24. Estúpido suelo.

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Como si se tratara de una película, una luz demasiado intensa hizo despertar a Tobías, pero decide no abrir los ojos. Se siente cansado y todo su cuerpo pesa. Así que por otro largo rato, se queda acostado, maldiciendo haber escogido primero llevar el comedor antes que la sala.

También se pregunta en que momento de la noche dejó de sentir frío, pues solo se había dormido con una chamarra. La busca con sus ojos aún cerrados, pero no la encuentra y en vez de eso, siente unas cobijas pesadas. Se levanta rápido, lo cual es un error, pues su cuello duele más y solo ve estrellas al cerrar los ojos.

¿Por qué demonios no había dormido con una almohada? ¿Y por qué estaba cobijado? Anoche estaba tan cansado que quizá lo había hecho sin darse cuenta.

Abre sus ojos mientras masajea su cuello y se queda sin respiración al ver a Barbara aún lado de él, está dormida, su boca ligeramente abierta y sus ojos están cerrados. Tobías se queda completamente inmóvil, mirando a Barbara confundido.

Su corazón se acelera y entra en pánico cuando Barbara comienza a moverse, ella se queja entre balbuceos que no entiende y comienza a estirarse, finalmente abre los ojos y para sorpresa de Tobías, ella le sonríe.

—Estúpido suelo. —le dice con voz ronca, típica de ella en las mañanas.

Toby abre la boca para decir algo, pero nada sale de esta. Mira a Barbara y junta sus cejas, hasta que finalmente logra preguntar: — ¿Por qué estás en el piso? —Barbara intenta contestar, pero no la deja. — ¡¿por qué demonios no estás en la cama?! —grita esta vez. Barbara se queda allí, con los ojos muy abiertos y sorprendida, como un conejo asustado que tienen en la mira.

Pero el más sorprendido en la habitación es Tobías, varias preguntas cruzan por su mente al mismo tiempo, ¿por qué ella estaba en el suelo? Y, ¿por qué aún ella no le había dicho ya algún insulto? ¿Por qué, por primera vez en su vida, ella parecía no saber que decir?

—Y-yo solo quería ser a-amble. —responde ella después de un rato, devolviendo a la realidad al chico.

Pero el mundo estaba mal, ¿había dormido tanto que se encontraba en una dimensión en la cual Barbara era amable? ¿Era un truco, acaso?

—Por Dios, di algo... —le dice ella, mordiéndose el labio.

—Bueno, pues pudiste decirme que durmiera contigo en la cama... —dice él, sintiéndose estúpido en cuanto lo dice. De tantas cosas que pudo decir, es lo único que salió de sus labios.

Y ella se ríe.

—No es gracioso. —la corta Tobías

Lo que era confusión se convierte de pronto en enojo, porque no podía ser verdad, porque después de que Barbara Parker era buena, siempre había algo detrás para destrozarte.

—Yo. Solo. Quería. Ser. Amable. —le repite ella, con una voz irritada y entrecortada.

Esta vez él se ríe.

—No, ¡vamos! ¿En serio crees que te voy a creer?

— Pues no hay motivos para dudar; ¡dormí en el piso! —responde ella, agitando sus brazos.

— ¿Y desde cuándo? —le grita él. — ¿Desde cuándo sientes pena por alguien que no eres tú? —Ella niega con la cabeza, tratando de buscar palabras. — ¡Todas las cosas buenas que haces son falsas, Barbara! Y luego, ¿crees que voy a tragarme tu cuento? Dime, ¿cuál es el plan?

—No hay plan. —responde ella rendida. Sus ojos están cristalizados y a pesar de que su voz es tranquila, su labio inferior no deja de temblar, ni cuando él se ríe amargamente.

¿Comprometidos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora