36. Escuchando canciones tristes.

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Unos cuantos días más habían pasado y Barbara estaba acostada en su sillón sin hacer nada, sintiéndose seca. Sabiendo que su corazón no lo soportaría más.

Por eso hizo lo que hizo.

Bebió.

No tenía nada de malo, porque ya no lo soportaba más, porque contaba las horas y ya había pasado un mes sin saber de Tobías. Literalmente había desaparecido y ni siquiera sus padres sabían dónde estaba. Le dolía, pero había escuchado que el alcohol hace olvidar, así que empezó con un pequeño vaso, pero se convirtió en dos, en cinco, en diez y después perdió la cuenta.

Y ahí, con la botella casi vacía y su mente dando vueltas, supo la verdad: amaba a Tobías. Y también lo necesitaba. Y el dolor no paraba ni siquiera cuando tomaba un largo trago directamente de la botella. Casi estaba inconsciente, lo sabía, pero la canción en la radio llamó su atención.

"Todos mis sentidos cobran vida, mientras estoy tropezando en casa borracho como nunca lo he estado... y nunca me iré otra vez porque tú eres el único".

Cerró los ojos, esperaba escuchar más de la canción, que además de describir a la perfección sus sentimientos tenía justamente la melodía que era del tipo que te consolaba en una noche de pesadillas pero al mismo tiempo te hacía querer deprimirte más.

"Sólo prométeme, nunca te irás otra vez, prométeme, que siempre serás un amigo. Porque tú eres el único...."

Y se encontró cantando la canción –balbuceando más bien-, porque la conocía. La había escuchado en uno de los viajes de regreso casa con Tobbías y la habían cantado pero nunca imagino que, meses después estaría pensando en Tobbías mientras la cantaba.

Y como una de sus malas decisiones de la noche; decidió llamarlo. Lo había intentado antes pero él nunca contestaba. Le dejaría otro mensaje de voz, como los miles que ya le había dejado.

—Solo quiero que regreses –balbuceó en el teléfono cuando el sonido de mensaje de voz sonó. Trató de poder hablar correctamente pero las palabras salían de su boca escurridiza. —Y sé que vas a estar lejos por un tiempo pero no tengo planes de irme en lo absoluto –Comenzó a cantarle la canción, entre sollozos. ¿Me quitarías mis sueños y esperanzas y sólo te quedarás conmigo?

>> Toma mi mano y mi corazón y alma, sólo tendré estos ojos para ti.

Dejoóde cantar para tratar de tomar aire y calmarse mientras se preparaba para seguir haciéndolo:

—Estoy tropezando borracha, perdiéndome, estoy tan ida, así que dime como volver a casa. Escuché canciones tristes, cantando sobre amor ¿Y en dónde me equivoqué?

Cerró los ojos dejándose llevar por la voz triste de la canción, colgó y comenzó a llorar. Llorar de verdad, como un bebé,

Ya había tenido muchas oportunidades y las había perdido tan rápido como las había obtenido.

{...}

También había escuchado sobre las supuestas resacas y el horrible dolor de cabeza que te provocan. Pero era un millón de veces peor de lo que se lo habían contado.

No solo le dolía la cabeza, si no también todo el cuerpo. Se había quedado dormida en el piso y su cuerpo se lo reclamaba. Pero aun así, nada seguía doliéndole más que la ausencia de Tobías.

Un mes... un mes tuvo para darse cuenta que no había nada como dormir con él, todas sus atenciones, la mirada que le daba cuando se molestaba con ella y su risa, la extrañaba tanto, su risa era tan estúpidamente contagiosa, molesta y la amaba. ¿Por qué no se había dado cuenta antes? Y no hablaba de meses, si no de años.

¿Qué hubiera pasado si le hubiera puesto más atención cuando se conocieron? ¿Estarían donde lo estaban ahora?

Se quejó y volvió a acostarse en el piso, ya no quería nada, le daba igual lo que pasara, de cualquier manera nadie la necesitaba.

Era exactamente todo lo que nunca quiso ser, hacía todo lo que había odiado de otras mujeres y ahora era una de ellas.

Y además aún se sentía borracha, y decidió cerrar sus ojos de nuevo deseando no volver a despertar.

Pero lo hizo, y cuando despertó no estaba en el piso de su sala, si no estaba en su cómoda cama y cobijada. No recordaba que era real y que no.

Suspiro y se volteó de lado y su corazón se paró.

Él estaba ahí.

Su cabello estaba corto, su cara estaba extrañamente un poco más morena; como si hubiera estado mucho tiempo bajo el sol.

Y estaba sonriéndole.

Ella llevó sus manos a su boca y tuvo la sensación de llorar, pero no lo hizo y en vez de eso, sonrió:

— ¡Estas aquí! –fue lo único que pudo decir, su voz salió como de un sueño y jadeó tratando de contener su emoción. Vio a Tobías sonreírle de nuevo mientras asentía.

—Solo perdóname, te amo y lo hago tan intensamente que duele y no quiero perderte jamás. –le pidió ella.

Él solo se dedicó a poner un dedo en su boca para hacerla callar, se acercó ella despacio y cuando estuvo a punto de besarla...

Ella despertó, en la sala. Justo donde se había dormido.

¿Comprometidos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora