaptación]Where stories live. Discover now