7.

5 1 0
                                    

Al se hallaba suspendido entre la realidad y sus sueños. Casi como cualquier adolescente.

Su cabeza palpitaba de una manera extraña.

Al sabía que debía levantarse de la cama, pero le era casi imposible levantarse sabiendo que la realidad lo golpearía al abrir los ojos.

Su mente comenzó a divagar entre lo sucedido durante la noche pasada y cuando Al ya estaba dormido, la radio sonó.

Al no la escuchó. Al siguió dormido durante otro minutos que su cerebro aprovecho como descanso.

Pero la radio había sido prendida por alguien en la sala.

—Demonios, ¿como se le baja el volumen a esto?—Lacey murmuraba para si. Era un problema para ella tratar con tal antiguedad. Y la verdad no podía creer que ese chico no tuviera telefonos ni computadora.

Al principio, la noche anterior, había aparecido para disculparse con él. Si ella se hubiera quedado en el café tal vez, solo tal vez, Al hubiera salido entero. Pero cuando Al le pidió que se acostara y se quedara callada, simplemente le pareció bien.

No le pareció lo correcto, simplemente le pareció bien.

Pero ahí se hallaba. Murmurando, agitada y dándole palmadas de desesperación a una radio muy vieja.

Si se movía de donde estaba parada, la radio comenzaba a delirar. La estática aparecía retumbando fuertemente entre las paredes del departamento.

Lacey daba brincos de niña de 5 años cada que la radio se ponía en estática. Cuando hayó la forma de que la estación no se perdiera sintió un alivio, pero al darse cuenta que Al se despestaria pronto, simplemente decidió darle una sorpresa.

------

Al no abrió los ojos, bostezó durante lo que le pareció el tiempo suficiente para que mil bichos entraran por su garganta.

Se hallaba sentado en el borde de su cama, detrás suyo se hallaba el lugar donde Gary se suponía que debía dormir, pero Al sintió que ya no se encontraba ahí.

¿Se había dormido con la ropa normal? No lo recordaba. Pero ahora simplemente traía puesto un shorts color beige que remarcaba sus piernas afroamericanas.

Se masajeó sus rodillas, esperando que el sueño lo dejara libre. Su cuello se sentía rígido y adolorido, pero al tocarse se dió cuenta de su torso desnudo. Se detuvo un momento asustado por esa idea.

Se levantó, caminando hacia el baño y Al alcanzó a oír la radio prendida. Aparte de ruidos en la cocina

¿Acaso Gary estaba preparando el desayuno? Había mas probabilidad de que Al se convirtiera en blanco a que Gary le hiciera el desayuno, peró dejó las esperanzas morir al ultimo sin entrar a la cocina.

Durante su trayecto la ropa cayó. Su shorts quedo a casi junto a la cama, tirado esperando a ser levantado. Mientras daba unos pasos mas Al ayudó al bóxer a bajar. Cayó mientras Al tomaba el picaporte del baño.

Entró directo al baño y cerró tras de él. Miró fijamente su reflejo en el espejo de cuerpo completo.

Sus rodillas parecían un par de moratones, su ceja se hallaba ya cerrada, mas no cicatrizada.

Todo el tenía un aspecto normal a primera vista, pero dando un acercamiento Al pudo observar varios moratones en sus brazos, tenían formas de dedos. Sus labios tenían una forma mas dispareja a la que él estaba acostumbrado a mirar, sin duda se hallaban hinchados.

Su abdomen tenía un color mas rojizo que de costumbre, sin duda por el esfuerzo que había hecho para resistir los golpes.

Por un momento, se vió a si mismo, vió la noche anterior, vió como era golpeado y sujetado.

Todo era cuestión de mirar mas de cerca a Al para saber que se estaba callendo en pedazos.

La regadera roció agua en la mano de Al cuando éste comprobaba su temperatura antes de aventurarse dentro.

Miró su pelvis, comprobó que aún era hombre y con un sonido de desdén entró a la regadera. El agua tibia impactó su nuca, resbaló por sus hombros empapando su espalda y trasero.

Sus ojos caían cerrados, el agua no solo se llevaba la suciedad de anoche, sino la suciedad de toda su vida. Por alguna razón, hoy Al sintió que la ducha le quitaba un peso de encima. La sintió llevarse no solo la mugre, sino también los sarcasmos, el arrepentimiento y el odio.

Cabía la posibilidad, que ese peso que estaba dejando a Al, fuera cada uno de los comentarios racistas que había tenido que soportar durante sus años de escuela. Al sintió todos ellos irse por la coladera.

Cuando el jabón hubo desaparecido de su cuerpo, esperó unos minutos debajo del chorro de agua.

Estiro su mano fuera de la regadera hacia la toalla.

No había nada.

Su mano se movió algo histerica por la pared, sin encontrar nada.

No encontraba su toalla.

Las lágrimas de Al.Where stories live. Discover now