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Desperté en nuestra última mañana en París.

Estaba abrazando a Dani desde su espalda, ambos estábamos desnudos. Después de llegar de nuestra escapada, seguimos dándonos amor un buen rato más, antes de quedar dormidos.

Podía sentir la calidez de su respiración que me indicaba que seguía dormido, comencé a dejar besos desde su cuello y pasando por todo su hombro. Hasta que se movió y yo levanté un poco la cabeza de la almohada para observarlo. Sus enormes pestañas pegadas a sus pálidas mejillas, sus cabellos alborotados, y la tranquilidad e ingenuidad que transmitía. Parecía un ángel, es Perfecto.

Y entonces la vi, vi la toma más perfecta que alguna vez un ser humano pudo capturar. Estuve aproximadamente unos tres minutos liberándome de él sin que se despertara. Finalmente lo logré y fui por mi cámara.

Podría haberme acabado la memoria sacándole fotos de aquella forma; cuando pensaba que tenía la foto perfecta, cambiaba de posición y me hacía sacarle otra mejor que la anterior. Era demasiada ternura para mi corazón. Tanta que me era imposible detenerme de vez en cuando para darle un beso en alguna parte de su cuerpo, arriesgándome a que despertara.

Así pasó una media hora, hasta que decidí irme a bañar para ponerme a trabajar. Luego me cambie, pase las fotos a la computadora y por las próximas tres horas estuve pegado frente a ella; primero eligiendo cuál de todos las fotos de Dani me encantaba más, finalmente me fue imposible elegir entre seis de ellas, por la cual me dediqué a editar las seis.

Estaba plenamente feliz con el resultado, nunca en todos mis años de carrera había estado más encantado con ello.

Voltee a ver a Daniel y él seguía totalmente dormido. Pero yo ya no podía esperar ni un minuto más para comérmelo a besos.

Camine hasta la cama, me senté en el mismo lugar que había dormido y pase un dedo suavemente por su pequeña nariz. Sonrió sin abrir los ojos y tomó la mano con la que lo estaba tocando y la apretó contra la suya.

-Buenos días príncipe- susurré.

Abrió los ojos.

-Buenos días- sonrió.

- ¿Dormiste bien? - Asintió y sentó, tapando con la cobija su cuerpo.

- ¿Y tú? - acariciaba su mano.

-He estado trabajando.

Frunció el ceño.

- ¿Trabajando? ¿Sin mí? ¿Por qué no me despertaste para ayudarte?

-Oh créeme, has ayudado más de lo que crees- tome la cámara- He encontrado la imagen perfecta de la próxima campaña de perfumes.

Se le iluminaron sus ojos de emoción.

- ¿¡En serio!?

-Ujum- asentí- ¿Qué te parece? - le pasé la cámara con las fotos.

Abrió los ojos como platos y por unos segundos no dijo nada.

- ¿No te gusta? - Su silencio me ponía nervioso.

Me miró y luego volvió a las fotos.

-Me encantan- dijo en un murmullo.

Esa misma tarde regresamos a casa, tuve que esperar hasta el día siguiente para mostrar mi proyecto. Eso me dio tiempo para prepararme mejor.

Llegue super temprano a la empresa, ni siquiera pase por mi oficina; fui directo con Arturo. Él aún no había llegado y aproveché para colocar los cuadros en caballetes. Parecía una obra de arte hecha a mano.

Finalmente llegó Arturo, me hice a un lado para que pudiera apreciar mejor las imágenes. Él aún permanecía junto a la puerta con la mano en el pomo, tenía la boca ligeramente abierta y parecía sorprendido.

- ¿Qué te parece? - Sonríe porque su reacción lo decía todo.

[.]

Lo primero que hice al salir de la oficina fue llamar a Daniel, sabía que estaba en su hora de descanso.

-Hola guapo- dijo desde que contestó.

-Escucha esto: Mi jefe se ha enamorado de ti. Dice que tienes madera de Top Model.

- ¿En serio? ¿Le han gustado las fotos? - sonaba emocionado.

-Le han vuelto loco- Yo también estaba dando brincos de emoción- Nos ha comprado la campaña y ya no me despide.

Escuche un grito que casi me deja sordo de parte de Daniel. Sonreí por eso. Escuche varios "Shhh" de posiblemente sus compañeros.

Hubo un silencio.

- ¿Daniel?

- ¿Nos vamos a cenar a Tokio para celebrarlo?

Reí.

-Ojalá, estuviera genial perdernos en Tokio. Pero no puedo, debo entregar los carteles definitivos pronto.

-Bueno...

-Daniel...- Suspiré- Gracias.

- ¿Por qué?

-Por todo.

No hacía falta verlo para saber que estaba verlo para saber que estaba sonriendo, y muy posiblemente estuviera sonrojado también.

- ¿Te veo esta noche?

-Claro- respondí.

-Bien, entonces te veo luego amor.

-Te mando muchos besos repartidos por todos lados...

-Te amo.

-Yo más.

Colgué, y era consciente de la cara de menso con la que permanecí el resto del día. Santa noche, ven ya.

Perdona... si te llamo amor - LawRusso [Adaptación]Where stories live. Discover now