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Casi instantáneamente sintió la necesidad de partirse el cráneo en la pared.

¿Acaso no podía ser un poco más estupido?

Pero lo mejor de todo era que si podía.

Había entrado al baño desnudo.

Pero, solo tenía que agarrar sus boxers tirados en el marco de la entrada del baño, ¿no?

Era pan comido, ¿no?

“¡JA! ¡ESO CRES !” dijo el destino.

Mientras corría la cortina de la regadera, Al sintió escalofríos. Y mientras daba el primer paso fuera de ésta, oyó us dientes rechinar. Carajo, ¿de dónde había llegado todo ése frío?

El espejo le devolvió una imagen algo empañada que Al no se detuvo a observar.

Cuando el picaporte se hallaba ya en las manos de Al, lo pensó por un momento.

Si salía del baño desnudo y alguien se encontraba en la sala o en la recamara, tendría una vista perfecta de la joyas de Al.
Y no era que Al creyera que eran malas joyas... O que se avergonzara de ellas... Él solo...

Al suspiró, algo resignado.

Y si alguien se encontraba en la cocina—lo cual Al pedía a gritos callados—no podría ver nada. Lo cual le daría algo de tiempo de ponerse ropa.

Poco a poco comenzaba a enfriarse el cuerpo de Al, le temblaba hasta lo que no debía de temblar.

Cuando giró el picaporte y jaló la puerta hacia él abriendola por completo no notó la persona debajo de él, ni tampoco notó que no era Gary la persona agachada en el marco de la puerta.

Lo único que notó fué que poco a poco una parte de su cuerpo comenzaba a calentarse, lo único que notó fué que estaba teniendo una erección.

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Lacey se estaba desesperando.

¿Era que Al no se iba a levantar?

¿Era normal esa actitud?

Pero hubo un espacio recóndito de su cabeza que se burló de ella.
Claro que es normal, es normal cuando te acaban de dar una paliza.

Tenía pensado preparar algo de comida.

¿Como podía disculparse con alguien? Comida, eso era seguro.

Si hubiera habido alguien más en la cocina que viera como Lacey se movía al ritmo de la musica, definitivamente no lo habría creído.

La chica llevaba puesta la misma ropa de anoche, sus pantalones ajustados dejaban notar una figura de porrista.

Mientras Lacey daba pasos entre la cocina, su melena marcaba un compás que la hacía parecer una estrella.

Si Al hubiera estado presente, no le hubiera importado que las raíces de la melena de Lacey no fueran del mismo color que su cabello, él simplemente la habría observado con atención. Porque eso era lo que Al hacía, observaba y leía.

—¿Donde carajos guardas los platos?—murmuró Lacey por un momento, mientras su cabello se entrometía en su vista. Con un suave movimiento de cabeza, Lacey no solo despegó su vista; también su cabeza. 

Dos manos ágiles sirvieron, como una mesera experta que era, dos platos en el comedor. No era su mejor plato, puesto que Al parecía no tener nada comestible.

La regadera sacó de su ensueño a Lacey, volteó hacia el baño y oyó la cortina deslizarse. Indicando que Al estaba bañandose.

Ese chico era rato, Lacey nunca había conocido a alguien tan raro. Si Tiffany y Grace se llegaban a enterar de eso...

Dentro de su cabeza, dos neuronas hicieron clic y recordó que no les había avisado donde se hallaba.

Corrió hacia la habitación, su bolsa aún se hallaba donde la dejó. Sacó su celular de una manera desesperada. En cuanto lo prendió leyó los mensajes:

¿Donde estás?

¿Por qué no contestas?

Mas te vale tener una buena razón para dejarnos plantadas (preferentemente que sea una razón que mida 30 cm y que esté entre tus piernas)

Bb io t kiero musho. X favor kierres prd0narm3????

Mentalmente Lacey se dió tantas bofetadas que había muerto. Jack podía ser muy idiota cuando se lo proponía.

Cuando buscaba mas mensajes, halló uno de Grace:

Te pudrirás en el infierno por ser una...

Lacey no terminó de leer los mensajes porque algo la distrajo. Tirados a unos metros se hayan un par de pantalones. Lacey los observó atentamente y una parte de cerebro los reconoció.

—Son de Al...—justó después de decirlo su cuerpo comenzó a acercarse a la prenda. Lacey no entendía cual era la importancia de unos pantalones, en realidad, ni siquiera le gustaban. Pero de todos modos, los miraba fascinada— Son de Al...

Lacey miró a su derecha, justo en el marco del baño otra prenda yacía en el piso.

Caminando con algo mas de sigilo, se acercó. Cuando se dió cuenta que se trataban de unos boxers una risilla salió de sus labios.

Llamarle destino o mala suerte, da igual. Pero cuando Lacey se agachó a recoger la prenda Al comenzaba a abrir la puerta del baño. Ninguno de los dos notó al otro hasta que ya era tarde.

Lacey, que con una mano tocaba ligeramente el bóxer, con sus ojos miraba los pies de Al. Los húmedos, y desnudos pies de Al.

Oh no, pensaron ambos.

Y desde la vista de Al, la erección había llegado a tapar buena parte de las raíces del cabello de Lacey. Ambos respiraron agitadamente.

Ambos tenían un pequeño problema.

Las lágrimas de Al.Where stories live. Discover now