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El café volvía loco a Gary la mayoría de las veces.

—Si tengo que oirte cantar una vez más, me suicidaré tan dramáticamente que mi fantasma te atormentará por las noches.

Como era usual en Al, no despegó los ojos del libro. No lo necesitaba.

Gary solo se rió dando un manotazo en la mesa.

—Yo solo canto el éxito del momento.— dijo Gary arreglandose las uñas— Sabes, algún día extrañarás a tu amigo marica y ese día... — Al se preparó mentalmente pero como siempre, Gary lo sorprendió— When the lights have lost their glow, you're...

En el café la gente los empezaba a voltear a ver.

—Ese no es el exito del momento...

—Calla, es de mal augurio dejar incompleta una canción tan gloriosa.— Al rió un poco— When the lights have lost their glow, you're gonna cry, cry, cry.

Deberías de pensar en conseguirte una vida.

Gary se retorcía, pensó Al, y se meneaba al ritmo de una música inmomentoble para sus oídos de plebeyo.

Sin siquiera abrir los ojos articuló con su boca: "Amargado" y "Jodete"

La mesera llego con sus dos bebidas.

Café negro para él. Leche de chocolate caliente para Gary.

Si no hubiera sido por esa mirada esporadica que Al había dado hacia la calle mientras proseguía su lectura, probablemente se hubiera zafado del problema.

Pero lo habían visto.

Todo el equipo de futbol lo estaba observando. Parados en el cruze de Pert Street y Maggie Avenue se hallaba todo el equipo.

Al maldijo al café por tener grandes cristales transparentes como ventanas, maldijo a Gary por querer sentarse en la ventana.

Pero, ¿debía él sentirse asustado por que el equipo de americano se hallara cerca? No les había hecho nada.

Oh no, ella no pudo...

Pero Al estaba en lo correcto.

“Chica no. Lacey. Recuerdalo, porque lo llorarás”

Probablemente eso empezaba en ese momento.

Al siguió leyendo, Gary siguió cantando y hablando de cosas a las que Al debería interesarse. Pero en lo único en lo que él pensaba era en las plegarias necesitadas para que el Equipo Esteroide se mantuviera lejos.

Fué inevitable, Al era el objetivo—como muchos de sus antepasados— de las burlas y era el culpable.

Ser afroamericano no era su culpa, pero ante los demás, él tenía la culpa de ser negro.

No se percató que estaba repitiendo el mismo verso en su cabeza, hasta que los pesados cuerpos del Equipo Esteroide hicieron su entrada en el restaurant.

Jack iba a la cabeza, como siempre.

Gary observó la cara de Al y cuando comprendió que algo iba mal se encontró cara a cara con todo el equipo de americano.

—Quitame las manos de encima, maldito costal de esteroides.—luchó Gary, pero con una sola mano de uno de ellos Gary regresó a su asiento.

En solo dos segundos los 10 jugadores los rodearon amistosamente. Algunos se sentaron en las sillas vacías. Otros simplemente arrastraron sillas hacia allí. Parados alrededor. Todo de una manera gentil. Pero Al sabía que había otra intención.

—Pero mira que tenemos aquí, ¿no les parece impresionante?—Jack estiro una sonrisa y el equipo la respondió— Yo veo dos maricas tomando...— miró el vaso de Gary— ....Leche.

Le compensaron con risas y un alavo en la espalda.

—¿Por que no vas a joderte a alguna de tus perras fuera de mi vista?

Gary no era conocido por valiente, sino por estúpido.

Jack rió. Tomó ágilmente una silla solitaria en una mesa aledaña y la giró quedando sentado de frente a Gary. Su sonrisa seguía ensanchada.

—Verás...tu...mmm...¿como te llamas?

—Gary.

—Veras, Gary. Ese es el problema. A mis perras solo las jodo yo, nadie— el rubio volteó a mirar a Al— puede hacerlo.

Gary ya estaba por saltar y pelear cuando alguien interrumpió.

—Con que solo soy una de tus perras, ¿eh?

Sus tacones resonaron un segundo mas en la mente de Al. Por el reflejo de la ventana pudo ver a una Lacey furiosa.

Jack enmudeció. Y cuando sintió que regresaba a la realidad, dió una pequeña sonrisa.

—Lacey...no creerás que yo...

—¿Ahora soy "Lacey"? Ayer era "terroncito", “Amorcito" y "bomboncito". Pero hoy solo soy "Lacey"?

Las moles presentes rieron. Algunos incluso se retorcieron de la risa.

Al supuso que Lacey había dado en el blanco en la llamada "hombría" de Jack.

—Olvida la puta tarea de calculo, Jack.—si, obscenidades— Ojala y puedas joder a algunas de tus perras, por que yo ya no.

Dos dedos obscenos fueron mostrados y Al soltó una risilla.

Sus tacones resonaron en la cafetería y Jack se dió cuenta que todos miraban.

Miró al negro sentado cerca con un libro en las piernas, lo observó. No podía ser mas que un estorbo. Pero como siempre en la historia humana, necesitaba alguien a quien culpar.

—¡Tu hiciste esto! ¡Tu mierda se debe estar escurriendo!

Al cerró sus oídos—si es que era posible—y sonrió.

Jack se prendió por dentro.

—¿Como le haces para no manchar tu ropa de la mierda que llevas por piel?

Sus amigos hicieron una buya que Al tomó como un grito de auxilio de sus pobres almas.

—No lo se, Jack. Tal vez aprendí de ti.

Al dió una risilla que terminó entrecortada pues el puño de Jack impactó su cara.

Cayó al suelo. Unas cuantas gotas de su sangre quedaron en el suelo.

Cuatro.

Dos personas lo levantaron en el momento en que su sangre empezó a obstruir su visión.

Sintió otro golpe en el estómago. El aire en sus pulmones continuó allí, pero un espasmo hizo que doblara sus piernas.

Gary seguía gritando, obscenidades. Pero Jack lo tenía bien sujeto mientras los 10 gorilas golpeaban repetidamente a Al.

Al recibió otros dos golpes cuando lo dejaron caer.

Su abdomen se estremecio y devolvió el desayuno. Sintió los ácidos subir por su garganta y creyó oír sus propios quejidos.

Ahora si que estaba llorando ese nombre.

Las lágrimas de Al.Where stories live. Discover now